ESCULTURA

Sobrevivir a Juan Muñoz

Madrid acoge una exposición de las grandes piezas de la última etapa del escultor español que recuperó la figura humana como elemento central de su obra

Exposición "Juan Muñoz. Todo lo que veo me sobrevivirá"

Exposición "Juan Muñoz. Todo lo que veo me sobrevivirá" / Comunidad de Madrid

Francisco Rodríguez Pastoriza

Francisco Rodríguez Pastoriza

En agosto de 2001 el mundo del arte español se conmocionó con la trágica noticia de la inesperada muerte del escultor Juan Muñoz, en Ibiza, a los 48 años, poco después de inaugurar con éxito la exposición Double Bind en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres.

Contra las corrientes imperantes en los años 90, Juan Muñoz se arriesgó a hacer figuración en la escultura y a recuperar la figura humana como elemento central, tratando de transmitir a través de ella un efecto transformador sobre la realidad, que para Juan Muñoz no era más que una forma de la representación. Por eso en sus obras juega con la ficción, que consideraba una característica fundamental del arte contemporáneo.

Llega ahora a Madrid una exposición que reúne algunas de sus últimas obras, realizadas entre los años 90 y 2000, bajo el título Todo lo que veo me sobrevivirá, cita de un poema de la rusa Anna Ajmátova que el escultor anotó durante aquella instalación de la Tate. Entre las obras está su icónica Plaza, propiedad del Kunstsasammlung de Dusseldorf, una instalación compuesta por figuras de ciudadanos chinos en actitud hilarante, que no había vuelto a España desde que el Museo Reina Sofía le dedicara una exposición en 1996. Para esta muestra, la sala Alcalá 31 ha recuperado el gran ventanal del edificio, original del arquitecto gallego Antonio Palacios.

La exposición se abre con Dos centinelas sobre el suelo óptico, de 1990, a la que siguen unos barcos suspendidos, una mesa preparada para el engaño en el juego, balcones, tambores inalcanzables y figuras frente a espejos.

En 1984 Juan Muñoz inauguró su primera exposición, comprometido con la recuperación de la figuración en la escultura a través de la multiplicación del número de figuras y de los recursos espaciales, haciendo que los visitantes se sintieran como los personajes protagonistas de las obras. A comienzos de los años 90 comenzó a experimentar también con los suelos que reciben a los espectadores, como el que inicia la muestra de esta exposición, que representa a dos centinelas que custodian la entrada. Ya en el interior, Barco con motor III remite a un viaje y a un naufragio, una fatalidad del destino.

Carpet Piece III habla de la dificultad de movimiento: son tres figuras que están escondidas en alfombras de las que no se sabe si entran o quieren salir. Sarah with Blue Dress juega con la visión de la figura en un espejo, mientras Table with a Hold-Out se refiere a los trucos que hay en todo juego: la carta en la manga o el espacio escondido en el doble fondo de un mueble.

Otra de las obras, dos balcones a ambos lados de la sala, remiten a la espera de alguien que salga a reconocernos o que sea la escultura la que venga a devolvernos la mirada desde su altura. Una de las obras más impactantes es Two Seated on the Wall, dos personajes que parecen reírse de la posibilidad de su propia caída.

Después de los tambores mudos de Many drums y el enano que espera en Umbral se llega a la sala central donde está Plaza, la instalación compuesta por 27 personajes asiáticos que se ríen de no se sabe qué. Todos ellos tienen la misma cara, pero los ademanes de sus cuerpos hacen que los veamos a todos ellos como diferentes.

Otras esculturas icónicas

Los pasillos de la parte superior de la sala acogen obras como Two Fires, que tiene algo de estructura conmemorativa o incluso funeraria, Two Watchmen, dos hombres en actitud vigilante, como la de los centinelas de la entrada y Allo Specchio, donde la cara que se refleja en el espejo es máscara y es risa. Una de las piezas más inquietantes es Loaded car, un coche volcado a causa de un accidente, en cuyo interior se vislumbra un paisaje urbano de arquitectura laberíntica.

Blotter Figures son piezas características de su última etapa en las que se ha sustituido en parte la figuración realista. Del techo de la sala cuelga espectacular una de sus esculturas suspendida de una cuerda que muerde con su boca, una obra que es un homenaje a Miss La La, una trapecista que a finales del siglo XIX había cautivado al público de París y al pintor Degas con estos ejercicios.

Esta exposición tendrá su continuidad en el Centro de Arte Dos de Mayo con instalaciones, esculturas, dibujos y pinturas de las primeras décadas del artista, que se desplegarán en dos plantas para presentar un Juan Muñoz todavía desconocido. Su título, En la hora violeta, es también verso, el de un poema de T.S. Eliot.