EN LA GUARIDA (1)

El cuaderno de Chica Sobresalto: “No entiendo qué connotación política tiene cantar en euskera”

Su paso por Operación Triunfo la colocó en el disparadero, pero la carrera de Maialen empezó mucho atrás: tuvo que limpiar colegios para autoproducir su primer álbum, el proyecto en el que presentó a la superheroína en la que acabaría convirtiéndose en cada concierto

Sus canciones son reflejo de un mundo interior repleto de dudas e ilusiones. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA visita el lugar donde alumbra sus composiciones: el salón de su casa ha sido testigo de las terapias, los complejos, las herencias y las victorias que hoy relatan sus letras

Entramos en 'el refugio' de Chica Sobresalto: aquí escribe las canciones que marcarán su carrera

Entramos en 'la guarida' de Chica Sobresalto: aquí escribe las canciones que marcarán su carrera / PI Studio

Pedro del Corral

Pedro del Corral

La letra de Maialen no es bonita. A veces, ni se entiende. Su cabeza rueda a mil revoluciones, por lo que prefiere sacrificar la belleza de sus trazos a la poesía de sus impulsos. Sus cuadernos están llenos de garabatos, interrogantes, tachones… Son el vivo reflejo de sus sentimientos. Y, como tal, están repletos de verdad. En ellos pueden leerse los miedos de infancia. También los sueños que no fueron. Y las alegrías que se diluyeron. Entrar en ellos es hacerlo directamente al corazón de Chica Sobresalto, el personaje que le dio el valor suficiente para subirse al escenario.

Así, enfundada en una capa, esta joven de Atarrabiako (Navarra) asaltó los escenarios con un puñado de temas tan crudos como su propia historia. La misma que tanto impresionó en Operación Triunfo, el formato que reventó gracias a un carisma atípico y que la catapultó hacia los festivales: “Antes de entrar estaba agobiada. No sabía qué hacer”. Jugó su último as y, aunque quedó sexta, fue la primera en asentar su carrera. Quizá, porque era la única que tenía las ideas claras.

Especialmente meticulosa, Maialen cuida al milímetro cada palabra y cada nota de sus temas. 

Especialmente meticulosa, Maialen cuida al milímetro cada palabra y cada nota de sus temas.  / ALBA VIGARAY

Especialmente meticulosa, Maialen cuida al milímetro cada palabra y cada nota. Nada queda al aire en sus creaciones. Ella escribe y reescribe sin parar. Es la única fórmula que conoce para sacar lo que ha acumulado en el esternón durante 28 primaveras. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA visita el lugar donde esta tormenta tiene lugar a diario: el salón de Chica Sobresalto ha sido testigo de las terapias, los complejos, las herencias y las victorias de las que hoy bebe su arte. Está atestado de detallitos que tan bien la definen: fotografías, tocadiscos, libros, tarots, plantas… Las guitarras están en el pequeño estudio que ha ubicado en la habitación de al lado. Casi sin pretenderlo, ha convertido su hogar en una pequeña caja musical.

A este lado de Alcalá de Henares, ha encontrado la inspiración suficiente para desarrollarse en lo profesional y en lo personal. Dos esferas que, en su caso, van más que unidas. De ahí que tanto Sobresalto (2017) como Sinapsis (2021) resulten tan sinceros. Ahora, a la espera de la publicación de Oráculo, es el momento de recoger las semillas que plantó sin expectativas. Y que, tal y como reflejan las cifras, no erró al sembrar: “Nunca he sido buena en nada. No destacaba ni en el concurso literario del colegio. Sin embargo, de repente, empecé a hacer canciones que emocionaban a la gente. Ese era mi lugar”.

El tercer álbum de Chica Sobresalto se llamará 'Oráculo' y será la continuación de 'Sinapsis'. 

El tercer álbum de Chica Sobresalto se llamará 'Oráculo' y será la continuación de 'Sinapsis'.  / ALBA VIGARAY

P. ¿No ha dudado jamás de su decisión?

R. Pienso en tirar la toalla casi todos los días. Y eso es algo que está bien decirlo. Cuando tú sueñas con la música, no sabes cómo es vivir de ella. Si estudias una carrera, tienes unas prácticas que te permiten intuir cómo será. En cambio, en este tipo de profesiones, no lo puedes saber hasta que llegas. ¿Y qué pasa si, entonces, no te gusta? Tampoco sería un fracaso. Esa es la teoría… en la práctica, suelo darle vueltas cada vez que me entra un síndrome de la impostora que no me deja moverme de la cama. Cuando tienes la autoestima hecha polvo, enfrentarte a un concierto o defender una entrevista es difícil. No me gusta quejarme porque soy una privilegiada, pero hay cosas que me cuestan.

P. ¿Qué ha tenido que sacrificar?

R. Sabía que era tan difícil dedicarme a lo que quería que ni siquiera lo intentaba. Trabajaba en el comedor de un colegio. Y, en los ratos libres, limpiaba otros tantos. De hecho, yo fregaba el de Amaia Romero. Por las noches, tocaba donde podía. Tenía la suerte de que mis amigos lo hacían gratis por mí. Así, pude ahorrar para autoeditar mi primer proyecto. No sé muy bien cómo lo hice… Recuerdo hacer la compra con calculadora. Me gasté 5.000 euros en él. Es poco, pero en aquella época vivía fuera y tenía curros mal pagados. Esta situación me obligó a volver a casa de mis padres tres meses porque tuve problemas con el mastering. Si bien no fue rentable económicamente, sí lo fue a nivel emocional.

Ese tesón es legado de su aita, quien la educó en absoluto amor a la música. En su infancia, sonaban desde Vivaldi hasta Chenoa. Lo que ha hecho que Maialen haya crecido desprovista de cualquier prejuicio. A los 14 años, se atrevió con la guitarra por primera vez: “Empecé a componer por vaga, pues aprender las canciones de otros artistas me parecía más complicado que inventarlas yo”. Ahora bien, el escenario se le resistió. De ahí que necesitara inventarse un alter ego que le diera las alas que ella no se atrevía a desplegar.

Su nombre es Chica Sobresalto y, desde entonces, la vergüenza no es un hándicap de maillot para fuera. De la mano de esta superheroína, ha lanzado dos elepés que se alejan bastante del tono naif en el que quisieron encasillarla. “La primera vez que me senté a escribir lo hice en euskera. Era la típica progresión de acordes de la que he huido y luego he regresado. Era una cosa romántica de adolescente”, rememora la cantautora.

Portada de 'Sobresalto', el primer elepé que Maialen sacó al mercado en 2017.

Portada de 'Sobresalto', el primer elepé que Maialen sacó al mercado en 2017. / EPE

La pasión con la que se entregó a su libreta no ha decaído. Al contrario: si bien la técnica ha evolucionado, la manera en la que recoge sus reflexiones sigue siendo igual de visceral. Ella vomita hasta el último detalle y, claro, así el tembleque resulta inevitable: “No me arrepiento de ninguna canción, pero me alegro de haber madurado. Por ejemplo, en Menosperdida, menciono la necesidad de ser musa y pintor. Aunque la intención es buena, no utilizo el femenino para ambos conceptos. Y, en O2, digo: ‘Quién quiere oxígeno teniéndote a ti’. Con el tiempo, me he dado cuenta de que estaba refiriéndome a un amor tóxico".

"Son cosas que me gustaría que nadie escuchara. No creo que estén bien comunicadas. Aún así, me lo permito: he crecido y, por ende, he mejorado algo. Tal vez, en una década, reescucho lo que estoy haciendo y pienso lo mismo”, continúa. Su última apuesta es La estrella, un up tempo ochentero sobre su niña interior y los miedos que ésta atesora. Tras varias sesiones de psicoterapia, salieron a flote.

P. En sus temas suele abrir debates delicados, como la salud mental.

R. Sí. Lo mío no es una reivindicación, es un reflejo de mi interior. Hablo de las cosas que me trastocan. Siempre me ha fascinado el comportamiento humano. Incluso más que el universo.

P. Serotonina es bastante explícita.

R. Cuando la compuse, estaba tirada en un colchón del que no podía levantarme. La depresión, en mi caso, me paraliza. He tenido dilemas con mi autoimagen y no era capaz de verme en el espejo. Entonces, decidí ponerle unos farolillos para recordarme que yo no era sólo ese reflejo. Aquella mañana, vi las luces y comenzaron a salir los versos.

P. ¿Cuándo se dio cuenta de lo que le estaba sucediendo?

R. La tarde que me dio una crisis de ansiedad en pleno autobús. Yo nunca había escuchado la palabra agorafobia. Tuve que salir corriendo. Llamé a mi padre para que viniera a buscarme. Estaba aterrada, pero no sabía explicar a por qué. Y acabé por no querer salir de casa. Tampoco sabía cómo explicárselo a mis amigas. Así que decidí pedir ayuda profesional: en Sanidad Pública fui a un psicólogo y me lo trataron súper bien. Él me iba mandando diferentes tareas que tenía que ir poniendo en práctica. Una de ellas era montarme en un autobús y bajarme a las dos paradas siguientes. Eso era un triunfo. He vuelto a necesitar su ayuda más tarde, pero no la he podido pagar. Es triste. Ojalá mejore.

P. ¿Componer también le ayudaba?

R. El hecho de que escribir sirva como terapia hay que tratarlo con cuidado. Es una herramienta de autoconocimiento, pero corres el riesgo de abrir cajones que luego no sepas cerrar. En mi caso, me ha servido para ser consciente de lo que me acontece. Me ayuda a identificar los procesos. En el mundo artístico, estamos todo el rato ahondando dentro… Por ello, es importante ir revisándose.

P. En Endorfina reflexiona sobre el sexo desde una perspectiva única. ¿Por qué cuesta tanto hablar de placer en general y del placer femenino en particular?

R. Supongo que por la herencia de la dictadura. Mi abuela se vio obligada a casarse de noche porque estaba embarazada. No la dejaron hacerlo de otra forma porque había tenido relaciones sexuales previas al matrimonio. En mi caso, yo tenía una cosa dentro que no me dejaba avanzar: no había desarrollado mi sexualidad con total libertad por culpa de muchos tabúes y ya, desde Oxitocina, quise romper con eso. Me ha venido bien.

Manuscrito de 'La estrella', el primer adelanto del nuevo disco de Chica Sobresalto.

Manuscrito de 'La estrella', el primer adelanto del nuevo disco de Chica Sobresalto. / ALBA VIGARAY

De OT a los festivales


Entre ambos álbumes, decidió probar suerte en Operación Triunfo. Por primera vez en 20 años, el programa quiso potenciar otras habilidades entre sus concursantes. Algo que engatusó a Maialen, a pesar de que su perfil no era el más usual. “Acudí al casting porque no aguantaba más. No sabía qué hacer. Así que me lo planteé como una vía más a explorar. Fui sin demasiadas expectativas”, mantiene. Frente a sus eternas dudas, entró. Y no sólo eso: gracias a sus personalísimas versiones de Ginebras, The Clash o Morgan, fue conquistando a la audiencia.

Es cierto que la nominaron en la tercera semana, pero eso no le impidió hacerse con el sexto puesto. “Me dio igual. Yo sólo quería quedarme porque estaba a gustísimo en la Academia. Estaba encantada con la formación, ya que yo no he podido ir a la universidad presencialmente. A mí, las galas me sobraban… Eran un martirio”. En mitad de la estancia, el covid les pilló por sorpresa. Los sacaron para, a las semanas, volver a meterlos. Sin público y sin apenas rozarse. Todo ello, le trastocó.

“Mi sensación es que no he vuelto a mi vida de antes. Para bien en unos aspectos y para mal en otros. El mes pasado, por ejemplo, sentí la necesidad de ir a mi trabajo de antes. Era raro… porque me di cuenta de que jamás retornará aquella Maialen. Y eso, en ocasiones, es angustioso. Tengo miedo a perder mi esencia. Por ello, la agarro con fuerza e intento quitar los estímulos que no me sientan bien”, apunta. Como contrapunto, la parte buena: tras salir, su carta de presentación recabó un millón de reproducciones en YouTube en una semana.

Se trataba de Fusión del núcleo, el primer adelanto de una nueva etapa marcada por los grandes aforos: “No sé si me volverá a ocurrir algo así otra vez. Tengo miedos para parar un tren. Siempre tengo la paranoia de que no sé tocar. Y, en el momento en el que dejo de pensar y entra la melodía, me sale solo. Y, si no, paro en seco y cuento un chiste. Es una cosa rara. Un amor-odio constante”.

Si bien su técnica ha evolucionado, la manera en la que Maialen recoge sus reflexiones sigue siendo igual de visceral.

Si bien su técnica ha evolucionado, la manera en la que Maialen recoge sus reflexiones sigue siendo igual de visceral. / ALBA VIGARAY

P. En Operación Triunfo cantó Ilargia, en euskera. Algo que, ya fuera, repitió con Basandere. ¿Cuándo dejaremos de verlo como excepcional?

R. Dentro de Euskal Herria, hay un circuito guay. Pero entiendo que sea tan complicado salir del País Vasco. Os animo a que investiguéis.

P. ¿Cantar en este idioma lleva implícito un discurso político?

R. No debería. La música de por sí es un idioma. Yo sueño, pienso y siento en castellano, aunque haya estudiado euskera desde pequeña. No entiendo qué connotación política puede tener eso. Y me molesta un poco.

Cada vez que Maialen termina una frase, una sonrisilla se dibuja en su boca. Mira de arriba a abajo, como buscando más y más respuestas. Es una chica atada al presente y, por tanto, consciente de la realidad que la rodea. En ella, el dinero le provoca algún que otro quebradero de cabeza. “Vivo preocupada todo el rato… porque desconozco cuánto va a entrar en la cuenta. No sé cómo va a funcionar mi próximo disco. Cualquier cosa vale mucha pasta. Y recuperarla con lo que se ingresa a través de las plataforma digitales es un caos. Mantengo un local de ensayo y los chismes cuestan una barbaridad. Vivo con ansiedad continuamente”, dice con efusividad.

Quizá, éste sea un buen tema que reflexionar en sus próximas letras. Por ahora, tan sólo le dedica unos cuantos números en las páginas iniciales de cada cuaderno. Las importantes, en cambio, se hallan un poquito más adelante. Entre dibujitos y flechas. En dirección al pecho.

Su ha sido testigo de las terapias, los complejos, las herencias y las victorias de las que hoy bebe su arte.

Su ha sido testigo de las terapias, los complejos, las herencias y las victorias de las que hoy bebe su arte. / ALBA VIGARAY

P. ¿Qué hace con los bocetos que no acaba?

R. Tengo mogollón sin terminar, pero me gusta decir más que duran poquito. Las llamo retales y las grabo para luego esconderlas. En 2021, sacamos un epé con algunos de ellos. Me encantan porque me permiten ser más libre de lo habitual. Cuando tienes que pagar la cuota de autónomos, invertir en videoclips y costear la producción, debes permitirte que haya canciones más accesibles.

P. Si Chica Sobresalto tuviera poderes reales, ¿cuál sería?

R. El original era demostrarle al mundo que la vida es un sobresalto y no un suspiro. Hoy, me gustaría que fuese la honestidad.