A POR EL 'CABEZÓN'

La nueva generación del cine español: así son los nominados a dirección novel en los Goya 2022

Sacar adelante una primera película sigue siendo una hazaña, algo que demuestran los cuatro nominados a mejor dirección novel: Carol Rodríguez Colás, Clara Roquet, David Martín de los Santos y Javier Marco

La pandemia ha alargado los tiempos de producción hasta el infinito y solo terminar la película constituye en sí un acto de resistencia

Carol Rodríguez Colás, Javier Marco, Clara Roquet y David Martín de los Santos.

Carol Rodríguez Colás, Javier Marco, Clara Roquet y David Martín de los Santos. / JOSÉ LUIS ROCA

Beatriz Martínez

La cinematografía española está repleta de importantísimas e incontestables óperas primas que forman ya parte de nuestra memoria colectiva y que nos llevan desde Esa pareja feliz de Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem a El orfanato, de J.A. Bayona; de Los golfos de Carlos Saura a Tras el cristal de Agustí Villaronga; de El espíritu de la colmena de Víctor Erica a Alas de mariposa de Juanma Bajo Ulloa. 

Desde que la Academia de Cine instaurara el galardón de mejor dirección novel en 1989, destinado a destacar las nuevas voces del panorama patrio, han sido muchos los grandes nombres que han sido nominados en esa categoría, algunos de ellos exponentes fundamentales de nuestra industria en la actualidad, como Álex de la Iglesia, Alejandro Amenábar, Javier Fesser o Paco León. Es sin duda uno de los momentos más esperados de la gala cada temporada, conocer el nombre de ese nuevo creador que, a golpe de personalidad, propone una mirada propia dentro de nuestro cine. 

En femenino

En los últimos años hemos vivido un fenómeno nada usual, que las mujeres se hayan convertido en las protagonistas de este premio. Desde el triunfo de Carla Simón con Estiu 1993, se han ido pasando el testigo las unas a las otras en un abrazo de sororidad emocionante. Arantxa Echevarría con Carmen y Lola, Belén Funes con La hija de un ladrón y Pilar Palomero con Las niñas, sin olvidar a Leticia Dolera, Nely Reguera, Andrea Jaurrieta, Celia Rico o Nuria Giménez Lorang que estuvieron nominadas en las ediciones pasadas y que configuran una armada (femenina) de lo más potente.

A ellas se unen este año dos directoras catalanas, Carol Rodríguez Colás, responsable de Chavalas, y Clara Roquet, cuya Libertad se ha convertido en la ópera prima con más nominaciones en esta edición, seis en total. En paridad e igualdad de condiciones encontramos a David Martín de los Santos, con ese emocionante canto a la vejez que es La vida era eso, y a Javier Marco con la minimalista y sobria Josefina

Las cuatro películas nominadas en esta categoría tienen algo en común que es sin duda una bonita casualidad: están protagonizas por mujeres que pertenecen a diferentes generaciones: Libertad, que refleja la adolescencia; Chavalas, que se adentra en la nueva crisis de los treinta; Josefina, en la de los cincuenta, y La vida era eso, en el redescubrimiento propio durante la edad provecta. Además, buena parte de las actrices que las protagonizan están también presentes en las diferentes categorías interpretativas, como es el caso de Nicolle García y Nora Navas por LibertadÁngela Cervantes por ChavalasEmma Suárez por Josefina y Petra Martínez por La vida era eso.

Años y años

Hay muchas otras cuestiones que emparentan a estos cuatro títulos, como que todos tardaron en materializarse años, entre tres y cinco (o más), algo que se agravó por la pandemia, ya que estas producciones se tuvieron que paralizar. Sacar adelante una primera película sigue siendo un esfuerzo titánico y la mayoría necesita integrarse en los diferentes laboratorios, incubadoras y mentorings que ayudan a impulsar los proyectos de carácter más independiente, como es el caso de Cima Mentoring, Dama Ayuda, la Incubadora de la ECAM, Ventana CineMad o Abycine Lanza. Un costoso puzle en el que encajar todas las piezas hasta terminar el proyecto supone un verdadero quebradero de cabeza. Tanto es así que David Martín de los Santos asegura que, con este ritmo, a lo sumo le dará tiempo a hacer tres películas en su vida.

“Yo me he hartado de escuchar eso de que hiciera de las carencias una virtud”, cuenta Carol Rodríguez Colás, responsable de ese Girls en Cornellà que es Chavalas. Lo hace en un encuentro en la Academia de Cine en el que están presentes todos los nominados. David Martín de los Santos asegura que cuando empezó a imaginar la película no tenía canas, y que ahora nadie diría que es un director debutante. “El planteamiento formal también está influenciado por el presupuesto. Si yo hubiera tenido una steady-cam durante todo el rodaje, seguramente los planos los habría rodado de otra manera y sería otra película. Las limitaciones generan un marco en el que de alguna manera tienes que exprimir lo mejor de ti en esas condiciones”. 

Todos ellos saben lo que es sacar adelante proyectos propios sin recursos desde hace mucho tiempo, están acostumbrados a trabajar en todas las condiciones imaginables y su trayectoria se ha convertido en una auténtica carrera de fondo.

Fondistas

Javier Marco, hasta llegar a Josefina, ha rodado casi veinte cortometrajes junto a Belén Sánchez Arévalo a cargo del guion, consiguiendo alzarse con el Goya en esa categoría en 2020 gracias a A la cara. Clara Roquet siempre se ha considerado guionista y ha trabajado junto a Carlos Marqués-Marcet en 10.000 km. y Els dies que vindran, con Jaime Rosales en Petra y con Monia Akl en Costa Brava, Lebanon. En 2015 se puso por primera vez detrás de la cámara para rodar El adiós, que se convertiría en el germen de Libertad, ya que también gira en torno a una mujer que cuida de una anciana que ha tenido que dejar atrás a su familia en Latinoamérica para darles una vida mejor. Este tema se convirtió en una cuestión tan personal para ella que, por una vez, hizo una excepción y decidió encargarse no solo del guion, sino también de la dirección.

En el caso de David Martín de los Santos, a lo largo de los años se han sucedido los cortometrajes y los documentales. En especial dos de ellos, Ni vivos ni muertos, sobre los casos de desapariciones de personas de las que no se vuelve a saber nunca más, y ¿Generación perdida?, sobre la crisis económica y el 15-M, resuenan de manera reveladora en La vida era eso, porque, al fin y al cabo, como dice, una cosa te lleva a la otra. Por último, Carol Rodríguez Colás comenzó participando en exposiciones de fotografía, haciendo instalaciones urbanas hasta terminar en el cortometraje. Siempre ha sido una activista de Cornellà, donde ha ubicado buena parte de sus ficciones, y escribe los guiones junto a su hermana Marina Rodríguez Colàs. 

El camino efectivamente es tan largo que a veces resulta complicado discernir si realmente estamos o no ante una ópera prima; por cierto, ninguna ha sido producida por una major. Por eso quizá este año también se eche en falta Espíritu sagrado, una de las obras más singulares de nuestro cine reciente y otro caso de resistencia outsider, la de Chema García Ibarra, que ya en 2008 ganó en el Festival de Sundance con el corto La leyenda de los robots de Nebulosa-5, o de Tres, de otro cortometrajista ultrapremiado, Juanjo Giménez, ganador en Cannes y nominado a los Oscar por Timecode que no pudo acceder a esta categoría porque había firmado a medias un documental previo. 

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