ROPA DE MARCA

De Beyoncé a Dolce & Gabbana: "Si me llaman para vestir a la reina, me desmayo"

El diseñador Nicolás Montenegro, natural de Lantejuela (Sevilla) y que ha vestido a Rosalía, Rossi de Palma, Beyoncé, Pamela Anderson o Nieves Álvarez, rememora su carrera. Trabajó en Dolce & Gabbana y Yolancris

Montenegro posa junto a un cuadro en el que aparece con Nieves Álvarez.

Montenegro posa junto a un cuadro en el que aparece con Nieves Álvarez. / @kaamano street

Bernardo Ruiz

Sevilla. Jueves laborable. Por la Plaza del Salvador caminan con relativa urgencia un pelotón de oficinistas, empleados del comercio tradicional y de franquicias y hombres y mujeres de negocios con ropa de marca y maletines de cuero. Es la hora del desayuno y en un soportal de la calle Cuna se alza un pasaje pintoresco y discreto. En un estudio diáfano y decorado con exquisita elegancia aparece la figura de un chico joven que luce vaqueros y camisa abierta de color marfil a juego.

Sonríe y recibe a El Correo de Andalucía, perteneciente a este grupo editorial, en su atelier. Es un chaval de pueblo. Sencillo y afable. Responde al nombre de Nicolás Montenegro (Lantejuela, Sevilla, 16-4-1989) y es uno de los diseñadores más sobresalientes del momento a nivel internacional. Su atelier, que se alza apenas dos plantas más arriba de su taller, es su refugio y su lugar de inspiración y creación. Con una mesa sencilla, un cuadro en el que aparece junto a la modelo y presentadora Nieves Álvarez a modo de fetiche profesional, un sofá y una mesa auxiliar repleta de copas de champán perfectamente ordenadas de forma simétrica como elementos de decoración.

Montenegro, que se formó en el Instituto Marangoni de Milán y que se forjó en Dolce & Gabbana, un auténtico templo de la moda en el que entregó su ingenio a figuras como Madonna, Beyoncé, Kylie Minogue, Mónica Belluci o Melania Trump, y Yolancris, se crio en Lantejuela, una pintoresca localidad de 3.800 habitantes enclavada en plena Sierra Sur de Sevilla. “Yo me siento muy de pueblo y reclamo la esencia rural porque a la gente de esas zonas nos cuesta el triple conseguir las cosas”, presume sentado sobre un sofá de color azul oscuro con cojines rosa palo y verde menta. Es diseñador por inspiración y vocación.

Mi madre y mi abuela eran unas costureras horribles, así que no estoy en este mundo por ellas. Siempre digo que me marcó mucho mi hermana Isa. Cuando ella iba a comprarse el vestido de fin de año empezaba a sentir una atracción especial por la moda”, relata. Y por caprichos del destino. “Yo estudiaba Historia del Arte, pero un día iba paseando por Milán en uno de mis viajes y un señor se me acercó y me dijo: tú eres diseñador. Aquella conexión marcó mi carrera para siempre”, recuerda años después. “Entonces sí que es cierto que diseñaba los vestidos de mis amigas, pero nada más”, añade.

Montenegro, en el sofá de su atelier.

Montenegro, en el sofá de su atelier. / kaamano street

Aterrizaje en Dolce & Gabbana

Montenegro recibió la oferta de Dolce & Gabbana tras brillar con luz propia y gracias a un estilo personal e inconfundible en el prestigioso Instituto Marangoni de Milán, donde cursaba prácticas con empresarios italianos de alta costura de forma habitual. “Cuando recibí el correo electrónico iba conduciendo y tuve que apartarme de la carretera porque me desmayé”, rememora con una sonrisa cómplice. “Soy muy ambicioso, pero siempre he tenido la fortuna de no tener que buscar a nadie. Siempre me han buscado a mí para trabajar”, matiza.

Nació en Lantejuela, residió y se formó en Milán, amplió conocimientos en Barcelona y regresó a su retiro familiar en 2020 a causa de la enfermedad que ocasionó la muerte de su padre en plena pandemia. Montenegro, el tercero de cuatro hermanos de una saga especialmente unida, presume de haber sido siempre “el mimado” de sus padres, Ana y Juan. “Mi madre sigue enamorada hasta las trancas de mi padre”, aclara en un claro gesto para compartir sus éxitos con su progenitor.

“Gracias a mi padre existe todo esto”, dice mientras señala la oficina desde la que responde a las preguntas. “Él sabía que mi sueño era montar mi propia firma de moda, pero sabía que tengo pánico al fracaso. Cuando estaba ya muy malo, apenas un día antes de morir, me llamó y me dijo que hiciese una colección propia por él”, comenta con las mejillas embargadas por el cariño y la nostalgia.

‘Abril’, su primera colección

2020 fue un año decisivo en su carrera profesional a nivel internacional. “Yo hice la campaña por mi padre, sin duda”, profundiza con ternura. Madrid Fashion Week contactó con él para la presentación de su colección de temática nupcial, Abril, y la prestigiosa revista Vogue dedicó una serie de reportajes a sus obras y sus proyectos durante aquellos meses de julio y agosto. “Fue un boom”, reflexiona sonriente.

El año en el que el planeta se sumió en una etapa de caos, miedo y desafíos para la ciencia a causa de la covid-19, Nicolás Montenegro alcanzó sus mejores momentos profesionales. Fue en el mes de diciembre cuando el diseñador lantejolense acaparó los elogios del sector gracias a un vestido único. Nieves Álvarez era la imagen elegida para retransmitir las Campanadas desde la isla canaria de La Palma y la modelo y presentadora confió en su talento para deslumbrar a España.

“Recuerdo como si fuese ayer -han transcurrido cuatro años- cuando me escribió por Instagram. Iba andando por la Puerta de Carmona y hasta me tuve que parar de la emoción. Fue un auténtico reto vestir a una de las mujeres más elegantes del país”, arguye mientras acaricia suavemente la prenda que decora uno de los armarios del atelier.

Una catarata de elogios… y encargos

Aquel vestido de alta costura, ejecutado sobre una base de tul lisa, fue decorado con pequeñas piezas de encaje negro semitransparente que fueron perfiladas por una cornisa artesanal de terciopelo negro a la que se le añadieron plumas de avestruz negras y pedrería de cristal. Made in Lantejuela. “Yo apuesto por la producción artesanal de la gente de pueblo. Del mío y de los de alrededor”, presume con orgullo. “Muchos talleres que facturan desde aquí lo hacen con mano de obra extranjera. Mayoritariamente china. Aquí no. Aquí hay artesanía de verdad”, subraya con una mirada reveladora.

Aquel encargo encumbró a Montenegro a la categoría de icono de la moda española. “Pero estudié en el extranjero porque parece que en este país se valora más aquello que procede de fuera. Soy una persona que tiene claro que si hubiera estudiado en Madrid no hubiera llegado hasta aquí”, reflexiona con resignación. Y supuso, sin duda, un punto de inflexión en la hoja de ruta de su taller de la calle Cuna. “Quiero ir a un público muy determinado, no a un sector global. Hay que aprender a decir que no”, aclara con un discurso parsimonioso y ambicioso.

El prestigio del extranjero

Montenegro, profesor de Masterclass y Colección en la Universidad de Sevilla, la Universidad de Osuna, EUSA y Sevilla de Moda, envía un mensaje revelador a sus alumnos. “A ellos siempre les aconsejo cursar un máster en el extranjero porque en España aún hay poca cultura de moda. Aquí el temario lo hacen personas que no son diseñadoras”, lamenta. “Mi experiencia en Italia me sirvió de mucho. Marcó mi forma de verlo todo”, comenta mientras dirige la mirada a una pizarrita de corcho decorada por algunas de sus próximas obras.

“Me quedan muchas cosas por lograr. Estoy al 10% de mi carrera. Mi próximo objetivo es abrir una tienda en Madrid. Tenemos puntos de venta oficiales en Madrid, Nueva York o Panamá, pero quiero abrir mi propia tienda”, avanza antes de pensar en voz alta: “También me gustaría desfilar en París, aunque no me quita el sueño porque a día de hoy con las redes sociales no es clave”.

Los Grammys Latinos celebrados en Sevilla en noviembre de 2023 fueron un escaparate mundial en el que brilló con un estilo genuino. Lola Índigo, Rosalía, Niña Pastori y Grace, a la que no conocía en el momento del primer contacto, fueron algunas de las famosas que lucieron vestidos nacidos en su taller. “En toda América, Grace es una auténtica diva y hasta Vogue Latinoamérica nos llamó para hacernos un reportaje. Maluma es súper amigo de ella y en los Grammy fue una de las más reconocidas. Pero yo te confieso que no sabía quién era cuando me llamó”, dice antes de matizar entre risas en un alarde de espontaneidad: “Eso puedes ponerlo. No voy a engañar a nadie. No sabía quién me llamaba”.

Las Barbies, sus primeras clientas, y la Reina, su sueño

Montenegro, que experimentó con las Barbies de su hermana Ana cuando apenas era un niño, es una de las figuras más relevantes del panorama internacional, aunque confiesa que aún anhela cumplir metas hace apenas unos años inimaginables. “Si me llama la Reina Letizia para vestirla, me desmayo”, admite con sinceridad mientras regala una sonrisa indisimulada que embarga el atelier en el que concede la entrevista. “Estoy deseando”, suspira.

La conexión entre Montenegro y la monarca surgió en un desayuno que ofreció a diseñadores y, según su opinión, “es una mujer de cuento”. “Me encanta su forma de vestir”, ensalza antes de describir los secretos de la alta costura del Palacio de la Zarzuela. “Tiene un estilo cercano. Cuando va al extranjero viste de Carolina Herrera. Me gustaría que apostara más por el talento español cuando está fuera, pero bueno, al final es su decisión”, subraya. Y, en un gesto espontáneo y repentino, bromea: “La Reina claramente es una chica Montenegro. El problema es que no lo sabe. Cuando lo sepa y me llame no la voy a soltar”.

Hijo de Ana y Juan, sus apoyos y confidentes desde la niñez, hombre solitario -confiesa que viaja solo en algunas ocasiones- y adicto a Lantejuela, su localidad natal y su refugio junto a La Máquina, un prestigioso restaurante de Madrid, y Formentera, su retiro vacacional, Montenegro se sincera a pie de calle después de la entrevista. En la Plaza del Salvador y junto a una ristra de turistas extranjeros que sospechan que se trata de alguien relevante cuando se percatan de la presencia de la cámara de vídeo que graba sus respuestas naturales y ausentes de artificialidad. “En mi pueblo hay abogados, doctores, un director de cine… Me encanta estar allí y tomarme el café con mi gente. Allí me conecto”, insiste con una mueca cómplice reveladora.

Palabra de diseñador. Lentejuelas de Lantejuela para las famosas más elegantes del planeta. Made in Nicolás Montenegro, un genio de pueblo.