REPORTAJE

Sant Jordi 2024: los libreros hacen frente a sus dragones

A las puertas de la fiesta grande del libro, 'ABRIL' reúne a libreros de diferentes puntos de España para conversar sobre el papel que las librerías, el libro y ellos mismos tienen en un mundo cada vez más tecnificado y con una oferta de ocio inédita en la historia de la humanidad

No sólo las calles, también las librerías de Barcelona se llenan en Sant Jordi

No sólo las calles, también las librerías de Barcelona se llenan en Sant Jordi / Ricard Cugat

Cada primavera, ese invento milenario que es el libro sigue revalidándose como un canal de conocimiento, un medio de diversión y un obsequio a través del cual se expresan sentimientos de aprecio hacia los demás. Desde la cortesía a la amistad, pasando por el amor en sus diferentes etapas, sean estas iniciarlo, cultivarlo o salvarlo, recurriendo a autores que, como Cyranos, sepan expresar mejor que uno mismo lo que le está sucediendo. "Si le explicas a un marciano, qué digo a un marciano, a un norteamericano o a un malagueño que no hayan pasado un Sant Jordi en Catalunya, no entenderán que, entre tres y cuatro millones de personas, se lancen a la calle para buscar un libro como si no hubiera un mañana", resume Xavier Vidal, responsable de la librería Nollegiu, lo que es, a grandes rasgos, la fiesta de Sant Jordi para un librero del siglo XXI.

"En nuestro caso, pronto llevaremos sesenta años abiertos al público", explica Marián Colom, de Llibres Colom, en Mallorca, para quien el panorama del libro "ha cambiado muchísimo en todo este tiempo. En Palma cada vez hay más librerías abiertas y, desde la pandemia, han aterrizado aquí FNAC y Casa del Libro. No hace falta que te cuente lo que esto significa: 5% fijo para todo el mundo, muchos libros y también mayor facilidad a la hora de traer a autores de promoción. No obstante, nuestro papel sigue siendo fundamental. Tenemos muchos clientes fieles y, aunque nuestro espacio no es demasiado grande, programamos actividades infantiles y alguna presentación".

"Después de la pandemia, ha quedado claro que la gente necesitaba estar con otra gente. Aunque donde más se notó fue en el mundo de la hostelería, también ha sucedido en las librerías. El lector quiere estar con otros lectores y, si lo que necesitas es una sugerencia personalizada o de alguien que conoce tus gustos, la librería física todavía tiene mucho que decir", comenta Alfredo Quirós, tercera generación de libreros desde que, en septiembre de 1921, su abuelo, Alfredo Quirós F., fundara en Oviedo la Librería Cervantes.

"La socializacion es inherente a la humanidad —explica Xavier Vidal—. Lo que es inhumano es la distancia. Lo humano continúa siendo lo social, el tacto, los sentidos… De hecho, aunque en esta conversación el contacto se reduce a la vista y al oído, no hay que olvidar que tenemos tres sentidos más que solo se pueden percibir con el contacto. Por eso, sin negar que es maravilloso que podamos estar hablando ahora desde diferentes ciudades, esto no suple el estar en un bar y charlar mientras tomamos unas cervezas", comenta el responsable de Nollegiu que, con esa mención a las herramientas, pone sobre la mesa la revolución que ha supuesto para las librerías la llegada de internet.

"Si comparamos cómo trabajábamos hace cincuenta años, Dilve o Google son una maravilla. Hace más de quince años que tenemos nuestra propia web, que no solo ha contribuido a que nuestras ventas aumenten, sino que gracias a ella podemos darle mejor servicio a los clientes", comenta Marián Colom. "Las herramientas son solo eso, herramientas —interviene Alfredo Quirós—. El problema es cuando esas herramientas, ayudadas por la inteligencia artificial, utilizan el algoritmo para mandarte mensajes relacionados con búsquedas anteriores, sean estas pañales o libros de religión. Lo que busca esa tecnología es únicamente aseverar el yo, aseverar el ego a la persona para fomentar el consumo. Por eso, la diferencia entre esas plataformas y el librero es la transgresión. El librero te propone: 'oye, tú que no lees nada de esto, ¿por qué no pruebas con este autor o con este libro?'. En ese caso, el papel del librero ya no es solo mantener un contacto directo con el cliente, sino salirse de lo previsible, algo que no sé si se le podrá enseñar a una máquina".

La diferencia entre las plataformas y el librero es la transgresión. El librero te propone: “oye, tú que no lees nada de esto, ¿por qué no pruebas con este autor o con este libro?”

Alfredo Quirós

— Librería Cervantes (Oviedo)

"Ahora que mencionas el ejemplo de los pañales, hace catorce años o así, un amigo me pidió que le consiguiera un libro de economía en inglés —recuerda Xavier Vidal—. Por entonces no tenía librería, pero me manejaba bien buscando cosas por internet y resultó que el único sitio en el que se podía encontrar el libro fue en Voldemort, que es el nombre que le doy a determinada plataforma para no convocarla. Le compré el libro, porque era la única manera de conseguirlo, que para eso es para lo que es útil pero, a partir de entonces, el algoritmo entendió que estaba interesado en libros de economía en inglés cuando, en realidad, a mí lo que me gusta es la poesía y además en catalán y en español. Es ahí donde se nota la perversión, no de los instrumentos, sino de las personas que los programan, cuyo objetivo es conducirnos a una determinada homogeneidad y, personalmente, creo que no hay nada más peligroso que la homogeneidad", concluye Vidal, cuya opinión es compartida por Pablo Sanz. Para el responsable de la Librería Hipérbole de Ibiza, "el algoritmo conduce a una suerte de encapsulamiento y de tribalismo, porque solo te pone en contacto con personas y opiniones afines. En ese sentido, el algoritmo es todo lo contrario a la idea metafórica del ágora griega. En mi opinión, es un peligro para el pensamiento crítico, por lo que el papel del librero como prescriptor es, en esos casos, más importante todavía".

Avalancha de títulos

En España se publican más de 85.000 títulos cada año. Unas cifras que provocan que, cada día, puedan llegar a las librerías entre ochenta y noventa novedades. "A veces pienso que las editoriales pueden llegar a ser nuestro enemigo", bromea Marián Colom que, lejos de lamentar la finitud del espacio de su librería, casi lo agradece. "Como el espacio es limitado, cada librero impone su criterio a la hora de elegir títulos, número de stock y tiempo que mantiene cada novedad en el local. Es verdad que no puedes estar sin muchas novedades, porque existe el cliente que siempre se las lleva, pero también es fundamental tener un fondo importante".

"El exceso de edición es un problema que viene de antaño. Es un poco como el huevo y la gallina. ¿Quién es el que dice lo que se edita y lo que no? ¿El editor o el comprador? En nuestro caso —explica Alfredo Quirós—, como somos una librería general, queremos abarcarlo casi todo y es complicado porque no solo influye en la forma de trabajar, sino en la imagen del propio librero. Mi abuelo, por ejemplo, se había leído casi todos los libros que vendía y eso ahora es imposible".

Los best seller los tienes que tener porque, a nivel facturación, es importantísimo y es lo que más rotación tiene

Pablo Sanz

— Librería Hipérbole (Ibiza)

"Los best seller los tienes que tener porque, a nivel facturación, es importantísimo y es lo que más rotación tiene", apunta Pablo Sanz, para el que lo verdaderamente importante es "conjugar el espacio que tienes y en qué lugar quieres colocar los libros", un detalle en el que también ha pensado Xavier Vidal. "No hay que perder de vista que una librería es un negocio y que, a final de mes, hay que pagar a todo el mundo. Por eso, aunque haya libros que puedan no gustarme, si la gente me los pide, los tengo que tener. Ahora bien: puedo tenerlos en el escaparate, en una mesa, en un armario… Cuando la gente me lo pide, lo tengo, pero lo que quiero exponer encima de las mesas son otros títulos. Algo que, sin embargo, no puedo hacer cuando llegan fechas como Sant Jordi".

 Sant Jordi es una de las grandes paradojas a las que se enfrentan las librerías independientes cada año. La gran fiesta de los libros es, al mismo tiempo, ese momento en el que los libreros tienen menos posibilidades de ejercer como tales. "Por una parte es una jornada magnífica en lo que se refiere a ventas, pero físicamente es imposible hacer esa labor de recomendación", confiesa Xavier Vidal. "Entiendo lo que dice Xavier —interviene Alfredo Quirós—. Para bien o para mal, hay gente que nunca va a una librería y que, sin embargo, sí va en Sant Jordi o en el Día del libro. Es esa afluencia de gente la que, aunque suene un poco feo, hace que esos días te limites a despachar". "Por eso —retoma Vidal—, las recomendaciones que hacemos los libreros para Sant Jordi, las hacemos quince días antes. Lo máximo que puedo hacer ese día es poner algunas notitas sobre los libros para que las recomendaciones estén visibles, pero nada más. El día de Sant Jordi —reconoce— lo paso fatal".

Nuevos canales, un mismo mensaje

El cliente de Sant Jordi es, en muchos casos, un comprador de libros ocasional cuyos intereses o búsquedas no proceden de ese contacto con los libreros, los medios especializados o el intercambio de opiniones con otros lectores. Su interés suele ser sugerido por las grandes campañas de comunicación realizadas a través de programas de radio, televisión o reportajes en revistas, que no necesariamente tienen que estar dedicados a la literatura.

Lo máximo que puedo hacer ese día es poner algunas notitas sobre los libros para que las recomendaciones estén visibles, pero nada más. El día de Sant Jordi lo paso fatal

Xavier Vidal

— Llibrería Nollegiu (Barcelona)

"La sociedad está cambiando y las librerías tenemos que aprender otras formas de comunicarnos con los clientes. Actualmente, la decisión de compra ya no se hace en el propio local, sino que puede hacerse a las once de la noche, con el móvil y desde casa. Por eso, sin perder esa posición de recomendadores, tenemos que saber manejar esas nuevas herramientas", comenta Alfredo Quirós, que coincide con Pablo Sanz y Marián Colom en la dificultad que supone para una estructura pequeña y mediana asumir estas nuevas tareas. "Sin duda, las redes sociales son un trabajazo —reconoce también Xavier Vidal—. Sin embargo, hay que diferenciar lo que es gasto y lo que es inversión. Nosotros empezamos la librería hace once años y abrimos la página web cuatro meses antes de la pandemia. Las ventas por la web nos salvaron. Por eso, dedicar una hora a colgar cosas con enlaces a la web de la librería para que la gente nos lo compre a nosotros es rendible, entendiendo por rendible que, a lo mejor, vendes dos libros. Por otra parte, y además de esta labor individual, las librerías independientes hemos abierto todostuslibros.com, una web con unas ochocientas librerías inscritas en toda España y que, aunque faltaría darle más promoción para que la conozca más gente, está funcionando muy bien. De hecho, cuando dicen que somos librerías de barrio me hace mucha gracia porque no es así. Somos librerías que estamos en un barrio y que, gracias a esas herramientas, llegamos a cualquier lugar".

Junto con internet y las redes sociales, una de las novedades a las que se han tenido que enfrentar las librerías independientes en los últimos tiempos ha sido la aparición del libro digital o fenómenos como Wattpad y la escritura colaborativa online. Sin embargo, conscientes de que sus recursos son limitados, la tendencia general parece ser la de no abrir más frentes ni asumir más responsabilidades que consuman energías sin generar resultados.

"Aunque se dijo que el libro digital no había afectado tanto, en nuestro caso, los clientes que cada vez que entraban en la librería se llevaban cinco, seis o siete libros, dejaron de existir", comenta Marián Colom que, a pesar de todo, ha decidido no trabajar el libro digital. Por lo que se refiere al fenómeno Wattpad, Pablo Sanz no lo ve como una amenaza desde el momento en que "está integrado en el mercado editorial físico, ya que las editoriales fichan a los autores de más impacto y los editan en papel. En este sentido, creo que el desafío al que nos enfrentamos, no es tanto al formato, puesto que por el momento los datos indican que, abrumadoramente, quienes leen lo hacen en papel, sino al simple hecho de la consolidación del hábito lector en las nuevas generaciones".

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