CRÍTICA

'Estoy bien', de David Sedaris: matar al padre

En su último libro, el autor estadounidense utiliza la ironía para ser descarnadamente sincero, sobre todo en cuanto a la figura paterna

El escritor David Sedaris, autor de 'Estoy bien'

El escritor David Sedaris, autor de 'Estoy bien' / EPE

Sergi Sánchez

El título del libro, cómo no, es irónico. Es la frase de cortesía que uno dice cuando atraviesa una pandemia, cuando el Black Lives Matter conquista las calles, cuando se muere tu padre. Aunque, en este último caso, tal vez sea cierto para David Sedaris (Johnson City, EEUU, 1956): él está bien, después de todo. La ironía, lo sabemos, es una estrategia de defensa, pero el autor de Vestido de domingo (2004) consigue utilizarla para ser descarnadamente sincero, sobre todo, en lo que concierne a su última obra, a la figura paterna, que ya aparecía, en todo su oscuro esplendor, en Calypso (2018).

Hay risas, por supuesto, porque, a estas alturas, la marca de fábrica de Sedaris es la de esos cómicos de escenario que se preguntan por los límites del humor saltando a la comba entre los cadáveres de sus ofensas, pero, claro, la primera víctima es su propio reflejo avejentado, ya próximo a la muerte, y la segunda, su padre, al que mata, literariamente hablando.

"¿No te parece que la muerte es el tema mejor abordado por el arte desde el principio de los tiempos?", escribe Sedaris. No es extraño, pues, que cinco de los 18 relatos (o ensayos, o monólogos cómicos, o autoficciones: difícil clasificarlos) de Estoy bien versen explícitamente sobre Lou Sedaris, que, después de una caída accidental, ingresa en una residencia de ancianos y se convierte en el padre amable, cordial, "un seductor, una delicia", que nunca fue, antes de morir a los 98 años.

Ahora, a ese ingeniero ferozmente republicano Joe Biden le parece medianamente aceptable y apenas quedan rastros de aquel hombre cruel, maltratador, con visos de aprendiz de pederasta, al que su hija suicida acusó de abusar de ella y del que Sedaris hace un retrato implacable, pero sin dramatismos, en Lady Marmalade. La naturalidad de la prosa hace más digerible un material narrativo inflamable. No se trata de frivolizar sino de contar a voces un secreto de familia que ha pasado por un profundo proceso de reflexión y que no termina ni en reconciliación ni en inquina.

Derivas

En los textos de Sedaris cabe cualquier cosa, desde sus aventuras con los aparatos ortopédicos dentales hasta el huracán que devastó su casa en la playa, pasando por el acoso (sexual) al que fue sometido por un niño de 12 años o su visita a un campo de tiro con su hermana Lisa. Todos sus relatos son digresiones, derivas que viajan de una anécdota a un Tema sin apenas solución de continuidad.

Esa fluidez en la mutación de motivos apunta a que Sedaris observa y piensa la realidad admitiendo que todo será materia prima para su escritura, y en ese tránsito no hay jerarquías entre lo banal y lo trascendente. Es una manera de proceder muy oral, que tiene muy en cuenta que estos textos van a ser leídos o interpretados ante un público, lo que impone una retórica grácil, liviana, que a veces puede parecer insensible al dolor ("después de su muerte –escribe a raíz del funeral de su padre– no pensaré tanto en su muerte en sí como en la forma de explicar cómo sucedió") pero que esconde una melancolía indómita.

Incluso cuando se parte el pecho explicando los secretos de su vida en pareja ("después de30 años juntos, dormir es el nuevo follar") en el irresistible Perlas, Sedaris no puede ocultar que, en lo más profundo de su ser, es un sentimental.

'Estoy bien'

David Sedaris

Traducción de Jorge de Cascante

Blackie Books

243 páginas

22 euros