CRÍTICA

'La vida secreta de Roberto Bolaño', de Montero Glez: enlazar la literatura con otras artes

En los relatos de este libro, el autor une a la generación ‘beat’, Marsé, Dalí y Barceló, entre otros, con su hábil narrativa

El escritor Montero Glez, autor de 'La vida secreta de Roberto Bolaño'

El escritor Montero Glez, autor de 'La vida secreta de Roberto Bolaño' / EPE

Santiago Ortiz Lerín

En un tablao de Madrid, el cantaor Agujetas da el último trago de whisky antes de desgarrarse la garganta frente a su público. Al fondo, entre un gentío con voces cruzadas y nubes de humo, el escritor Montero Glez (Madrid, 1965) aguarda en la penumbra para contarnos una historia del flamenco como las que Jorge Luis Borges cuenta en El tango, su libro póstumo, es decir, del compadrito porteño a un gitano de Jerez, dos mundos paralelos en dos hemisferios distintos.

Este relato es uno de los cinco de La vida secreta de Roberto Bolaño, un libro de historias difíciles transformadas en literatura, de Tánger a Barcelona, de la generación beat al flamenco, de contemplar una gata muerta frente a un bar tangerino donde el escritor Mohammed Chukri y el propio Montero Glez miran absortos a unos gatos necrófilos en una conversación que se expande al Nueva York de Jack Kerouac y William Burroughs, o a pasear con Juan Marsé charlando de literatura por Barcelona, donde el autor madrileño le habla al barcelonés de la novela El amante bilingüe

Las historias más llamativas

Sin duda, algunas de estas historias, las más llamativas, son las que recogen a Miquel Barceló revelando quién era el hijo secreto de Ernest Hemingway, o cómo el protagonista del último cuento establece una relación epistolar de amor y odio con Roberto Bolaño por un objetivo, que en realidad es publicar, tener contactos como el escritor chileno. En este cuento, Montero Glez lanza una sentencia: aunque uno escriba el Quijote o la Divina comedia, si no tiene contactos, publicar es difícil.

La literatura del madrileño combina la crudeza, como nos muestra en las relaciones de los miembros de la generación beat en el primero de sus relatos, hasta el aura hiperrealista que busca romanticismo en el flamenco. En la forma de escribir del autor leemos sus extraordinarias metáforas o, como él dice, el calambre de la metáfora, y a la vez evocamos sus imágenes para enfocar su manera de contar las cosas, pero, sobre todo, los requiebros del lenguaje, hacer del ritmo narrativo algo vivo; él puede apretar el ritmo, pararlo, trufar la narrativa con sus frases literarias y viajar mentalmente con Henry de Monfreid en Los secretos del mar Rojo.

Son pocos los escritores que teclean cuando escriben como si tocasen el piano de Dooley Wilson en el Café de Rick, de un bar de Tánger a un tablao de Madrid, con la tiranía inminente de la muerte que está presente en La vida secreta de Roberto Bolaño.

Montero Glez, premio de Novela Ateneo de Sevilla en 2016, es un narrador no solo de novela, sino también de cuentos, literatura de viajes y biografía novelada. Entre sus obras figuran Sed de champán, Pistola y cuchillo y su última novela, Carne de sirena. En La vida secreta de Roberto Bolaño hay lo que podríamos llamar literatura expandida, salta a la pintura y al flamenco, su narración se expande por otras artes.

Recuerda al borgeano narrador amanuense, una historia que le llega y nos transmite, pero además con cierto aire de "si no hay fatigas, no hay na pa cantar", como dice el Agujetas. O el mismo escritor cuando refiere una expresión del caló: las duquelas, la fatiga que hace más sublime en su arte al cantaor.

Pero la destreza narrativa de Montero Glez se refleja en "la nostalgia de regresar a donde nunca había estado", cuando el autor visita el París de Hemingway, donde en el estudio de Barceló presencia una conversación, mitad en español mitad en catalán, entre el pintor balear y Enrique Vila-Matas, disertando ambos entre glaciares alpinos y la técnica de Salvador Dalí. Este juego entre la realidad y la ficción lo sitúa como a un surfista que escapa airosamente de la cresta de una ola gigante que se cierra a sus espaldas, la gran ola Kanagawa, como dicen los japoneses.

La literatura, en cualquier caso, es un acto de rebeldía y en Montero Glez hay algo de eso, algo de Henry de Monfreid desafiando el mar Rojo y navegando bajo la estrella Altaír, el escritor que escribe con descaro, con su propio estilo, y con un brillo como el de la luna en las noches del Agujetas, en cuyo relato el autor dice que en la vida no sería otra cosa que un escritor creado por otro, que solo existe en la literatura, una especie del Pierre Menard de Borges, como también refiere en el relato de Bolaño.

'La vida secreta de Roberto Bolaño'

Montero Glez

Navona Editorial 

140 páginas

24 euros