ALTA FIDELIDAD

Christina Rosenvinge contra la épica

Como ya hizo en teatro, la artista recupera ahora en disco los versos de Safo

La artista Christina Rosenvinge

La artista Christina Rosenvinge / Adolfo Añino

Laura Barrachina

Laura Barrachina

Christina Rosenvinge es la música. Fue precisamente charlando con ella hace ya algunos años cuando fui consciente de que a ellas siempre las llamamos cantantes y a ellos músicos, aunque ellas también compongan, escriban y produzcan, aunque sean -como es el caso de Rosenvinge- la música por excelencia de este país. Hace ya muchos discos que lo sé, pero después del flamante Los versos sáficos acepto el lance de honor de quien me lo niegue. Bajo las órdenes de Marta Pazos, Rosenvinge se convirtió para el teatro en Safo, la primera poeta de occidente. Aquella fue una obra histórica que recuperaba a la autora y creadora y alejaba a la de Lesbos del estereotipo de suicida romántica que ha estado vigente durante dos mil años aún no siendo cierto.

Safo es anterior a la escritura, sus poemas eran canciones, cantos a la vida, al deseo, al amor físico siempre acompañados por la lira, creados para ser representados, por eso es una alegría que el proyecto que se estrenó en Mérida con Rosenvinge al frente siga vivo y se haya transformado en este nuevo disco de la cantautora. En Los versos sáficos recoge las canciones de la obra de teatro basadas en los textos de la poeta con nuevos arreglos e incluye dos temas inéditos. Rosenvinge explica que las letras de las canciones son un Frankenstein porque ha escogido fragmentos de los poemas y, como una buena orfebre, los ha ido cosiendo con alguna licencia como el arroz que ha añadido a la preciosa y mediterránea Canción de boda en la que junto a Maria Arnal canta: “Y del cielo caerán pétalos de rosa y del cielo caerán pétalos de arroz”, cuando en las bodas de la Antigua Grecia no se tiraba este a los novios.

Proceso de creación

Durante el proceso de creación, Rosenvinge ha contado con la complicidad y la ayuda de la gran especialista y traductora de Safo en nuestro país Aurora Luque, que sólo tiene elogios para Los versos sáficos porque sabe que este disco y su gira de conciertos son una forma de devolver a la poeta griega a sus orígenes, al escenario y a la celebración de la vida. Se nota que las canciones se pueden sostener solamente con esa prima lejana de la lira que podría ser la guitarra acústica, pero la cantante las ha ido arropando a lo largo del disco con guitarras eléctricas, algunas distorsionadas y hasta sintetizadores como en Contra la épica, una canción que se presta a ser bailada hasta en las discotecas de las que disfrutaría Safo y cuyo estribillo Christina Rosenvinge quiere que se convierta en un himno feminista: “Contra la épica, la estrofa sáfica”. Frente al tradicional y homérico canto al guerrero masculino, el canto al amor de las mujeres.

Aunque la semilla de este trabajo esté en los versos sáficos, si las canciones terminan funcionando tan bien es por la sensibilidad como letrista de la madrileña y otro ejemplo es la delicada La manzana en la que con apenas un fragmento de Safo construye una historia sobre el amor no correspondido: “Una manzana madura al sol en lo alto de la rama, no es un olvido, nadie la cogió, pues nadie la alcanzaba en lo alto de la rama, una manzana que yo no tendré”. Pero la canción, con aires de nana, termina con lo que también podría ser una alabanza al arte que nos salva cuando dice: “Vamos guitarra mía, háblame, conviértete en mi voz”. Y lo consigue. Christina Rosenvinge es la nueva épica