CRÍTICA

'El final feliz', de José Luis Muñoz Jimeno: cierre a 16 años de trabajo sobre ETA

El autor, referente español de la novela negra, culmina con esta obra la pentalogía que inició en 2007 sobre la banda terrorista

El escritor José Luis Muñoz Jimeno

El escritor José Luis Muñoz Jimeno / EPE

Alejandro M. Gallo

José Luis Muñoz Jimeno (Salamanca, 1951) necesita pocas presentaciones, pues es uno de los referentes españoles de la novela negra. Es autor de más de 50 obras en todos los géneros, ha sido traducido al francés, italiano, checo y búlgaro, y ha ganado la mayoría de los premios literarios más importantes del panorama literario actual.

Hace 16 años emprendió la aventura de escribir una pentalogía sobre ETA. De esa manera, comenzó con La caraqueña del Mani (2007), donde un antiguo etarra vivía un exilio dorado en Caracas con una sensual mulata que trabajaba en la sala de fiestas Maní. En ese momento, recibe la visita de dos antiguos camaradas para indicarle que ha de sumarse de nuevo a la lucha armada por el descalabro de la banda terrorista. Ese vasco aclimatado al Caribe se niega al requerimiento, lo que origina situaciones violentas entre etarras, servicios secretos españoles, Policía venezolana y bandas de delincuentes comunes de los cerros de la capital.

Le siguió Tu corazón, Idoia (2014), en la que narra cómo el comando Barcelona preparaba un golpe espectacular. Sin embargo, no hay unanimidad entre sus miembros, pues algunos se niegan a provocar una masacre. Aitor e Idoia lideran ambas facciones y se establece una tensión entre ambos, mientras se estrecha el cerco policial. De esta forma, el autor se adentra en los intestinos de ETA y su entorno, para dibujar la psicología del terrorista: sujetos capaces de cometer actos horribles justificándolos con grandes ideales inalcanzables.

La tercera, Cazadores en la nieve (2016) fue Premio de Novela Ciudad de Córdoba y su trama se desarrolla en una población del valle de Arán, donde Marcos recala cuando ETA declara un alto el fuego. Un día, en el bar del pueblo, coincide con Muñiz, el teniente de la Guardia Civil, y cree reconocer su voz. De esta forma, la paz, en ese idílico lugar de montaña, se ve trastocada por el deseo de venganza, ETA y la lucha policial contra el terror

La cuarta fue El bosque sin límites (2019), ambientada en el Euskadi de los años de plomo, cuando ETA-PM, ETA-M y los Comandos Autónomos Anticapitalistas mataban todos los días y el Estado iniciaba la guerra sucia con los GAL. En ese contexto, el joven Ugaitz es admitido en la banda terrorista para participar en acciones armadas, adentrándose en una vorágine violenta sin retorno.

Una novela original

Ahora nos llega al última de la pentalogía, El final feliz, ganadora del Premio de Novela Ciudad de Alcorcón, donde nos presenta a Iñaki, un joven vasco de Bilbao que vive con sus padres mayores en una pequeña vivienda al lado de la ría y mantiene una relación conflictiva con Begoña. No tiene trabajo y se relaciona con la sociedad a través de su cuadrilla, pero esta amistad comienza a resquebrajarse cuando algunos apoyan los atentados de ETA y un amigo es asesinado. Una novela original, porque se puede leer a la inversa, dado que el comienzo es el final y el último capítulo, en cambio, es el inicio, el de la esperanza. 

La novela está ambientada en los años más sangrientos del País Vasco. Es el instante en el que ETA comienza a matar a los que considera narcotraficantes porque dicen que envenenan a los jóvenes y diezman el natural potencial revolucionario de la juventud vasca. Ahí, la organización terrorista construyó la creencia conspiratoria de que el Estado español distribuía droga entre los jóvenes para anularlos como gudaris de la patria vasca.

Con ese constructo conspiranoico, ETA causó 58 víctimas, de las que 43 fallecieron, acusándolas de narcotraficantes de heroína y ejecutándolas. Esta fue una gran mentira de la banda, como han demostrado los trabajos de investigación ¿Nos matan a heroína? (2015), de Juan Carlos Usó; ETA y la conspiración de la heroína (2020), de Pablo García Varela, y Antonio Escohotado.

Otros, como el sociólogo Alain Labrousse y Roberto Saviano, defienden que los circuitos de venta de armas ilegales eran los mismos que los de la heroína, de tal manera que la droga funcionó como un narcodólar en las transferencias entre los terroristas y las mafias. A lo que sumamos la doble moral etarra, pues muchos consumían drogas, como el comando Igueldo, el comando Golfo, que fundió el dinero de varios atracos en heroína.

'El final feliz'

José Luis Muñoz Jimeno

Cosecha Negra 

210 páginas

17 euros