Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Ol ai guon for crismas is yu

Ni Leticia Sabater ni la Reina Letizia conseguirán destronar a la reina de la Navidad: Mariah Carey

La cantante Mariah Carey

La cantante Mariah Carey / EPE

Todavía no había desaparecido del todo de nuestras pupilas gustativas el retrogusto que nos había dejado su videoclip Barbacoa al punto G ("Mi videoclip es para gente inteligente. No puedes pretender que a Kubrick lo entiendan todos", dijo tan pancha), cuando reaparece Leticia Sabater, la reinona del cutrelux hispano, amenazando con que esta Navidad se comerá un pibón, un tema en el que se pone gore, inventando de paso el gorencico o villangore. Last Christmas, Leti.

No conseguirás destronar a la reina de las Navidades: el rojo atuendo de Santa y el muslamen (¡Está en el DLE!) infinito pertenecen a la edulcorada Mariah, más dulce que el almíbar según el contar de los contares. Será ella quien nos entregue los obsequios merecidos, los premios alcanzados, las recompensas que nos hemos ganado. En forma de libros, a ser posible, que es el negociado que nos paga los trienios, los quinquenios y los ingenios.

La única Letizia que ha reinado estos días atrás ha sido la de la zeta postiza, la prescriptora de escriptoras, la que tiene a su nombre una ruta turística en Vetusta y unos pasteles ("tartaletas de almendra y yema y como toda reina que se precie con su corona de chocolate"), la campechana soberana que, sin ton ni son ni sol, se acercó a unos grandes almacenes y convirtió en reina por un día a su amiga del alma, ante la sorpresa de los que estaban en la cola de la sección de librería o se probaban mocasines.

Quién no va a desear que Letizia la haga rena o reina por un día. Yo también quiero que Letizia me haga reno por un día, ser Rudolph the red nosed reindeer; o si no, ser Rodolfo Langostino en estas fechas tan señaladas.

Mientras llega mi momento de reinar, o de remar, y abandonada ya toda esperanza de alcanzar el premio que me traiga Papá Noel, voy haciendo mi lista de libros del 2023. Pienso en ellos mientras preparo mi receta de patatas a la arrogancia, plato típico de los finales de año. Receta humilde, aunque trabajosa. De cuidada ejecución, aunque poco técnica. De presencia impecable a pesar del humilde rebozado. De elaboración casera y consumo familiar. De gusto fuerte pero ligera digestión. Un ejemplo preciso de consumo periférico y consumible.

Debería escribir aquí algunos nombres y algunos títulos. Ha sido un año fructífero y amable. Pero prefiero unirme a ustedes en amor y armonía, pensando en nuestra carta a los Reyes Magos, la competencia autóctona del jocoso barbudo, ese terceto de Alejandría machirulo y heteropatriarcal que a punto estuvo de coronar a Brian por equivocación. Y que no nos hagamos pajes mentales. Noche de paz.