CRÍTICA
'El fascio de las Ramblas': una historia alternativa del fascismo español
Xavier Casals y Enric Ucelay-Da Cal postulan en este libro que la primera generación del movimiento nació en Barcelona en 1919
Ernest Alós
En marzo de 1919 nacen los Fasci Italiani di Combattimento. Entre esta fecha y la fundación del Partido Nacionalista Español en 1930, las JONS en 1931 y la Falange en 1933, en España pasaron cosas que según los historiadores Xavier Casals y Enric Ucelay-Da Cal no pueden despacharse como efímeros brotes miméticos del fascismo italiano o meras prefiguraciones del falangismo. En El fascio de las Ramblas. Los orígenes catalanes del fascismo español postulan una genealogía alternativa al fascismo español, liberada de lo que denominan la "falangística" que marcó un "relato codificado en los términos que transmitieron los propios falangistas" y que contaminó también a los influyentes trabajos de Stanley G. Payne.
Casals y Ucelay argumentan que entre 1919 y 1923 se desarrolla lo que no dudan en calificar de "primera generación" del fascismo, con características inherentes a este modelo político (indiscutiblemente, el nacionalismo integrista, el escuadrismo violento contra el movimiento obrero organizado) y las especificidades propias de su aplicación en España, como la supeditación al poder militar de cualquier movimiento civil o milicia, reducido, en palabras muy posteriores de Franco, a "claca".
Reinterpretación
En la reinterpretación de Casals y Ucelay, todo empieza en Cuba con la formación de un modelo de ejercicio del poder ante un desafío separatista que denominan como de "capitanía cubana" y que, de la mano de mandos militares como Joaquín Milans del Bosch y Severiano Martínez Anido, se replicaría en un lugar donde se conjugaron el conflicto social con el temor a la réplica de la pérdida de la isla caribeña: Barcelona. Sus componentes: poderes de excepción, desplazamiento del poder civil y apoyo en movimientos civiles lealistas de carácter tan auxiliar como violento. Aquí hacen los autores una primera categorización que seguramente no estará exenta de debate: considerar estos dos periodos como las dos primeras dictaduras militares españolas, en directa continuidad con las de Primo de Rivera y Franco y distinguibles de las distintas fórmulas de estado de excepción e intervención militar que se arrastraban desde el agitado XIX español.
Su segunda tesis es tipificar como fascistas (ni proto, ni pre) la galaxia de grupúsculos nacidos a la sombra de la autoridad en el periodo 1919-1923, desde el pistolerismo patronal a los movimientos anticatalanistas estrechamente vinculados a la oficialidad de la guarnición local. Desde la Liga Patriótica Española, contemporánea de los primeros grupos de arditi italianos pero dos meses previa al fascismo, de cuyo manifiesto de 1919 dicen sin embargo que "fija el programa de toda la extrema derecha española hasta Vox" hasta grupos incluso estéticamente fascistas como La Traza con sus camisas azules ya en 1922. O el mismo Sindicato Libre (con una combinación de retórica obrerista y acción violenta al servicio de la patronal típicamente fascista, por cierto) y el pistolerismo que se desarrolla desde este sindicalismo amarillo y desde apéndices parapoliciales como la Banda Negra del barón König. Si una de las características del fascismo es la violencia, argumentan, mucho más lo fue el Sindicato Libre que el primer falangismo joseantoniano de niños bien nacido en Madrid una década después.
Casals y Ucelay plantean la imbricación innata entre el fascismo español (y en todo caso, de los movimientos nacionalistas encajen o no en la definición amplia de fascismo que asumen) y el nacionalismo catalán. Y no solo, aunque sobre todo, en términos de reacción a este. Recuerdan que la burguesía catalana de la Lliga vio compatible, hasta la misma decepción que supusieron las decisiones que empezó a tomar el directorio de Primo de Rivera, el apoyo a la mano dura contra el movimiento obrero desde capitanía y el gobierno civil con la construcción de las instituciones de autogobierno. Ese magma que garabateaba manifiestos y cargaba sus pistolas en cafés de la Rambla quedó domesticado bajo Primo, que fracasó en su intento de consolidar como bases civiles a la Unión Patriótica o el Somatén, pero había diseñado ya el marco ideológico de esa dictadura y de la que vendría. Que poco margen daría, salvo cambio de chaqueta, a un catalanismo del que aquel manifiesto de 1919 decía: "No se contentan con ir a Europa a pedir lo que no les será concedido de ninguna manera, sino que salen por esas calles a dar gritos subversivos".
'El fascio de las Ramblas: los orígenes catalanes del fascismo español'
Xavier Casals Meseguer y Enric Ucelay-Da Cal
Pasado & Presente
568 páginas
29 euros
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