CATALUÑA

¿Por qué hay ladrones que roban catalizadores de los coches?

Los Mossos subrayan que para acabar con estos delitos hace falta apuntar a quienes compran los dispositivos sustraídos

Catalizadores de coches.

Catalizadores de coches.

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

El catalizador es "el riñón del coche", explica el sargento Jordi Casanova, responsable de la unidad de investigación de la comisaría de los Mossos d'Esquadra de Igualada, que desarticuló hace algunos meses una banda dedicada al robo de estos dispositivos. Es una metáfora acertada porque el catalizador es un dispositivo que los coches deben tener por ley para, emulando las funciones de ese órgano, depurar los gases tóxicos que expulsa el tubo de escape y también porque, dado que en su interior contiene partículas de materiales preciosos de gran valor como –paladio, platino o rodio–, podría decirse que vale un riñón. Por ese motivo hay grupos de ladrones especializados en el robo de catalizadores en Cataluña

No es un robo que cometa una única organización a la que baste con desarticular para que desaparezca este tipo de delito. "Los perpetran grupos pequeños de ladrones" que actúan por todo el territorio catalán aleatoriamente y que pueden provocar que se produzcan olas puntuales de casos "en Barcelona, Manresa o Sabadell", explican fuentes policiales. El problema persistirá hasta que desaparezcan las personas que compran a los ladrones los catalizadores que han robado, por los que pagan entre 100 y 200 euros, razona el sargento Casanova.

Robos nocturnos

"Mi mujer fue a arrancar el coche y oyó un ruido brutal, como si faltara la parte del tubo de escape", explicaba recientemente en el programa de Els Matins de TV3 el dueño de un vehículo al que unos ladrones le habían cercenado durante la noche el catalizador. Así se enteran la mayoría de afectados que han sufrido el robo del catalizador de su coche, cuando acuden por la mañana y el motor suena mucho más ruidoso al ponerlo en marcha.

Eso le ocurrió a Jesús, un taxista que conduce un Toyota Prius. Hace unos días acudió a recogerlo al aparcamiento con videovigilancia en el que lo deja por la noche y en cuanto giró la llave del contacto supo lo que había pasado. "En el taller de Poblenou al que llevé el coche me dijeron que es el cuarto coche que les entra por este motivo esta semana", asegura a este diario.

En la pieza televisiva anterior se recogía precisamente una entrevista al mecánico de un taller, que se encontraba también reparando un turismo al que habían extirpado el catalizador, y que mostraba dónde se encuentra el aparato –en los bajos del vehículo, el chasis– y aclaraba que con instrumentos adecuados los ladrones pueden arrancarlo en dos o tres minutos. "Dicen que usan una radial pequeña que funciona con batería y que venden en el Lidl", apunta Jesús, que añade que usan un gato para levantar el coche y acceder así al catalizador y que los Toyota Prius como el suyo son un modelo que los ladrones tienen en su punto de mira porque no son vehículos excesivamente pesados.

A los Mossos no les consta que exista un problema generalizado en Cataluña vinculado al robo de catalizadores, aunque sí que periódicamente afloran "baterías de ladrones" que dan un buen puñado de disgustos a conductores de coches que llevan una década sobre el asfalto, como los vehículos afectados por el grupo desarticulado hace tres meses por la unidad de Casanova.

Los ladrones buscan coches que tengan unos diez años porque después de ese tiempo en funcionamiento las partículas han sido limadas durante años de filtrado de los gases tóxicos y se encuentran en un estado más puro y de más fácil extracción por parte de las empresas de reciclaje que compran esos catalizadores, a menudo robados.

Como el oro

Existe una demanda importante de estos metales preciosos y para desactivar a estos ladrones debe incidirse sobre quienes adquieren lo que roban, insiste Casanova, que subraya que el rodio puede llegar a valer entre 400 y 500 euros el gramo. Este elemento, enumera el policía, se usa para fabricar material de quirófano, implantes dentales o aparatos electrónicos. Y existe un mercado negro que sacia una parte de la demanda, como probó la investigación de los agentes de Igualada al seguir a la banda que actuaba por las comarcas centrales y la corona metropolitana.

La vigilancia de los cuatro sospechosos que estaban disparando los robos de catalizadores en un polígono condujo a los policías hasta una chatarrería de Cerdanyola del Vallès. En un contenedor de esta empresa, protegido por notables medidas de seguridad, los Mossos hallaron casi setenta catalizadores sustraídos. El chatarrero pagaba en negro a los ladrones, extraía el rodio y después lo vendía extendiendo facturas a empresas que lo compraban legalmente. Por ley, y desde el fenómeno de los robos de cables de cobre, los establecimientos como las chatarrerías deben anotar en un registro consultable por la policía de dónde proceden los materiales que compran. En el negocio de Cerdanyola no constaba dónde adquiría el rodio que suministraba.

Sin cobertura

Para los propietarios, sufrir el robo de un catalizador supone, a menudo, cambiar de coche. Al tratarse de vehículos que rondan los diez años valen menos que el precio del recambio, que supera ampliamente los mil euros. Además, las aseguradoras no cubren esta sustracción. A pesar de que para arrancar un catalizador es necesario usar una sierra mecánica, este delito penalmente se considera un hurto porque el ladrón no ha accedido al interior del vehículo al hallarse el objeto en el chasis. Y las aseguradoras que incluyen los robos en la cuota no indemnizan por hurtos como el del catalizador.