ENTREVISTA

Lluís Ballester, sociólogo: "El porno actual no es recomendable para nadie y a ninguna edad"

El experto aportar claves a las familias sobre redes, pornografía y prostitución en los jóvenes

Lluís Ballester antes de la conferencia en el Centro Cultural Cervantes.

Lluís Ballester antes de la conferencia en el Centro Cultural Cervantes. / J.A.RIERA

Noemí Martínez

El acceso a la tecnología está al alcance de todos, también de los menores. Un mal uso de internet y de las redes sociales puede derivar no solo en que los jóvenes sean víctimas de un delito, también ser autores. Para evitarlo, hay que hablar de ello en casa y en las escuelas, dice el investigador social y profesor de la Universitat de les Illes Balears, Lluís Ballester. Y hay que hacerlo desde el respeto y el cariño. Responde a las preguntas de Diario de Ibiza, periódico del mismo o grupo, Prensa Ibérica, antes de una conferencia.

Bajo el nombre ‘Redes, pornografía y prostitución’, usted ofrece hoy [por ayer] una conferencia en la que se trata de temas tabú, ¿cómo aborda este tipo de charlas? ¿Qué claves toca?

Se trata de un encuentro breve, en el cual no se puede tratar a fondo el tema, pero sí aportar la información que consideramos básica para tener un planteamiento personal bien fundamentado. Presento esa información y voy invitando a reflexionar. Al final, también se aportan algunas claves para enfocar el papel que pueden asumir los padres y las madres, en el ejercicio de la parentalidad responsable.

Por partes, ¿qué está pasando con las redes sociales? Hay dos visiones, la buena y la menos buena, pero prima la última y, de hecho, estamos limitando su consumo a nuestros hijos.

Las redes representan un nuevo ámbito de comunicación y socialización en el que desde muy jóvenes pasan mucho tiempo. Hay aspectos muy positivos, pero también algunos riesgos que hay que identificar. Nos centramos en esas cuestiones que se deben conocer para poder prevenir las dificultades, desde la confianza y la buena comunicación.

A raíz de la pandemia han salido a la luz muchos trastornos mentales en jóvenes que reconocen que las redes han jugado en su contra. ¿Hay algo más detrás?

La comunicación en red se ha utilizado de muchas maneras, en este periodo de mayor aislamiento ha servido para no perder el contacto, hasta para realizar tareas académicas. Creo que el balance, en general, no es negativo. Sin embargo, ha habido usos que no han sido constructivos. Las redes ofrecen oportunidades a los predadores más tóxicos, personas y organizaciones que intentan captar adolescentes y jóvenes para actividades y experiencias que les van a hacer daño. Entre ellas, el consumo masivo de pornografía, los hábitos alimentarios menos recomendables y otras modalidades de agresión. Pero, insisto, por lo que sabemos, afectan a un 15 o 20% de los jóvenes. Además, hay capacidad de resistencia, no todo son malas noticias.

Por suerte. Para no estar dentro de ese porcentaje, ¿cómo debemos usar bien las redes?

Muchas de las funciones de las redes son positivas: comunicación, intercambio de experiencias, acceso a la cultura (música, cine, etc.), información sobre diversos temas (aficiones, deporte, cocina, otros países, otras culturas), etc. Aprovechar estas funcionalidades originales, protegiéndonos del bombardeo publicitario y sin entrar en provocaciones, es clave. Para poder hacerlo, está muy bien que les enseñemos a proteger sus perfiles personales en las redes, a no entrar en discusiones estériles, a evitar la captación para enviar imágenes sexualizadas, a evitar propagar rumores, etc. En este sentido, todos tenemos un papel, las familias por supuesto, también la educación y el conjunto de medios de comunicación.

En la charla también habla de pornografía. Los datos constatan que su consumo crece entre los más jóvenes. ¿A qué cree que se debe?

La curiosidad es muy natural, pero hay que tener presente que las empresas que producen y distribuyen pornografía han comprado las posiciones de privilegio en todos los buscadores de internet, de tal manera que cuando un adolescente o un joven busca una palabra relacionada con el sexo, los buscadores como Google le muestran enseguida pornografía. Eso genera un acceso demasiado prematuro, además de una presencia demasiado habitual en internet.

Si hablamos de facilidades, ¿es más fácil para un chaval masturbarse con una pantalla que tener una relación sexual de forma directa con otra persona? ¿Hay miedos?

La sexualidad empieza por uno mismo, es muy natural que la sexualidad inicialmente se exprese mediante la masturbación. El problema es cuando esa masturbación se ve masivamente influida por la pornografía, ya que se deseduca sexualmente, se presenta una visión bastante distorsionada de la sexualidad más saludable, basada en el vínculo seguro (el respeto por uno mismo y por la otra persona), el consentimiento (el acuerdo entre iguales) y el placer compartido, cuando se tiene una relación con otra persona.

¿Nos falta tener más sexo?

Nos hace falta mejor sexo. No es tanto una cuestión de cantidad como de calidad, de sexualidad saludable, de libertad informada y de respeto por los procesos personales.

¿Se puede tener sexo y alternarlo con ver porno?

Tal y como es actualmente el porno, me parece que no es especialmente recomendable para nadie y a ninguna edad. Pero, si me pregunta sobre la posibilidad de ver porno y que no nos haga daño, de verlo con una mirada curiosa, pero a la vez crítica. Creo que eso es posible.

¿A qué edad empieza a masturbarse un niño?

Desde la pubertad hay una activación sexual muy importante, con una presencia de la masturbación frecuente. Sin embargo, hay tocamientos exploratorios y placer en el reconocimiento del propio cuerpo desde muy pronto.

Son muchas las personas que relacionan la pornografía con el machismo, ¿están en lo cierto?

Claramente, la visión cosificada y de objeto sexual de las mujeres es muy común en el porno. De hecho, hay graves problemas para entender bien el respeto por otra persona, el consentimiento o el placer compartido, en consumidores habituales del porno. Es una escuela de machismo, por supuesto.

¿Hasta qué punto es necesario hablar de ello en las aulas? ¿Y en el entorno familiar?

Hay que desarrollar una buena educación de las emociones, de los afectos, de las relaciones, de la sexualidad, por supuesto. Los centros educativos deben colaborar con las familias en el desarrollo saludable. Hay que aceptar que somos seres con deseos. No hay que hacer «charlas» de sexo, pero sí tener un criterio bien informado que acompañe el sentido común. Eso va a permitir que nuestros hijos sean más felices. Sin embargo, eso no significa hablar mucho ni plantearlo como un tema frecuente. Las emociones, los sentimientos, los afectos, etc, se pueden mostrar y educar cuando los adultos se tratan con respeto, cuando muestran su cariño; eso es lo más educativo que podemos hacer juntos.

¿Cómo definiría la prostitución?

Básicamente como explotación sexual de personas, mayoritariamente mujeres, que se encuentran obligadas (por proxenetas o por las circunstancias) a esa explotación. Si son menores de edad, se trata de explotación sexual en la adolescencia; si son mayores y hay una presión especial (amenazas, violencia…) se puede hablar de trata. Pero, sea como sea, se trata de explotación sexual. No la recomendaríamos a nuestras hijas o a nuestras madres, por ejemplo.

¿Puede relacionarse el consumo masivo de pornografía con un incremento de la violencia sexual, por ejemplo, de manadas? ¿Y con la violencia de género?

Sí, tiene relación y es uno de los factores que explica el incremento del sexo violento en grupo, como el de las manadas. Es una de las consecuencias investigadas: desconexión empática, la incitación a la conducta violenta ... En un número del verano de 2019, en la revista Der Spiegel, aparecía un reportaje sobre determinado turismo degradado, mostrando cómo se hace publicidad de las prácticas habituales en la pornografía en muchas playas. Hay jóvenes que quieren emular el sexo en grupo que han visto cientos de veces, en cientos de vídeos diferentes. Sabemos que se están formando constantemente grupos de jóvenes depredadores, deseducados en el porno y que consideran fascinante el sexo en grupo como el que vieron en la nueva pornografía: forzando y humillando a su víctima, filmando su "hazaña". Nosotros estudiamos la «desconexión moral», la «desconexión empática» que se produce en estas situaciones. La distorsión perceptiva es tan intensa que han cosificado a la mujer a la que violan y filman. Pero la culminación es el exhibicionismo característico del porno: exhiben su actividad delictiva.

Por tanto, estas actitudes pueden incitar a algunos jóvenes a seguir este patrón...

Sí, la frecuentación masiva del porno tiene efectos sobre la modificación del imaginario sexual (qué es el placer, qué incrementa el deseo, etc.), sobre la conducta sexual, incrementando modalidades violentas.

Respecto a todo lo que hemos hablado, ¿qué les dice a los padres que no sepan ya?

Les informo de lo que sabemos a partir de las investigaciones que realizamos, en Balears, en España, pero también de lo que nos enseña la investigación internacional. Primero, les muestro la importancia de este tema en la vida de los adolescentes y jóvenes. Luego les explico cómo afecta a la formación de su imaginario sexual, sus percepciones, sus actitudes y sus prácticas sexuales. Finalmente, les sugiero algunas de las opciones que tenemos para mejorar los procesos madurativos, el desarrollo de emociones y también la sexualidad saludable, es decir, la que les ayudará a ser felices sin hacer daño a nadie.

Estos tres asuntos que trató en la conferencia, si los comparamos con la situación de hace unas décadas, ¿están empeorando?

Claramente sí. La pornografía nunca ha tenido el poder para influir que tiene ahora, fíjese que ahora es gratis y el consumo se hace en aparatos que llevamos siempre encima. Las redes sociales, hace 20 años, casi ni existían. En cualquier caso, para quienes ya frecuentaban alguna, no tenían ni una décima parte de la capacidad de influir en nuestras vidas de la que tienen ahora. Finalmente, la prostitución se está ocultando, está aumentando la explotación de menores de edad, está captando sus "clientes" a partir del porno y de internet. Además, está reproduciendo prácticas muy duras que surgen del porno. Fíjese que, por ejemplo, en la cultura de la prostitución no se aceptaban besos en la boca; ahora, eso no tiene la menor importancia en comparación con lo que tienen que hacer. Empeora y debemos ser conscientes.