SALUD MENTAL

Mercedes Navío, psiquiatra: "Hay que intentar que los duelos ya elaborados no se trasladen a la siguiente generación"

La coordinadora de la Oficina Regional de Salud Mental de la Comunidad de Madrid publica 'Felices los normales, memorias de una psiquiatra', su obra más personal y reparadora

"Cuando nos forzamos a ser lo que no somos y a cubrir expectativas de ideales inalcanzables para cualquiera, el mensaje interno que nos damos es de insuficiencia", indica la autora en un tono liberador

La psiquiatra Mercedes Navío comparte sus memorias en su último libro 'Felices los Normales'

La psiquiatra Mercedes Navío comparte sus memorias en su último libro 'Felices los Normales' / Andrea San Martín

Andrea San Martín

Andrea San Martín

Una tarde fría de enero, en Café Comercial, Mercedes Navío revela a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA su lado más personal e íntimo mientras se toma un vaso de leche caliente. Un dictamen autobiográfico acerca de sus heridas del pasado, dudas del presente y preocupaciones futuras siempre desde la comprensión del sufrimiento ajeno y también del propio.

Con un guiño a Paco Umbral, "yo he venido a hablar de mi libro", la coordinadora de la Oficina Regional de Salud Mental y Gerente Asistencial de Hospitales en el Servicio Madrileño de Salud, describe a la perfección en su última publicación, Felices los normales: memorias de una psiquiatra (Espasa), la desnudez de su profesión a través del descubrimiento de rostros a los que mirar y en los que mirarse. Porque nadie es normal visto de cerca, o así lo entiende ella, a quien le dieron más miedo los cuerdos que los locos.

La psiquiatra Mercedes Navío en Café Comercial.

La psiquiatra Mercedes Navío en Café Comercial. / Andrea San Martín

En un tono tranquilo y cálido, expresa el paso del tiempo, en su trayectoria tanto personal como profesional, a través de historias de aquellos pacientes que han dejado huella, al mismo tiempo que, evoca su alivio por sanar sus impresiones silenciosas. Un almario, ese lugar donde reside el alma, en el que Mercedes Navío se adentra de una forma respetuosa para contar historias, afrontar los duelos de su propia identidad y fortalecer posibles inseguridades que brotan como consecuencia de una exposición no sólo en el día a día, sino también en el mundo virtual.

"Con motivo de la salida de la pandemia, con una situación límite, y el mirar hacia atrás, a los inicios de mi vocación y cómo se fue forjando nace este relato formado por rostros una compilación en la que hubiera verticalidad entre la figura del psiquiatra, con formación específica, y un encuentro genuino con los seres humanos", detalla a este periódico.

P. ¿Cuál es el propósito de 'Felices los normales'?

R. Nace de una necesidad personal, un diálogo entre la historia familiar del terapeuta y la de aquellas personas que han sido atendidas, por supuesto, en personajes recreados y ficcionados. Es una elaboración de la culpa que es un sentimiento relativamente frecuente en los duelos y está presente en el libro de una forma que termina siendo integrada y aceptada en la medida en que la mirada de la narradora al final de libro para consigo misma es una mirada menos enjuiciadora y más compansiva. Eso también me lo ha regalado la escritura del libro. Hay una frase casi al final que dijo Felipe, aquel amigo entrañable de Mafalda: "Justo a mí me tocó ser yo", y a partir de ese momento cambia completamente el sentido y al final la narradora es capaz de llegar a una tregua consigo misma. De alguna forma hay que intentar que los duelos ya elaborados no se trasladen a la siguiente generación y es una forma de poder liberar de equipaje a las nuevas generaciones para que sean más libres de partida de algunas de esas cargas.

P. ¿Puede ser agotador ese desnudo más íntimo, el emocional?

R. En el libro lo planteo pensando en circunstancias límites. El cuidador puede sufrir un estrés añadido por exceso de responsabilidad, cuanto más cerca estamos de la situación traumática más importante es el autocuidado. En el sentido de situaciones de emergencia los psiquiatras conocemos técnicas como la ventilación emocional. En los factores de riesgo cuando hablamos de su potencial traumático decimos que hay tres demasiados: 'pronto, intenso y prolongado'. Por ejemplo, cuando es demasiado pronto, en la infancia o en la adolescencia, o mantenido en el tiempo, la posibilidad de tener heridas emocionales se incrementa. El libro arranca con una frase de Boris Cyrulnic: “Una elección vocacional es una confesión autobiográfica”, y yo creo que en el origen de la vocación está la historia familiar, particularmente la historia materna en un momento muy concreto de la infancia y el proceso de autoaceptación en materia de orientación sexual.

P. ¿Quién cuida al que cuida?

R. En salud mental existe la figura de la supervisión y en psicoterapia es una forma de cuidarnos y de cuidar cómo hacemos nuestro trabajo. El tipo de terapia cognitivo-conductual ante un miedo irracional muy intenso que afecta a la vida cotidiana hace lo que llamamos una exposición progresiva a lo temido y lo hace de una manera sistemática y progresiva logrando que los niveles de angustia puedan reconquistar la libertad perdida.

P. ¿Hay una presión social por no cumplir a tiempo con las etapas de la vida?

R. Cada uno tiene su momento y su propio proyecto. La emancipación más radical con el ser humano es poder hacer su propio proyecto, pero es inevitable compararnos con los ritmos de los demás. El tiempo permite relativizar los tiempos y los fracasos de la vida. Ese poder mirarnos de esa manera y sentirnos valiosos independientemente de los logros, es una conquista que la madurez nos va regalando. Hay una persecución de un objetivo que muchas veces viene impuesto y no es el propio. La sabiduría se adquiere cuando realmente puedes elegir tus objetivos y prioridades. Los duelos forman parte de la vida, cada uno tiene los suyos y mi profesión favorece la posibilidad de un mayor autoconocimiento y ver con menos simplificación la complejidad moral del mundo y la riqueza del ser humano que no es reducible a una sola faceta.

P. En el libro mencionas que la muerte social puede ser peor que la física. ¿A qué te refieres?

R. La mirada enjuiciadora y reprobatoria del otro de alguna manera te expulsa y te deprava. Y en una forma simbólica te trae a la muerte donde no hay espacio donde estar o sentir paz. En el libro está presente en la etapa de la adolescencia en el que se magnifica todo y se hace intenso y yo lo que diría es que no es absoluto definitivo y el sentimiento de vergüenza es universal. Todos los seres humanos están transitando por el sentimiento de compararse y sentirse insuficiente, sobre todo, en esa etapa.

P. ¿Hasta qué punto influyen las relaciones personales en nuestra salud mental?

R. La necesidad de pertenencia de los seres humanos es universal, y señala que el estigma de la salud mental hace más daño especialmente si no nos sentimos que formamos parte y se ve afectada en un contexto complejo en cuanto al abordaje de los prejuicios en materia de autoaceptación. Los peores enemigos somos nosotros mismos porque damos por buena la mirada del otro y es especialmente dañino el proceso de maduración en el que somos mucho más dependientes de la mirada del otro que cuando ya estamos más conformados y tenemos esa personalidad más definida y tenemos los mecanismos de afrontamiento del estrés más maduros.

P. ¿Cómo puede verse alterada nuestra autoestima ante la exposición en las redes sociales?

R. Las redes son amplificadoras de lo mejor y de lo peor, entre ellos los factores de riesgo como el acoso puede propiciar riesgos que hay que reconducir. Esa exigencia humana de mostrar la mejor versión, que es fictia y que paradójicamente el mensaje es que no estamos a la altura, es una paradoja de la que no somos conscientes, pero que opera. Porque cuando nos forzamos a ser lo que no somos y a cubrir expectativas de ideales inalcanzables para cualquiera, el mensaje interno que nos damos es de insuficiencia y de no reconocimiento de ciertas fragilidades que todos tenemos y que muchas veces son la fuente de nuestra fortaleza.