CASTILLA Y LEÓN

Así es Hontanares de Eresma, el pueblo con la edad media más baja de España: "Todo lo que hay es para los niños"

Situado en Segovia, el municipio tiene 510 vecinos menores de 19 años, y multitud de actividades para ellos, pero no tiene colegio ni pediatra

Dos niños corretean por una de las calles de Hontanares de Eresma, el pueblo más joven de España.

Dos niños corretean por una de las calles de Hontanares de Eresma, el pueblo más joven de España. / ALBA VIGARAY

Roberto Bécares

Roberto Bécares

Hontanares de Eresma, en Segovia, es el municipio con la media de edad más baja de España, 34,66 años. A 17 kilómetros de Segovia capital, no tiene, sin embargo, colegio propio y eso que viven allí 280 niños entre cero y nueve años, y otros 230 de 10 a 19. "Nosotros queríamos hacer uno nuevo, pero al final se hizo en Valverde del Majano, que está a cinco kilómetors de aquí", lamenta Javier García, alcalde de la localidad, que cuenta con siete equipos de fútbol distintos, incluso uno femenino.

Cuando llega el verano, los zagales se juntan en grandes pandillas donde el frontón, a la entrada del pueblo, donde están las pistas deportivas frente a una arboleda. Hoy es una no muy fría mañana de entre semana y por cualquier lado es fácil ver a niños en patinete eléctrico, en bicicleta o andando. "Aquí niños hay a patadas", cuenta Daniel, de unos 40 años, que se vino hace once a vivir al pueblo. Como muchos vecinos, descubrió que por lo que pagaba por un piso en Segovia capital aquí se compraba un chalé grande [rondaban entonces los 150.000 euros, con parcela]. "Económicamente en Segovia era más difícil. Aquí se vive muy bien, es fácil conciliar porque hay ayudas del Ayuntamiento", revela Daniel.

Chalés

Su perfil se repite en muchos habitantes del municipio. Personas entre 30 y 50 años. Con niños [Daniel y su pareja tuvieron dos tras llegar aquí] y ambos trabajando en Segovia o en localidades cercanas. Mientras otros pueblos de la provincia han ido perdiendo habitantes cada año, Hontanares los ha ido ganando. El boom comenzó a explotar hace 20 años, cuando apenas había 200 vecinos. Varias inmobiliarias empezaron a construir urbanizaciones de chalés a punta pala. De las 800 viviendas que hay en la actualidad unas 650 fácilmente pueden ser viviendas unifamiliares.

Un vecino de Hontanares pasea frente al centro cultural, que está funcionando como colegio.

Un vecino de Hontanares pasea frente al centro cultural, que está funcionando como colegio. / ALBA VIGARAY

Según el INE, ahora hay censadas 1.601 personas, aunque la población flotante es mucho mayor. "Seremos cerca de 2.000; hay mucha gente que reside en Hontanares, pero sigue empadronada en Segovia por los servicios", dice el alcalde. Y es que, por ejemplo, pese a que hay muchísimos niños y un centro de salud, en Hontanares no hay pediatra. "Hace falta un censo de 3.000 personas", revela García. El seguir empadronado en la capital permite a muchos vecinos también facilidades con el aparcamiento en el centro de la ciudad [En Segovia hay áreas de aparcamiento de prioridad residencial].

En Hontanares hay un solo bar abierto durante todo el año, aunque en verano se abre un chiringuito a las afueras; y para ir al supermercado hay que ir a Valverde. "Está el centro comercial, que hay un chino, pero ese no sirve para las compras grandes, sólo para las pequeñas", añade Daniel.

Victorino está dando el paseo de la mañana. Está jubilado -arreglaba ascensores en Madrid- y tiene cuatro nietos en Hontanares. "Llevo mucho viviendo aquí, y estoy bien, mi mujer es de aquí. Es cierto que con tanto niño hay jaleo, a veces te cabreas...", desliza con una sonrisa en la boca. Dada la gran cantidad de niños que hay en pueblo, las políticas municipales del Consistorio "van orientadas a dar servicios a toda esa población", cuenta el alcalde, como guardería gratuita de cero a tres años o las actividades de continuadores [de 16 a 20 horas] financiadas por el Consistorio de lunes a viernes durante el curso académico. "Permite la conciliación familiar", añade Javier.

Sheila, vecina de Hontanares de Eresma, el pueblo más joven de España, pasea con su niño por la urbanización de chalés donde vive.

Sheila, vecina de Hontanares de Eresma, el pueblo más joven de España, pasea con su niño por la urbanización de chalés donde vive. / Alba Vigaray / ALBA VIGARAY

Actividades

Parece una arcadia, pero nunca llueve a gusto de todos. Loli, Carol y María, entre los 40 y los 50 años, están fumando un cigarrillo a la entrada del bar. "Todo lo que hay es para los niños, el centro cultural lo tienen ocupado, digo yo que también tengo derecho, ¿no? Pago mis impuestos", suelta una de ellas, que lamenta la ocupación del centro cultural, donde antiguamente se ofrecían actividades y cursos para los adultos, pero ya no. Durante el curso 120 niños de primero de Infantil a sexto de Primaria dan clase en espacios habilitados en las dos plantas del centro y en las antiguas escuelas [el resto se tiene que ir a Valverde]. "El centro cultural no está preparado para ser un colegio, no cumple la normativa; durante el Covid no había ventilación y, además, el patio es superpequeño", lamentan las mujeres.

Son las 11.30 de la mañana y varias personas echan el café, la cerveza o el chupito -de Panizo, una exitosa destilería zamorana- en el bar, llamado El arte del tapeo, que sirve también de administración de lotería. En la pared cuelga una bufanda del Atlético Hontanares y suena por los altavoces el My generation de The Who. Un paisano va a cobrar la Lotería del Sorteo de Navidad. A medida que la camarera va pasando los décimos premiados por la máquina, algún parroquiano mira de reojo y ladea la cabeza como diciendo "éste ha pillado bien": Le salen más de 200 euros en premios. "En este bar se reparte mucha coca-cola y mucha cerveza, y en el chiringuito también, hay mucha afluencia. En fiestas se sirve mucho cubata, además tienen varias fiestas aquí", revela Gonzalo, repartidor, mientras baja cajas de refresco de la furgoneta para meterlas por la puerta trasera al bar.

Esther, vecina de Hontanares, junto a su hija adolescente, en una zona de campo frente a las urbanizaciones nuevas.

Esther, vecina de Hontanares, junto a su hija adolescente, en una zona de campo frente a las urbanizaciones nuevas. / ALBA VIGARAY

No hay banco

"Aquí niños hay todos los que quieras, pero hay pocas cosas, no hay banco, ni caja de ahorros, ni colegio", dice Florencio, que vive aquí desde hace 33 años y está paseando a su perro. Elia también tiene perro. Está esperando a su novia, que da clase en el centro cultural en el campamento de vacaciones. "Niños hay unos cuantos", confirma también. "Yo creo que la gente tiene bastante tiempo libre. Ha sido la pandemia. Hay muchísimos niños de tres años o así", cuenta la joven, que no lleva mucho tiempo viviendo en el municipio, pero está encantada: "No lo cambio por nada. No hay pitidos, no hay tráfico, no hay camiones, no tienes que estar preocupada por nada".

Niños de pandemia

Cueva del Gato es una de las urbanizaciones de chalés, de las que primero se hicieron. Es el único complejo pegado al municipio. El resto está separado unos 300 metros. "Es verdad que hay muchos niños de pandemia. Sólo en mi calle hay cuatro que nacieron en el año 2021, entre ellos el mío", cuenta Sheila mientras pasea a su pequeño. "Estamos contentos aquí pero nos faltan cosas; sólo hay una carnicería y una panadería. No es como Valverde que tiene de todo. Eso sí, perros y niños los que quieras", continúa la mujer sobre algo que es también sorprendente: hay muchos vecinos paseando perros. "Hay un vecino", revela el padre de Sheila, "que cuando reúne a la familia en su chalé se juntan diez perros".

La otra zona de chalés está en el llamado Barrio Estación, a las afueras del municipio, frente a la estación de tren abandonada, en pleno campo. Ahí hay tres urbanizaciones, Atalaya, El Canto y Alameda de Eresma. Los chalés tienen unos 170 m² útiles. En uno de ellos vive el alcalde. Él mismo es paradigma de los nuevos residentes de Hontanares que llegaron a hacer que el municipio aumentará su población un 365% en sólo diez años. "Vivía en un piso en el alfoz de Segovia, en San Cristóbal, pero no me sentía a gusto, yo siempre he sido más de pueblo y en San Cristóbal una casa era inviable", revela. Su perfil es el grueso de la población: según el INE, hay unos 440 habitantes en el municipio entre 40 y 49 años, un porcentaje importante del censo. Son los padres de los niños y adolescentes que inundan las calles.

Un instituto

Otra de las demandas de muchos vecinos es la de que se construya un instituto, sobre todo teniendo en cuenta lo que se viene en un futuro próximo. "Para ir al instituto a Valverde juntamos ya un total de tres autobuses", señala García sobre la ruta diaria que recorre la pequeña distancia que separa ambos municipios. Al menos, los jóvenes sí disponen de un punto joven de encuentro, en el centro comercial, donde hay una sala de ordenadores y otra con juegos varios (futbolín, billar...) y también está el único cajero del pueblo.

Una mujer pasea con el carrito de bebé por una de las calles del pueblo.

Una mujer pasea con el carrito de bebé por una de las calles del pueblo. / ALBA VIGARAY

"Por las tardes-noches vienen muchos chicos", dice el dueño del chino, la única tienda abierta del pequeño centro comercial para el que el Ayuntamiento trata de buscar nuevos inquilinos tras hacerse con su propiedad. De igual forma, a falta de una farmacia, se va a abrir próximamente un botiquín farmacéutico [en el centro de salud hay médico de lunes a viernes y servicio de enfermería]. Lo que no faltan son actividades para los más pequeños (aerobic, patinaje...), sufragadas con dinero de la Diputación y que en verano llenan las piscinas municipales. "Contamos también con el hándicap de que cuando fue el boom inmobiliario se hizo todo de cualquier manera y ahora nos toca hacerlo bien. En una de las urbanizaciones, por ejemplo, hubo que levantar toda la acometida del agua", cuenta el alcalde. 

Esther pasea con su hija adolescente y su perro cerca del centro comercial. Llegó hace 21 años también, cuando todo esto, dice señalando las urbanizaciones, era "un camino de cabras". Trabajó en el Consistorio un tiempo y como todos los que han estado en cargos municipales ha tratado de dar soluciones a un pueblo que crecía muy deprisa y afrontaba nuevas necesidades, como lo sigue haciendo. "El pueblo ha crecido para bien. Aquí hay gente siempre, no como en otros pueblos... Se han ido logrando cosas, como la línea regular de autobuses, el centro cultural, la biblioteca...", enumera la mujer, que admite que el tema del colegio se ha ido "parcheando" como se ha podido con el centro cultural y afirma que se debería conseguir un instituto. Porque los recién nacidos no dejan de llegar. "En 2010 hubo otro boom, nacieron 64 aquel año", recuerda la mujer, que ahora trabaja de agente inmobiliario y afirma que en Valverde las caras están más caras que aquí. Normal. Allí hay colegio, instituto y también pediatra. 

Varias mujeres charlan junto al único bar del pueblo.

Varias mujeres charlan junto al único bar del pueblo. / Alba Vigaray