LA ENTREVISTA

Paulina Tuchschneider, escritora israelí: "Una parte mayoritaria de mi país cree que el actual gobierno es el infierno"

En 'La soldada', la autora traza un retrato terrible y traumático de su paso por el ejército de su país cuando tuvo que hacer el servicio militar obligatorio. Una experiencia alienante donde la intimidad y la personalidad quedan anuladas, y el propio cuerpo se convierte en otro campo de batalla

La escritora Paulina Tuchschneider, fotografiada en Madrid.

La escritora Paulina Tuchschneider, fotografiada en Madrid. / Xavier Amado

Jacobo de Arce

Jacobo de Arce

Cuando tenía 18 años, a Paulina Tuchschneider, escritora israelí nacida en Polonia en 1987 y que llegó a Tel Aviv con solo dos años, le tocó lo mismo que a todos los ciudadanos de aquel país cuando cumplen esa edad: realizar el servicio militar obligatorio. Aquella experiencia no fue buena. La que hasta entonces era una joven mujer que había ido atravesando con autonomía los turbulentos años de la adolescencia se vió de la noche a la mañana sometida a una disciplina irracional y a las penurias de un ejército aparentemente poderoso, pero con unas condiciones muy precarias para sus reclutas más básicos. Su personalidad y su intimidad se vieron arrasados por la permanente pertenencia al grupo y por las órdenes y el bullying de unos mandos jóvenes poco preparados para organizar nada. Para colmo, el estallido de la segunda guerra del Líbano la forzó a encerrarse durante semanas con sus compañeros en un bunker subterráneo que era más bien una antesala del infierno. "Ponías el oído en el suelo y oías el bombardeo todo el rato", recuerda, aunque tampoco estaba muy claro quién era el enemigo. 

Aquella experiencia la ha volcado en un libro muy breve, La soldada (Periférica), que se mueve con una disfrutable soltura entre la comedia y el drama, con picos incluso de tragedia. No hay escenas de lucha ni parecen armas salvo en posiciones ridículas, porque Tuchschneider traslada el campo de batalla al cuerpo, a su cuerpo, y a su cabeza. Ducharse con una decena de desconocidas que se depilan o muestran sus tampones usados es una odisea, los olores que rezuma la base -a regla y otros fluidos corporales, a una comida que es más bien rancho, al desinfectante con el que limpia cocinas y baños- y la imposibilidad de ser una misma convierten la experiencia en un verdadero infierno. Sin ser exactamente antimilitarista, porque Tuchschnider defenderá en varios momentos de la entrevista la necesidad de que su país tenga un ejército en condiciones, la frase del libro que podría resumirlo es esta: "No se puede reclutar a un pueblo entero y pretender que todos sus integrantes sepan cómo ser soldados".

La autora trabaja como montadora en un programa de periodismo de investigación de la televisión israelí. Pronto se rodará una película basada en la novela de la que ella ha escrito el guión y que dirige su marido.

 P. ¿Escribir este libro fue una forma de lidiar con el trauma que le costó su servicio militar?

R. Me pasa una cosa extraña con este libro: no recuerdo haberlo escrito. Yo escribo todos los días, y por la razón que sea no tengo el recuerdo de sentarme y trabajar en este. Cuando se acercaba la fecha de publicación, me preguntaba: "¿esto realmente lo he escrito yo?" En ese momento nos mudamos de apartamento, y un día me puse a revisar mis libretas. Y de repente me encontré con una en la que estaba el primer borrador, escrito a mano, del libro. Entonces pensé: "vale, sí lo escribí yo". Y creo que tiene que ver con el hecho de que efectivamente fue un trauma, algo muy difícil que me tocó vivir, y de alguna manera mi cerebro lo había encerrado en una caja. Al mismo tiempo, el libro es sobre mí, pero no todo lo que cuento me ocurrió a mí. Hay también partes de ficción. Ya sabes: “no dejes que la verdad te arruine una buena historia” [risas].

P. Si tuviera que resumir su experiencia en el ejército con una sola palabra, ¿cuál sería?

R. Mmm… ‘Interesante’. Sí. Diría que fue muy interesante.

P. ¿También tuvo cosas buenas?

R. Sí. Una mezcla de buenas y malas. Algunas de mis mejores amigas salieron de allí, y eso fue fantástico. Por eso digo que en el libro no todo es real [la protagonista no hace precisamente amigas]. Pero hubo cosas muy difíciles, como cuando nos encerraron en el bunker. Eso todavía lo llevo dentro. No quiero que me encierren en ninguna parte.

P. ¿Cómo fue recibido el libro en Israel?

R. A las mujeres les encantó. Muchas me escribieron contando que esto era exactamente lo que les había pasado. Y muchos hombres lo leyeron y dijeron que era insoportable. Que la protagonista era una mujer histérica. Para ellos, leer sobre alguien que está en shock por compartir la ducha con muchas mujeres era una cosa como de quejicas.

P. El ejército israelí se supone que es uno de los más poderosos y mejor dotados del mundo, y sin embargo lo que se ve en su libro es muy diferente.

R. Si piensas en el sistema, crees que todo va a estar bien. Pero cuando llegas allí, el ejército está compuesto por humanos, lleno de errores y decisiones estúpidas. Si tienes un buen comandante, las cosas van a ir bien, pero si tienes un comandante joven y estúpido las cosas van a ir realmente mal. Luego, si hablamos de lo que pasó el 7 de octubre, ahí nos dimos cuenta de que Israel no tiene el mejor ejército. Es bueno, pero a veces puede ser muy estúpido y poco funcional.

En un momento de tu vida en el que lo que quieres hacer es comprar una bebida y sentarte en la playa, de repente te metes ahí. Te pasas el tiempo limpiando la cocina, duchándote con otra gente... Te arrebatan tu privacidad"

P. En el libro, la guerra es un sonido lejano. El problema está en las duchas saturadas, en los colchones sucios. ¿Por qué eligió el cuerpo y la intimidad como elementos centrales?

R. No creo que sea interesante escribir otro libro sobre una guerra. Creo que era interesante escribir sobre una persona muy joven que acaba de entrar en el sistema y cuál es su vida diaria allí. En un momento de tu vida en el que lo que quieres hacer es comprar una bebida y sentarte en la playa, de repente te metes ahí. La mayor parte del tiempo ni siquiera hay bombas sobrevolando tu cabeza. Te lo pasas limpiando la cocina, duchándote con otra gente... Te arrebatan tu privacidad.

La escritora israelí, el día de la entrevista.

La escritora israelí, el día de la entrevista. / Xavier Amado

P. Es curioso que la escatología es una herramienta narrativa muy importante en este libro. Habla de temas muy íntimos y a menudo desagradables. No parece una persona tímida.

R. No lo soy, solo a veces. Pero me interesa mucho el cuerpo. Me fascina. Y creo que hay algo sobre entrar en una habitación con otras cinco mujeres y estar expuesta a todas esas cosas tan humanas como la regla, el pis, los olores… ¡Es tan apabullante! Va a haber una película del libro, y la película se va a centrar en las duchas. Quizá la titulemos La ducha. En las películas con escenas de lucha con hombres, tipo Salvar al soldado Ryan, hay esa cosa tan masculina de la playa, las granadas, todo es tan épico… Como mujeres no nos identificamos tanto con eso, pero entrar a una ducha y estar tan expuesta a la privacidad de otras personas puede ser muy fuerte. Quería tener ese campo de batalla de los cuerpos.

P. La experiencia en el ejército, ¿es muy diferente para hombres y mujeres?

R. Sí. Pero ambos tienen sus problemas. De los hombres se espera que sean luchadores. No todos lo son, y eso es difícil. Y las mujeres están asignadas a hacer más labores como de secretaria, y menos de lucha, y quizá por eso es una experiencia menos significativa. Pero todo esto ha cambiado, porque el 7 de octubre fue la primera vez que las mujeres entraron realmente en combate. Hubo una gran pregunta en Israel: "¿pueden las mujeres luchar en tanques?" Pues lo hicieron. De repente, las mujeres podían hacerlo todo.

P. En el libro dice que antes de entrar en el ejército no había conocido a ningún árabe-israelí.

R. Creo que hay algo en la traducción española, sobre este punto, que no es muy ajustado. A lo que yo me refería en el libro es a los palestinos. Los árabe-israelíes son un 20% de la sociedad y están mezclados con los israelíes. Pero palestinos sí que no conocía. El israelí medio no tiene ningún contacto con los palestinos.

'Apartheid' para mí es una palabra muy fuerte. Además, tendría que separar Cisjordania y Gaza. Cisjordania es un problema: Israel no se porta bien allí. En Gaza no creo que haya 'apartheid', son bastante independientes"

P. ¿Y qué opina de quienes dicen que en Israel existe un 'apartheid'?

R. Apartheid para mí es una palabra muy fuerte. Además, tendría que separar Cisjordania y Gaza. Creo que Cisjordania es muy problemática para el lado israelí. Israel no se porta bien allí. En Gaza no creo que haya apartheid, son bastante independientes.

P. ¿La isrealí es una sociedad militarista?

R. Sí. Tiene que serlo. Pero el ejército tiene que cambiar y ser más profesional. Desafortunadamente, el 7 de octubre fue la prueba de que el país no puede permitirse el lujo de no tener a alguien que proteja las fronteras.

Israel no ha conseguido lo que quería. Quería demoler a Hamas, algo legítimo porque es una organización terrorista, y quería traer de vuelta a los rehenes. Y nada de esto ha pasado. El gobierno es el peor que hemos tenido nunca"

P. ¿Cuál es su posición sobre la situación en Gaza?

R. Estoy preocupada, la guerra ha llegado demasiado lejos, está siendo demasiado larga. Israel no ha conseguido lo que quería. Quería demoler a Hamas, lo que creo que es legítimo porque es una organización terrorista, y quería traer de vuelta a los rehenes. Y nada de esto ha pasado. El gobierno es el peor que hemos tenido nunca. El primer ministro Bibi [Benjamin Netanyahu] es corrupto, muy de derechas y no tiene estrategia, porque después de la acción militar tienes que tener algún tipo de acción gubernamental para poner a alguien en lugar de Hamas. Pero nada de eso está sucediendo. Y mientras tanto hemos abierto otro frente con Irán. Hace dos semanas fue una de las noches más aterradoras de mi vida, cuando Irán lanzó su ataque.

P. ¿Hay en el pueblo israelí una oposición fuerte a este gobierno?

R. Sí. El año pasado este gobierno intentó cambiar muchas cosas en el sistema jurídico y hubo protestas durante todo el año. Fue el de más protestas en Israel, con cientos de miles de personas en las calles. Ahora están tratando de hacer lo mismo. Una parte mayoritaria de la sociedad cree que este gobierno es el infierno. Un gobierno normal habría dimitido después del 7 de octubre.

P. ¿Qué cuentan sus conocidos que han estado luchando en Gaza?

R. Hay muchas sensaciones mezcladas. Pero lo principal de lo que cuentan es que cada casa, cada escuela, cada guardería, tiene un lugar donde esconden misiles o disparan bombas. Entras en una guardería y en la habitación trasera hay un lanzacohetes. Usan cualquier lugar para disparar.

'La soldada'

'La soldada' / Periférica

P. Vive en una ciudad cerca de Tel Aviv. En su novela la protagonista se queja de que durante la segunda guerra del Líbano la gente que vivía en Tel Aviv estaba segura y casi no se enteraba de la guerra. ¿Cómo es la situación ahora?

R. Es curioso, porque en Israel podemos tener guerras en el norte y el resto del país funcionar con bastante normalidad. Pero eso ha cambiado con esta guerra. Yo he tenido tres o cuatro alarmas cada día. Alarmas que me obligan a correr a un refugio. Eso duró tres meses, y es algo que te provoca mucha ansiedad. Tienes que planear tu día: “van a empezar a bombardear sobre las 20h para salir directamente en las noticias, porque quieren el prime time". Así que era como: "vale, sobre las 20h voy a estar en casa para poder bajar al refugio". Porque no sabes dónde te puede pillar. En los últimos dos o tres meses se ha calmado un poco, pero ahora están disparándonos desde Irán, así que es una especie de nuevo juego.

P. ¿Ve alguna solución al conflicto?

R. La única es que cambie nuestro gobierno. Y alguien tiene también que ser valiente en el otro lado. Hacen falta dos líderes muy fuertes. No creo que nadie quiera negociar con Hamas. Tiene que ser alguien de la autoridad palestina quien tome el mando en Gaza. Es muy difícil, porque su principal líder es muy mayor y no muy fuerte.