ALIMENTACIÓN

Enrique Tomás, el selector de jamón ibérico que ni cría ni cura cerdos, quiere convertirse en el "charcutero mundial"

El empresario catalán expande este embutido a nivel global con más de 300 puntos de venta, alianzas con marcas como Gallina Blanca o La Española y con su propio 'hot dog' ibérico

Enrique Tomás, el magnate del jamón, posa en su tienda de Badalona en 2015.

Enrique Tomás, el magnate del jamón, posa en su tienda de Badalona en 2015. / JOAN S. PUIG PASQUAL

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Este 2024, Enrique Tomás cumplirá 58 años, pocos más de los que lleva trabajando en encontrar los mejores jamones ibéricos de las cuatro denominaciones de origen: Salamanca (Guijuelo), Dehesa de Extremadura, Valle de los Pedroches en Córdoba y Jabugo en Huelva. "La gente dice muchas veces: '¡Qué rápido está creciendo Enrique Tomás!'. Pero él lleva 45 años dedicándose a esto", recalca Curro Romero, responsable de Comunicación de esta empresa de alimentación gourmet. "Lo de 'rápido' es relativo si lo ponemos en la perspectiva de toda su carrera".

El pequeño de 11 hermanos empezó ayudando a sus padres en el ultramarinos y en los puestos de mercado que gestionaban para, poco después, con tan sólo 16 años, abrir su propia tienda, una tocinería, en la plaza de abastos municipal de la Salut de Badalona (Barcelona). Desde entonces, ha perseguido darle al jamón ibérico el lugar que se merece entre los "productos selectos" que se elaboran a nivel global.

"Si en el mundo preguntas por el pódium de los productos selectos, a lo mejor la gente dirá caviar, ostras, trufa... pero nunca sale el jamón. Sin embargo, si un día para comer alguien toma ostras, seguro que por la noche no las vuelve a degustar. Lo mismo con el foie, con la trufa o con las gambas. Por eso, el jamón es un producto único. Si se tiene a alguien detrás con una bandeja desde las siete de la mañana se sigue picando horas después", sostiene Romero.

En la globalización del jamón ibérico tienen un papel importante sus tiendas en los aeropuertos de Madrid y Barcelona. "En los últimos años ha habido varios puntos de inflexión importantes en la compañía. Uno de ellos es la entrada en aeropuertos, hacia principios de la década pasada. Es una apuesta comercial y de comunicación. Eso ha traído luego cosas muy positivas y las tiendas de los aeropuertos de Barcelona y de Madrid están en el top cinco en cuanto a facturación" de todas las tiendas de Enrique Tomás, dice Curro Romero.

El empresario cuenta con 300 puntos de venta, entre los 120 establecimientos y las tiendas dispensadoras de jamón en aeropuertos, que no son vendings al uso, porque "requieren una asistencia diferente a una máquina de ese tipo". "El producto se repone cada cuatro horas, la experiencia es la misma que en una tienda y cuenta con personal que las revisa", agrega. Las quieren llevar a estadios y estaciones de metro.

Casi un 15% del jamón ibérico, en sus manos

Por las manos de Enrique Tomás pasa "casi un 15% del jamón ibérico" que se cura y él, que es "un tendero nato", busca que su charcutería sea "mundial". Este "friki del jamón" no libra "una guerra comercial" con las principales empresas que producen este alimento, desde Cinco Jotas a Joselito, sino que éstas son sus principales aliadas para alcanzar el objetivo de revalorizar el jamón como uno de los manjares del julo. "Que lo hagan bien es positivo, son nuestros aliados", zanja Curro Romero.

Enrique Tomás no cría cerdos ni cura los jamones. Ya lo explicaba en una entrevista con la revista Emprendedores a principios del pasado año. Lo compra de tres formas distintas. Se hace con el animal y confía la curación a un fabricante; también adquiere jamón ibérico a media curación y el alimento final "a más de 70 fabricantes". En ese momento, poseía una planta en Villanueva de Córdoba que tenía pensado vender próximamente. "No producimos de la forma que tradicionalmente se entiende por producción. Hoy en día, no tenemos ganaderos, pero somos selectores y tenemos muy buena relación con todos ellos", apunta su responsable de Comunicación.

Un trabajador de la empresa Enrique Tomás corta jamón en una de sus tiendas.

Un trabajador de la empresa Enrique Tomás corta jamón en una de sus tiendas. / ELISENDA PONS

El empresario catalán se centra en la venta y en encontrar las lonchas de bellota que más vayan a interesar a los compradores. "Lo que hace Enrique Tomás no lo hace ninguna empresa en España. Ninguna empresa -o muy pocas, de forma muy residual- vendía las cuatro denominaciones de origen, mientras que él sí lo hace", defiende Romero. Cada productor tiene "su forma de cocinar el jamón con sal y tiempo" y el equipo de Tomás se encarga de localizar las variaciones de sabor de diferentes calidades. "Hemos comprado jamones a las marcas más conocidas y con mayor trayectoria, pero eso también les viene bien a ellos porque tienen que vender los cerdos que crían", afirma.

Turrón, patatas fritas, panettone, caldo...

Enrique Tomás ha tratado de entrar en las bocas de los consumidores no sólo con sus jamones ibéricos, sino también con otros alimentos. Hace tres años llegó a un acuerdo con Frit Ravich para lanzar bolsas de patatas fritas con sabor de jamón ibérico, que llevaban su sello de garantía en la parte frontal del envase. "Nos ha dado muchas alegrías porque, aunque el producto es suyo, nosotros nos llevamos royalties y es una valla de publicidad portátil. Nos ha dado a conocer mucho", refleja Romero.

Gallina Blanca y la empresa del Badalonés crearon el caldo gourmet de pollo con jamón ibérico Enrique Tomás a finales de 2023 y "está funcionando fenomenal". También el año pasado se unieron a La Española para vender aceitunas de ibérico, que "nadie lo había hecho", y a Torrons Vicens para crear una inesperada tableta con base de praliné de almendra tostada y jamón con almendras picadas.

Han ideado con Fratelli Colombo una pizza de este embutido que, por ahora, sólo se vende en los supermercados Ametller Origen de Cataluña. Con la Panadería Obando van a lanzar sus propios picos de pan y tienen más proyectos de cobranding en mente: desde un panettone de jamón ibérico que, previsiblemente, se venderá en la próxima campaña navideña hasta mantequillas, pasando incluso por las chucherías. Asimismo, el empresario ha creado su propio "hot dog ibérico", el Tomasón. "Es una de las apuestas para nuestro futuro crecimiento", dice el responsable de Comunicación de la marca.

Las cuentas de 2023 quedarán, calcula Romero, entre los 150 y los 200 millones de facturación, pero ponen un objetivo más prometedor a medio plazo: los 1.000 millones en el año 2030