CAMBIO CLIMÁTICO

Al menos 83 muertos en el sur de Brasil por las peores inundaciones en más de 80 años

Parte del sur próspero del país se encuentra bajo el agua y se lleva las palabras de urgencia que brotan en boca de los líderes políticos

"Catástrofe", "guerra", "desolación", "emergencia". Parte del sur próspero de se encuentra bajo el agua y se lleva las palabras de urgencia que brotan en boca de los líderes políticos. El desborde de los ríos y lagunas por las intensas lluvias, así como la rotura de la represa 14 de Julio, consecuencia lateral de las precipitaciones, arrojan en Río Grande do Sul cifras de espanto: al menos 83 muertos, 111 desaparecidos, 276 heridos, crecidas de hasta cinco metros, 844.000 personas afectadas en todo el estado, 19.368 personas sin hogar en alojamientos proporcionados por las autoridades públicas y 121.957 desplazados.

Desde 1941 los brasileños no registraban una lluvia semejante. De los 497 municipios de esa región, 345 han sido golpeados. Casi medio millón de hogares se encontraban sin electricidad. Las clases se suspendieron en 2.338 escuelas públicas. A partir de esta semana se espera que bajen las temperaturas y llegue un frente frío. El Gobierno estatal ya comenzó a hacer el inventario económico: las pérdidas son enormes. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva declaró el "estado de calamidad", lo que permitirá remitir fondos excepcionales para mitigar los efectos de lo que los especialistas vislumbran como un punto de inflexión de la crisis climática en el gigante sudamericano. "Le debemos mucho a Río Grande y al pueblo gaucho", dijo Lula, tras sobrevolar las zonas azotadas, junto con las autoridades del Congreso.

"Estamos en guerra, sé que ese es el sentimiento del presidente Lula, no habrá limitaciones, ni restricciones legales. Es necesario deshacerse de la burocracia, las trabas y las limitaciones para que nada falte en la reconstrucción de Río Grande", dijo el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco. "Es un escenario de guerra y necesitará medidas de posguerra", señaló el gobernador estadal, Eduardo Leite.

Porto Alegre, la capital del estado, también tuvo sus escenas calamitosas. El lago Guaiba se desbordó como nunca antes. La vida se alteró por completo. Sobre las calles y avenidas aparecieron canoas, motos acuáticas y hasta pequeñas embarcaciones.

El papa Francisco pidió en su oración dominical "que el Señor reciba a los muertos, consuele a sus familias y a todos aquellos que tuvieron que abandonar sus hogares". En la tierra, antes que el cielo, las tareas son por estas horas gigantescas. Afloran el altruismo absoluto y, también, la rapacidad y la peor de las picarescas. El propio Leite repudió a quienes intentan sacar rédito del dolor. "En medio de tanta solidaridad, hay aprovechados que utilizan la sensibilidad de la gente para estafar a las personas. Es lamentable".

Emergencia climática

Las imágenes del sur de Brasil son tan impactantes como anticipatorias de lo que puede venir de la mano del cambio climático en un país donde la extrema derecha sigue pensando que se trata un "cuento" de los comunistas. Señaló Reinaldo José Lopes, columnista de Folha de San Pablo, que en la misma Río Grande do Sul hay muchos negacionistas en momentos que "las creencias de los individuos nunca han sido lo más importante en este asunto", y mucho más ahora, "con el agua (metafórica o real) subiéndonos hasta el cuello".

Los especialistas remarcan que en dos días llovió más de tres veces que el mes de mayo, de por sí saturado de cielos plomizos y tormentas. Marcelo Seluchi, coordinador general de Operaciones y Modelización del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (CEMADEN), explicó a Estadão que las actuales tormentas se han formado como consecuencia de la ola de calor que afecta a la zona central del país, incluida San Paulo, y de los sucesivos frentes fríos procedentes de Argentina y Uruguay.

De esta manera, se produjo el quinto azote climático en menos de un año, otra vez empujado por el fenómeno de El Niño. La frecuencia de las catástrofes meteorológicas, remarcan, obliga a las autoridades a cambiar la forma de afrontarlas porque golpean a millones de personas. Recuerdan que tanto el Gobierno federal como los municipios necesitan crear planes de acción integrados para mitigar los efectos del calentamiento.

Rodrigo Paiva, profesor del Instituto de Investigaciones Hidráulicas de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, señaló que ese Estado exhibe a su vez una fragilidad particular frente a los eventos meteorológicos extremos debido a sus suelos menos profundos, que "almacenan" poca agua, y mayores caudales de crecida en comparación con el resto del país. Paiva recuerda las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas: el calentamiento del planeta puede acelerar el ciclo hidrológico, provocando lluvias más intensas en algunos lugares y mayores sequías en otros. "Estos acontecimientos muestran claramente que estamos cambiando drásticamente el clima de nuestro planeta", añade Paulo Artaxo, profesor de física de la Universidad de San Pablo y uno de los miembros del IPCC.

Los científicos del IPCC también consideran muy probables escenarios con una mayor frecuencia de incendios desertificación. En los cuatro primeros meses de este año, Brasil registró un número récord de focos, principalmente en la Amazonia. El agua y el fuego avisan todo lo que ha cambiado este país.