DEBATE DE POLÍTICA GENERAL

El Parlament hurga en la debilidad de Aragonès y somete a examen la amnistía

Las réplicas y las propuestas de resolución registradas por la oposición se ensañan especialmente con el Consell Executiu monocolor a pesar de que el único grupo que ha apelado a un avance electoral ha sido Junts y con la boca pequeña

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, en el Parlament, durante el debate de política general.

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, en el Parlament, durante el debate de política general. / Elisenda Pons

Sara González / Carlota Camps

El 'president' Pere Aragonès está convencido de que puede agotar la legislatura hasta febrero de 2025. Sobre todo porque a ninguno de sus principales rivales le conviene elecciones en un momento en que la necesidad aritmética para la investidura de Pedro Sánchezaprieta y nadie quiere que descarrilen unas negociaciones que echan humo. Este es el premio de consolación de un Govern que sabía que el debate de política general sería el escenario que la oposición aprovecharía para apretarle las tuercas por su debilidad parlamentaria en el primer aniversario de su ruptura con Junts. Un mal trago para un Ejecutivo en minoría que trata de amortiguar exigiendo las bases para un referéndum y una amnistía que está a punto de someterse a examen con la incógnita de qué votará el PSC.

Las réplicas y las propuestas de resolución registradas por la oposición se ensañan especialmente con el Consell Executiu monocolor a pesar de que el único grupo que ha apelado a un avance electoral ha sido Junts y con la boca pequeña. Que el Govern "no tiene rumbo" ha sido una acusación transversal a izquierda y a derecha y tanto desde el flanco independentista como del resto, por lo que Aragonès se encontrará el viernes con votaciones como la que promueven tanto sus exsocios como el PSC para que la mayoría del Parlament proclame "la falta de confianza" -expresión que utilizan ambos partidos- en el 'president', o la de los Comuns, que hurgan en su "falta de liderazgo".

Mano tendida de PSC y Comuns

Sin embargo, que los votos de ERC, como los del partido de Carles Puigdemont, sean imprescindibles para el PSOE y para Sumar favorece que tanto el PSC com los Comuns sean severos con el Govern y, al mismo tiempo, no rompan la baraja y tiendan la mano para cuestiones como los presupuestos de 2024, la principal baza de Aragonès para agotar su mandato. Así pues, el jefe de la oposición, Salvador Illa, ha esquivado tanto la amnistía como el referéndum por más que el 'president' lo ha emplazado a entrar en este debate y ha ofrecido su "colaboración" pese a erigirse en alternativa a un ejecutivo que considera que "ha fallado".

Y la presidenta de En Comú Podem en la Cámara catalana, Jéssica Albiach, ha arrimado el hombro para poner el contador a cero en materia judicial y se ha mostrado dispuesta a hablar de las cuentas si ERC "da sentido" a la legislatura y aparca proyectos como la ampliación del aeropuerto del Prat o el Hard Rock, es decir, si les da cancha en lugar de ceder ante una agenda que "marcan el PSC y Junts". Quien ha dejado claro que no hay tregua posible ni mano tendida que valga son los posconvergentes, con quien aún supura la herida del debate de hace un año, que se saldó con la destitución del entonces vicepresidente Jordi Puigneró y el posterior divorcio en el Govern. "O rectificación y cambio de rumbo o elecciones", ha espetado Albert Batet.

Sin coordinación independentista

Ha quedado claro en el Parlament que no hay coordinación posible entre ERC y Junts para negociar con Sánchez. De hecho, cada partido independentista, también la CUP, sumida en un proceso de refundación tras el doble golpe electoral, ha presentado su propia propuesta para reclamar la amnistía y el referéndum. Cabe decir que, en el caso de los republicanos, el texto elude la fecha límite de 2027 que sí mencionó Aragonès para determinar las condiciones de una votación.

Los Comuns, enfrascados en ejercer de 'tres en uno' del pacto de investidura, no eluden la gran patata caliente y también abogan sin ambages por poner fin a la judicialización con una amnistía, aunque su apuesta para resolver el conflicto de fondo es que se vote un "nuevo pacto político" entre Cataluña y España, una formulación que busca ser una pista de aterrizaje para los socialistas. Y el PSC, por su parte, se ciñe al guion marcado por Sánchez, que pasa por abanderar el "diálogo" y el "reencuentro" en el marco de la Constitución, además del reconocimiento de la pluralidad y volver a reclamar al Govern que se avenga a sentarse en la silla para reformar el modelo de financiación.

Los socialistas, que deben deshojar la margarita sobre su voto el viernes, se saben especialmente escrutados por la derecha de PP y Vox, que les acusan de estar dispuestos a conceder una amnistía que antes rechazaban a cambio de seguir en la Moncloa. Ese esquema ha seguido la derecha en el Parlament, más centrada casi en los mandobles contra Illa que contra Aragonès. Ya sin voz en el Congreso, Ciutadans aprovechó el atril del Parlament para hacerse un hueco a costa de acusar al PSC de ser "comparsa" de la reactivación de un 'procés' que, según el líder del PP, Alejandro Fernández, se trasladará a todo el Estado si Sánchez hace un borrón y cuenta nueva judicial con el independentismo.