BUSCA RECOMPONER EL CENTRO DERECHA

El PP cuenta con ‘comerse’ a Cs en las municipales y sólo ve posible que Villacís resista

Génova trabaja a pleno rendimiento pensando en las municipales y analiza todos los ayuntamientos en los que en 2019 se firmaron coaliciones entre PP y Ciudadanos

Calculan que en torno al 80% del voto volverá a la papeleta azul, siguiendo el caso de Andalucía y antes Castilla y León y Madrid

Descuentan el naufragio total del partido naranja con la excepción de algún dirigente como Villacís, que podría resistir con tres concejales

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, junto a la vicealcaldesa, Begoña Villacís.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, junto a la vicealcaldesa, Begoña Villacís. / Europa Press/Cézaro De Luca

Paloma Esteban

Paloma Esteban

Después de tres elecciones autonómicas (Madrid, Castilla y León y Andalucía) en las que el PP ha recuperado prácticamente una inmensa mayoría de los votos que en los últimos años se fueron a Ciudadanos, la formación de Alberto Núñez Feijóo empieza a centrarse en las municipales del próximo mayo entendiendo que ese resultado será la verdadera antesala de las generales. El éxito de Andalucía ha supuesto un revulsivo interno absoluto y la convicción de los territorios, como publicó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, es que tendrá efectos directos en todos los ayuntamientos en lo que respecta al hundimiento de los naranjas y el freno a Vox.

El PP trabaja ya a pleno rendimiento, especialmente la vicesecretaría de Coordinación Autonómica y Local que dirige Pedro Rollán (en coordinación con Elías Bendodo como coordinador general y Miguel Tellado, vicesecretario de Organización y hombre fuerte de Feijóo que visita todos los territorios), en un análisis pormenorizado de las alianzas que populares y naranjas tejieron en 2019. El estudio se extiende a los ayuntamientos de toda España en los que en 2019 hubo coaliciones entre populares y naranjas. El cálculo general es que pueden recuperar un 80% del voto.

En Andalucía se ha visto con claridad en todas las provincias. Los quince puntos de voto con respecto a 2018 que Ciudadanos perdió se fue casi de manera íntegra a la papeleta de Juanma Moreno. El trasvase, como ya se vio en Madrid y Castilla y León, es automático. Como también es cierto, reconocen en la dirección del PP, que el 3% que siguió apostando por Juan Marín (casi 121.000 votos) no irán a parar nunca a los populares. Es una cifra muy pequeña que en Andalucía no ha tenido efecto, pero que en otros lugares de España contribuye a los restos de la ley electoral que hace bailar un escaño en muchas ocasiones.

Aún así, la certeza con la que trabaja el PP en este momento es el hundimiento total de Ciudadanos. Cuentan con que en las municipales de 2023 serán poquísimos los dirigentes que puedan sobrevivir y que, finalmente, lo harán de manera excepcional los que tengan una marca propia por encima de las siglas. Todas las miradas se dirigen a Begoña Villacís. Es una de las pocas referencias de Ciudadanos que en el PP sí ven con capacidad de resistir con tres o cuatro concejales.

Las encuestas publicadas sobre el Ayuntamiento de Madrid así lo avalan y a pesar de que también Juan Marín era un candidato con perfil propio, los populares creen que Villacís es en este momento la única dirigente naranja que puede seguir arañando apoyos suficientes

El análisis que hacen en Génova coincide con el de la formación naranja: en las coaliciones el socio minoritario siempre sale perjudicado por una incapacidad de vender éxitos de la gestión. Todos los hitos de un Gobierno acaban en manos del presidente o el alcalde, como ha ocurrido en Andalucía por mucho que fuera Ciudadanos quien ostentara consejerías clave para el cambio en esa comunidad como la de Empleo.

El caso de la capital, sin embargo, es más particular. Primero, por la diferencia tan clara que se vio entre los liderazgos de Ignacio Aguado (desde el primer día firmó la guerra con Isabel Díaz Ayuso y la extraordinaria popularidad de la dirigente madrileña acabó con la carrera política del vicepresidente, cesado tras el adelanto electoral) y Villacís (el Gobierno de coalición siempre ha funcionado y la lealtad ha estado asegurada a pesar de algunas discrepancias). Y también, asumen en ambas formaciones, por algunos tropiezos que han mermado la fama de alcalde de España del propio José Luis Martínez-Almeida. Tras la crisis interna que dejó tocado al primer edil madrileño (era el portavoz nacional de la dirección de Pablo Casado y se vio envuelto en el caso del supuesto espionaje a Ayuso a través de su administración, y tuvo que declarar en la comisión de investigación) Almeida lleva semanas trabajando en recuperar el pulso municipal y alejarse de cualquier polémica interna.

En el congreso del PP de Madrid en el que Ayuso fue aupada a presidenta del partido a nivel autonómico (convirtiéndose así de manera oficial en una de las baronesas clave de la formación bajo la batuta de Feijóo), el alcalde quedó confirmado como candidato a 2023. No es que existieran dudas al respecto, pero sí algunas sombras. Y en la cúpula popular no escondían su temor a que Almeida no pudiera recomponerse tras lo sucedido y salir del bucle en el que parecía inmerso algunas semanas. A ese cierto descrédito contra el que lucha ahora, reflexionan en el PP, se une la buena imagen que sí tiene Villacís entre votantes del centro derecha y sectores empresariales y sociales de la ciudad.

Tanto es así que a pesar de la polémica suscitada con el contrato de las mascarillas en el Ayuntamiento (del que Ciudadanos nunca estuvo informado) Villacís impulsó una auditoría en profundidad pero despejó cualquier duda sobre una posible moción de censura. En el partido reconocían que no tenía sentido alimentar una deslealtad que no llevaba a ningún sitio. Ese perfil, reconocen tanto en PP como en Ciudadanos, ha ido reforzando a la vicealcaldesa por encima de sus propias siglas.

No hay muchos más ejemplos. El PP aspira a comerse casi todo el voto de los naranjas a partir de mayo de 2023. El debate sobre posibles fichajes de Ciudadanos, alimentado en medios de comunicación desde la marcha de Albert Rivera, es prácticamente estéril. El partido ha quedado descapitalizado en buena parte por los fracasos electorales y en este momento no hay ya muchas opciones de dirigentes que estén interesados en dar el salto al PP.

La propia Villacís, que siempre aparecía en todas las quinielas, lo ha negado por activa y pasiva. Mientras que la anterior dirección del PP tenía interés en sumarla a sus filas, la nueva cúpula asume que la vicealcaldesa no querría ir de la mano de Almeida. Tampoco Feijóo vio jamás con buenos ojos el proceso de ‘OPA hostil’ que desarrollaban Pablo Casado y Teodoro García Egea para eliminar del mapa a su rival de centro derecha y garantizó a Arrimadas juego limpio a partir de ahora.