Opinión | TECNOLOGÍA

Digitalizar el Estado

Cada individuo consolidará su relación con la organización política, el Estado, en cada interacción con lo público y exigirá que sea inmediata, satisfactoria y se agote en sí misma, como un reels de Instagram

Digitalizar el Estado

Digitalizar el Estado / Pixabay

No se trata de que nos gobiernen los robots. Aún no. Tampoco es una moda o un lujo. La digitalización de las administraciones públicas es imprescindible y es urgente. Es una necesidad categórica. No solo para mejorar la eficiencia de los servicios públicos -mejorando significativamente la vida de los ciudadanos- sino para garantizar una interacción más ágil y moderna con el Estado. En el necesario proceso de adaptar las administraciones públicas al tsunami de la digitalización nos jugamos no solo la idea cada vez más debilitada del Estado de bienestar, sino la del Estado mismo.

Sin una modernización radical del sistema de protección social y de lo público en general, la legitimidad del modelo democrático, acorralado por múltiples amenazas, se irá difuminando peligrosamente. La digitalización de las administraciones públicas debe acelerarse no simplemente como una oportunidad irrenunciable para no quedarse por detrás del desarrollo tecnológico, sino como el reflejo de la evolución natural del pacto social para adaptarse a la realidad y las demandas de los ciudadanos.

William Temple, arzobispo de York, popularizó en 1941 la idea de estado de bienestar, como modelo ideal en contraposición al estado de guerra. Es fácil entender que en ese contexto histórico la idea fuese fácilmente asimilada como marco mental común, político y social; un asidero natural de las aspiraciones de paz y seguridad más básicas. En las sociedades contemporáneas no hay espacio para marcos mentales amplios, colectivos, abstractos y perdurables. Cada individuo consolidará su relación con la organización política, el Estado, en cada interacción con lo público y exigirá que sea inmediata, satisfactoria y se agote en sí misma, como un reels de Instagram.

¿En qué se concreta todo eso? La digitalización debe contribuir de manera notable a mejorar los servicios al ciudadano, desde las gestiones administrativas más básicas, como renovarse el DNI o solicitar el ingreso mínimo vital, hasta lo más importante como es la atención médica. ¿Se acuerdan de la tarjeta sanitaria única? No es comprensible que algo tan básico aún no funcione en España. El actual Ministerio de Sanidad ha prometido que por fin será una realidad. Es justamente en el sistema de salud donde las necesidades y oportunidades de la digitalización son más evidentes y beneficiosas. Pero esa revolución requiere de una fuerte inversión en infraestructura tecnológica y capacitación, además de un gran compromiso político. Veremos. Ojalá esta vez sí.

La digitalización de los servicios públicos no solo acercará el Estado a los ciudadanos, fortaleciendo su confianza en lo público, sino que permitirá también la evolución hacia unas administraciones públicas más transparentes y mejor controladas – ya me entienden. No es una mera cuestión técnica ni tecnológica, se trata de la reconfiguración de la relación entre el Estado y el ciudadano para la preservación de la idea, cada vez más precaria, del bien común.