Opinión | DÉCIMA AVENIDA

¿Es inevitable Trump?

Cuatro años después de su derrota parece invencible. Es inmune a una larga lista de contenciosos legales que a cualquier otro lo hubiera hundido pero que a él lo refuerza, hasta el punto de que quiere retransmitir en directo sus juicios

Trump presenta su nueva línea de zapatillas 'Nunca te rindas'

PI STUDIO

"Soy inevitable", afirma con media sonrisa Thanos, el inolvidable villano de ‘Infinity Wars’ y ‘Endgame’ de Marvel, dispuesto a eliminar la mitad de la vida en el universo con el chasquido de sus dedos. De la misma forma, gran parte del mundo, sobre todo Europa, se prepara para el que parece como inevitable regreso a la Casa Blanca de Donald Trump, el gran villano de la política internacional en esa división simplona de las realidades complejas entre buenos y malos. Los planes de contingencia ante su victoria en las elecciones presidenciales de noviembre ya circulan. Europa, Ucrania, Oriente Próximo, Irán... todo el mundo parece prepararse para lo peor, ante un regreso que parece inevitable. Y con él, la caída definitiva de EEUU en el autoritarismo y el triunfo de la ofensiva iliberal en Occidente. Se anuncian tiempos oscuros.

Tanto fatalismo no es infundado. ¿Puede ganar Trump las elecciones? Sin duda. Cuatro años después de su derrota parece invencible. Es inmune a una larga lista de contenciosos legales que a cualquier otro lo hubiera hundido pero que a él lo refuerza, hasta el punto de que quiere retransmitir en directo sus juicios. Es inmune (o impune) también a actos que lo deberían convertir en un apestado en la democracia estadounidense, como por ejemplo haber presionado para alterar los resultados electorales de las elecciones presidenciales de 2020. Ni siquiera haber instigado (al menos) políticamente el asalto al Capitolio de enero de 2021 le pasa la factura. La democracia estadounidense boquea como un pez fuera del agua sometida a una prueba de estrés descomunal y Trump camina impertérrito sobre las aguas del Mall de Washington DC.

La prensa, la adepta y la contraria, no quieren, ni pueden, ni saben cómo dejar de hablar de él, y ya se sabe que quien domina la conversación política tiene mucho ganado en unas elecciones. Las pocas voces contrarias en el Partido Republicano se acallan a medida que avanzan las primarias, y acabarán poniéndose en fila tras su candidato, junto a los donantes conservadores, cuando la partida ya sea oficialmente cosa de Trump y Joe Biden. La mayoría de las encuestas dan ventajas de entre 1 y 6 puntos a Trump frente al presidente a nivel nacional, y también le sonríen en muchos de los estados que se considera que serán los campos de batalla decisivos de las elecciones: Georgia, Wisconsin, Arizona, Nevada, Michigan... Las apuestas, un buen indicador de cuál es el estado de ánimo, son más contundentes: los apostantes se juegan el dinero por Trump, según la media de RealClearPolitics.

Tan inevitable se antoja Trump que la conversación entre los ‘pundits’ gira alrededor de si Biden llegará siquiera a presentarse a la reelección. En ‘The New York Times’, el periodista Ezra Klein ha explicado con detalle la posibilidad de que Biden renuncie antes de la convención demócrata y que el candidato se decida en una convención abierta. Sería sin duda otra convención celebrada en Chicago que pasaría a la historia del país. Con fuerza, suenan otros nombres, entre ellos el de Michelle Obama, por quien ya se apuesta en las casas ‘online’. Hay quien pone su dinero donde reside la esperanza.

Tanto fatalismo tiene mucho de signo de los tiempos: tras el primer Trump, el Brexit, la pandemia, la sucesión de guerras, el auge en Europa de la extrema derecha... parece que todo lo que pueda ir mal está destinado a ir peor. También es fruto de las dudas, enormes, que genera Biden, que si en 2020 ganó, sobre todo, porque no era Trump, en 2024 da más que hablar por su salud y su edad que por sus políticas.

Aun así, Trump no es inevitable. Nueve meses en la política estadounidense son mucho tiempo. Pero vencerlo requerirá que los demócratas construyan una coalición entre los progresistas (‘liberals’) y los moderados del país que no parece que Biden haya sido capaz de forjar durante estos cuatros años. El debate sobre la viabilidad de la candidatura del presidente no es una frivolidad. Llegan días de profunda reflexión para los demócratas, en el sentido amplio de la palabra, en EEUU, y también para el actual presidente, que parece más un problema que una solución. No parece que Biden sea el Tony Stark que le robará el guantalete del infinito a Trump y le replicará: "Yo soy Iron Man".