Opinión | ANÁLISIS

Ucrania: del estancamiento a la congelación

"Es indudable que el porvenir de Ucrania está lleno de sombras"

Zelenski: "Es obvio, Navalni ha sido asesinado"

Zelenski: "Es obvio, Navalni ha sido asesinado"

El día 24 se cumplirán dos años del estallido de la guerra de Ucrania, que permanece estancada y sobre la que se ciernen distintas incógnitas. En la medianoche del sábado, el ejército de Ucrania anunció su salida de Avdíivka, una de las principales ciudades de Donetsk, al sur del Dombás, con la consiguiente entrada del ejército ruso, que previamente había reducido a cenizas la urbe. Esta victoria parcial de Moscú es la más importante desde que en marzo los rusos tomaron Bajmut, centro administrativo de Donetsk. Tanto Zelenski como el secretario general de la OTAN, Stoltenberg, remarcaban horas después, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, que la disminución de los suministros de armas desde Estados Unidos a Kiev está debilitando la resistencia ucraniana a la agresión.

Por una parte, hay que reconocer que, aunque no cabe optimismo alguno con respecto al conflicto, los cálculos iniciales de Moscú no se han cumplido. La gran Rusia, que triplica en población a Ucrania y cuyo PIB es diez veces superior, pensó seguramente que con su superioridad militar derrotaría a su adversario con la misma rapidez con la que se apoderó en 2014 de Crimea y del Dombás. Pero el coraje ucraniano y la ayuda occidental han hecho posible que Kiev conserve el 80 % del territorio del país, prácticamente lo mismo que controlaba cuando Moscú inició su agresión en febrero de 2022.

Por otra parte, es indudable que el porvenir de Ucrania está lleno de sombras. La muy publicitada contraofensiva ucraniana que había de tener lugar el verano pasado no llegó a materializarse, mientras Rusia se iba amoldando a las sanciones occidentales por el procedimiento de apoyarse en los países del sur, China e india particularmente, que le proporcionaron suministros vitales y le permitieron seguir desarrollando una notable actividad comercial. Por añadidura, el cerrado totalitarismo ruso ha permitido a Putin relativizar ante su pueblo la gran envergadura del conflicto. Cómo ha escrito Richard Haas, antiguo alto cargo del Departamento de Estado norteamericano, “a pesar del extraordinario costo humano de la guerra, estimado más de 300.000 soldados rusos muertos o heridos, el control de Putin de los medios y la narrativa pública ha permitido al Kremlin minimizar la disidencia y persuadir a muchos rusos de que su país es la víctima y no un agresor”.

En el frente occidental de apoyo a Ucrania, la evolución de los acontecimientos no es precisamente favorable a Kiev. En los Estados Unidos, ya cerca de las elecciones de noviembre, los republicanos están bloqueando una partida de 60.000 millones de dólares que resulta indispensable para que Ucrania soporte el peso de la guerra. Una mezcla de embeleso y simpatía hacia Putin y de aislacionismo tradicional en la derecha USA paraliza a los republicanos de Trump, que se niegan a otorgar una victoria política a Biden. Afortunadamente, la Unión Europea ha recogido el guante y Zelenski acaba de firmar sendos acuerdos con Francia y Alemania, que mantienen viva la promesa de apoyo del Grupo de los Siete países industrializados para tranquilizar a Ucrania el año pasado, después de que la OTAN se negase a invitar a Ucrania a unirse a la Alianza mientras durase la guerra. De todas maneras, nadie debe engañarse: en la firma del acuerdo entre Scholz y Zelenski, este lamentó amargamente “una caída en el apoyo de nuestros socios”, y el canciller alemán, en un rapto de sinceridad, reconoció que “Estados Unidos es una gran potencia y su apoyo es esencial para la capacidad de Ucrania de defenderse”. Es cierto que, por primera vez en décadas, este año los miembros europeos de la OTAN aportarán en promedio el 2 % del PIB a sostener la Alianza, con lo que se colma la conocida exigencia de Trump, quien ha llegado a sugerir hace poco que abandonaría a su suerte a los países que no contribuyan debidamente al sostenimiento de tal estructura militar. Sin embargo, en los ambientes norteamericanos se piensa que la aportación europea sigue siendo escasa y que no resuelve el déficit acumulado durante muchos años de desinterés y pasividad, en que todo el peso de la defensa recaía sobre los hombros de los Estados Unidos

Por añadidura, es claro que la crisis del Próximo Oriente ha sacado a Ucrania del principal foco de atención, y el conflicto europeo ocupa claramente el segundo lugar en el sistema mediático. En este marco, los expertos empiezan a pensar que la guerra avanza hacia una congelación, que representará el progresivo final de las hostilidades. Bertrand Badie, catedrático parisino de Ciencias Políticas, declaraba recientemente a la prensa española que los conflictos ya no acaban en el campo de batalla o en una mesa de negociación (nunca Ucrania ni Rusia firmarían la renuncia a Crimea o al Dombás). El método utilizado para el cese de las guerras desde 1945 es el del "conflicto congelado", con anexiones de facto pero no de derecho, como ha sucedido en Chipre, Abjasia, Osetia del Sur y, en cierta manera, en Kosovo… Lo importante será gestionar ahora este desenlace con inteligencia y con habilidad diplomática.