Opinión | A PIE DE PÁGINA

El PP, el indulto y la ‘reconciliación’

Que los populares hayan reconocido la necesidad de avanzar hacia la ‘reconciliación’ supone quizás el inicio de la única senda posible para que esta sea verdadera y no supervivencia política

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una comida-mitin en Oroso (A Coruña).

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una comida-mitin en Oroso (A Coruña). / AGOSTIME/EP

Según ha confirmado el propio PP en un contacto informal con periodistas, este partido, que hasta ahora se había mostrado en público muy crítico con los indultos a los condenados por el procés -no así en privado- estuvo dispuesto a plantearse dicha medida de gracia para los dirigentes independentistas. No se trataría de un indulto anticipado, una posibilidad contemplada en la ley del indulto de 1870 y referida a delitos de naturaleza política -y que de haberse aplicado ya, podría haber ahorrado muchas complicaciones-, sino de un indulto postsentencia condicionado al arrepentimiento y al compromiso de no volver a rebasar los límites del Estado de derecho por parte de los beneficiarios. 

Y aunque esta posibilidad parece difícil porque que Carles Puigdemont y el resto de dirigentes independentistas huidos han descartado siempre entregarse y someterse a la justicia española, a la que consideran ilegítima y responsable de cometer lawfare, el hecho de que el PP haya reconocido la necesidad de avanzar hacia la reconciliación supone un avance sustancial en la posición defendida por los conservadores y quizás el inicio de la única senda posible para que la reconciliación sea verdadera y no un mero ejercicio de supervivencia política. Al fin y al cabo, solo una medida que incorpore a PP y PSOE por la parte estatal y a Junts y a ERC por el lado del independentismo gozará de la legitimidad suficiente como para garantizar su aplicación y durabilidad.

Ahora bien, esta senda de reconciliación entre independentistas y no independentistas, pero también entre no independentistas solo será factible si se acompaña del esfuerzo de unos y otros por evitar unas prácticas que siguen inflamando la situación y degradando las instituciones. El PP, contribuyendo a judicializar la política obviando que la investigación y persecución de eventuales delitos no depende de la posición y actos partidistas. Y eso es justamente lo que ha hecho al instar al Parlamento Europeo a pronunciarse a favor de investigar la trama rusa del procés, algo que ha merecido una contundente respuesta de Puigdemont afirmando que si Feijóo hubiese sido presidente gracias a sus votos eso nunca hubiese sucedido y amenazando veladamente con que todo se sabrá, en clara alusión a la posibilidad de revelar el contenido de las conversaciones entre Junts y el PP previas a la investidura. Y el PSOE, tratando de tramitar una incierta ley de amnistía, retorciéndola a golpe de decisiones judiciales y entrando en un peligroso enfrentamiento con ese poder, e incluso amagando con retorcer otras leyes, por interés particular.

Para muchos es mejor vivir del procés o contra el procés, pero el interés general exige, tras una década perdida, poner el contador a cero. La judicialización divide y la amnistía también. En cambio, tras las declaraciones de Feijóo, el indulto, quién sabe si incluso el anticipado, puede ser no solo una tercera vía que conduzca a la reconciliación, sino también un recurso para unos dirigentes en un callejón sin salida.