Opinión | ETERNO DEBATE

La inexistente sobrerrepresentación de los partidos de ámbito no estatal

Sus votos están concentrados territorialmente y se aprovechan al máximo, a diferencia de lo que les ocurre a algunos partidos de ámbito estatal cuya implantación es más desigual

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elecciones / EFE/Enric Fontcuberta

En la moción de censura ha vuelto a emerger uno de los tópicos de la política española, la supuesta sobrerrepresentación que otorga el sistema electoral a los partidos de ámbito no estatal (PANE). No obstante, esta afirmación, que alimenta la animadversión hacia estas formaciones, carece de rigor y solo se explica por una mezcla de mala intención y desconocimiento de nuestro sistema electoral. Un sistema que, como todos, no es neutro sino que produce efectos mecánicos, es decir, los que se dan automáticamente por la interacción de los distintos elementos que componen el sistema (principalmente la magnitud de la circunscripción, la barrera electoral y la fórmula electoral), y los efectos psicológicos, que son los que derivan del aprendizaje de los electores.

El principal argumento que esgrimen los que sostienen que los PANE están sobrerrepresentados es que en el cómputo total de votos hay partidos de ámbito estatal que, obteniendo un porcentaje de voto igual o superior al de los primeros, obtienen un número inferior de representantes. Pero teniendo en cuenta que el reparto de escaños en España se produce en circunscripciones plurinominales cuya magnitud varía en función de la población, y que la barrera electoral se aplica a nivel de circunscripción, es en cada una de ellas donde hay que medir la proporcionalidad.

Y lo que dicen los datos es que la correspondencia entre el porcentaje de votos y de escaños de los PANE es elevada, es decir, no están sobrerrepresentados sino que obtienen lo que les corresponde a nivel de circunscripción, tanto si es grande como pequeña. Por ejemplo, en las elecciones generales de 2019 en Barcelona, una de las circunscripciones de mayor magnitud, ERC obtuvo el 21,29% de los votos y el 21,87% de los escaños, y Junts per Catalunya, el 11,83% de los votos y el 12% de los escaños. Si nos fijamos en una circunscripción pequeña como Guipúzcoa, el PNV recogió el 30,65% de los votos y el 33% de los escaños, y EH Bildu, el 27,97% de votos y el 33% de los escaños.

La ventaja que tienen los PANE es que sus votos están concentrados territorialmente y se aprovechan al máximo, a diferencia de lo que les ocurre a algunos partidos de ámbito estatal cuya implantación es más desigual. Ello da lugar a que en circunscripciones pequeñas los terceros y sucesivos partidos ven como sus votos se pierden y no producen representación. Pero eso de ningún modo es culpa de los PANE, sino de la pequeña magnitud de muchas circunscripciones, que acaba provocando que el umbral efectivo, es decir, el porcentaje de voto necesario para obtener un escaño sea muy superior a la barrera electoral, que es del 3%.

Esto se podría corregir ampliando el número de escaños a repartir, y habría margen para ello ya que la Constitución permite un Congreso de los Diputados de hasta 400 miembros, pero así se agravaría otro problema, que es la diferencia del coste del escaño entre los territorios más poblados y los menos. Al fin y al cabo, un escaño en Barcelona, donde casi todos los partidos con representación son PANE, cuesta muchísimos más votos que uno en Soria.