Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

Un 2023 de destrucción y guerra

Ha sido un año terrible para la humanidad, que ha demostrado que sólo sabe responder a la violencia con más violencia y destrucción

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No creo que 2023 sea digno de hacer un balance de él. Ha sido un año terrible para la humanidad, que ha demostrado que sólo sabe responder a la violencia con más violencia y destrucción. Así, si hace 365 días me parecía desconcertante e imposible que hubieran pasado meses y meses y no hubiéramos sido capaces de poner fin a la Guerra en Ucrania en pleno territorio europeo, en 2023 no sólo seguimos en las mismas, con este conflicto en activo, sino que... una gran guerra más ha hecho aparición.

Siempre he sentido especial empatía hacia esas ucranianas enfermas de clase media que se refugiaban en el metro para no morir de frío durante los bombardeos. ¿Cuántas desfallecerían? ¿Cuántas habrán sobrevivido tras un año más sin suministro de medicamentos ni apenas cuidados médicos? ¿Cuántas se habrán quitado la vida tras no poder soportar más dolor, porque en sus circunstancias físicas huir no era una opción? Todas estas preguntas siguen atormentándome.

Ahora no sólo pienso en ellas, sino también en las mujeres palestinas y en sus criaturas, que son los que pagan el precio más alto (sus muertes representan cerca de los dos tercios de las personas asesinadas en total en Gaza) de la guerra entre Israel y Palestina, bueno, más bien del intento de Israel por aniquilar Palestina... Además, no sólo hablamos de este empeño por erradicar a la población y sembrar la destrucción, sino de inseguridad alimentaria, vidas alteradas por el trauma, niños desplazados que han sido separados de sus familias...

Por mucho que la población civil del resto del mundo salgamos a la calle como protesta, ¿cuál es la respuesta de la comunidad internacional? Meses más tarde, ¿ha habido algún avance que nos haga vislumbrar negociaciones para un final? Así, mire donde mire, sólo atisbo violencia, guerra, horror. Y cuán aún más difícil es la supervivencia en todo el planeta para las mujeres y mucho mucho más para las enfermas (no paran de salir libros que refrendan esta visión).

Con ejemplos internacionales como estos, no comprendo cómo puede haber ganas de azuzar la crispación, el odio al otro y las diferencias políticas a nivel nacional para transformarlas en enfrentamientos violentos aquí, como los de noviembre movidos por la ultraderecha. ¿Acaso no hay bastante ya en el globo terráqueo como para necesitar más? ¿No es suficiente dura de por sí la vida? Aún así, mañana brindaré con esperanza (si no, ¿qué queda?), ganas de dar lo mejor de mí el próximo año, aunque sea a pequeña escala, y fuerza para seguir denunciando toda injusticia.