Opinión | APUNTE

Ni más simples ni menos austeras

Las nuevas reglas fiscales acordadas en la UE son más flexibles, sí; pero también muy complejas y exigentes

Nadia Calviño.

Nadia Calviño.

Cuando la Unión Europea se embarcó en el objetivo de revisar las reglas fiscales de estabilidad, los objetivos estaban más o menos claros: diseñar un marco más sencillo, más fácil de entender y de aplicar y sin el perfil austericida que aplastó las economías de Grecia, Irlanda, Portugal o España durante la crisis financiera de 2008. Finalmente, los ministros de Finanzas de los Veintisiete, reunidos en el Ecofin, han dado a luz este miércoles unas nuevas reglas fiscales para intentar mantener a raya el déficit y la deuda de cada uno de los Estados miembros.

La buena noticia es que el acuerdo se ha adoptado por unanimidad. Además, existe una coincidencia general sobre el hecho de que las nuevas reglas son mejores que las anteriores. Aunque solo sea por que el diseño de los planes de ajuste serán individualizado para cada país, en función del diferente punto de partida de las finanzas de cada uno. Aquí, la palabra clave es 'flexibilidad'. Si una economía se muestra capaz de invertir y hacer reformas, podrá lograr aflojar la soga de la austeridad. También habrá una flexibilidad inicial (hasta 2027) para no ahogar en exceso a los países con mayor carga de intereses de una deuda engordada por la pandemia y tras la guerra en Ucrania.

La mala noticia es que el nuevo sistema no es tan simple como se esperaba. La regla de gasto se define a partir del el gasto primario neto de medidas discrecionales de ingresos y sin contar el gasto cíclico en desempleo ni los programas europeos financiados con ingresos de la UE. La definición no es precisamente un canto a la sencillez.

El nuevo modelo tampoco es menos austero. En algunos casos, incluso lo es más: el nuevo objetivo de déficit al que deberán ir los países mediante ajustes obligados ya no será el 3% del PIB (este solo se mantiene a efectos de disparar el procedimiento de déficit excesivo), sino el 1,5% del PIB. En resumen: más flexible, sí; pero ni más fácil, ni menos austero. Hay quien ya augura que dentro de pocos años, las reglas resultarán inviables, como pasó con las viejas.