Opinión | POLÍTICA Y MODA

Clase trabajadora: de Chanel a Victoria Beckham

Es curioso que alguien como Victoria Beckham pretenda hoy hacerse pasar por clase obrera cuando hasta hace poco esa simple etiqueta podía cerrarte numerosas puertas (por no decir todas las posibilidades que conducían al éxito económico y empresarial)

David y Victoria Beckham, durante la presentación de su nuevo documental en Londres.

David y Victoria Beckham, durante la presentación de su nuevo documental en Londres. / EFE/EPA/Tolga Akmen

Primer año de periodismo en la Autónoma, clase de historia sobre conflictos internacionales. El profesor pregunta al alumnado (unos 80 estudiantes) quién se considera "clase trabajadora". Sólo tres alumnos levantan la mano (hace más de dos décadas de lo ocurrido pero no recuerdo ningún puño alzado). Mientras, la mayoría se miran entre ellos dudosos, confusos. Pasados unos minutos de incómodo silencio; el profesor aclara: "Queridos, lamento informaros que el 98% provenís de clase trabajadora...".

Esta escena ha vuelto a mi memoria al visualizar la ya viral secuencia doméstica incluida en el documental de Netflix sobre David Beckham (sólo dura 20 segundos, pero es sublime). La esposa del exfutbolista, Victoria, explica relajada desde el sofá de terciopelo color carbón de uno de los salones de su casa cómo conoció a su marido y al hablar de sus orígenes ella no duda en autoclasificarse como "clase trabajadora". Descalza, con unos jeans azul índigo y una elegantísima camisa blanca; la diseñadora escucha de fondo un reproche: "Sé honesta". No es la voz de la conciencia (o sí, de la conciencia de clase). Al girar la cámara, vemos que la exigencia proviene de su marido que acaba de asomar la cabeza por la puerta y que no parará hasta conseguir su propósito (que Victoria no mienta). "¿En qué coche te llevaba tu padre a la escuela?", pregunta David. Ella, sin modificar un ápice su postura de Spice pija (sentada sobre una de sus piernas, con las dos palmas de las manos apuntando hacia el techo con ese gesto que dice "A ver, porfa, tío. Estoy hablando, ¿sabes?") empieza a justificarse: "A ver, mi padre...". Pero su marido se muestra implacable y la corta tajante: "¿Cuál era el coche de tu padre?". La diseñadora lo intenta de nuevo alegando que no es tan sencillo como contestar a esa pregunta y que "depende". Pero Beckham insiste y Victoria finalmente se rinde: "Vale, mi padre en los 80´ tenía un Rolls Royce". El exfutbolista, satisfecho, añade un "gracias" y concluye cerrando la puerta.

Más allá de su pasado como cantante con las Spice Girls donde se negaba a sonreír porque "produce arrugas"; Victoria Beckham es actualmente una de las diseñadoras con mayor éxito del mundo. Esta misma semana presentaba en París su colección de primavera/verano 2024 y volvía a dejar clara la esencia e imagen de su marca (desfile al que asistió, por cierto, Sanna Marin, la ex primera ministra finlandesa socialista que estaba encantada con el vestidazo que le habían prestado y la cartera de lujo de obsequio). Si han oído hablar estos meses del "lujo silencioso", digamos que su firma de moda sería una de los grandes referentes (calidad, patronaje, sencillez, gris, negro, blanco, camel... en definitiva, la alta sofisticación que huye del marquismo de los nuevos ricos). Y es curioso que alguien como Victoria Beckham pretenda hoy hacerse pasar por clase obrera cuando hasta hace poco esa simple etiqueta podía cerrarte numerosas puertas (por no decir todas las posibilidades que conducían al éxito económico y empresarial)... De hecho, ni siquiera emplea el trillado eufemismo de alienación capitalista propia de los trabajadores porque en el fondo considerarse "clase media" es como cuando alguien te dice que es liberal para no reconocer que es de derechas.

En 1895, desde un orfanato francés gótico y lúgubre, una niña pobre llamada Gabriel se inventó una vida en la que la miseria, el hambre, el abandono y la prostitución desaparecieron de su vista. Desde entonces, con el tiempo y según con quien hablara, la narración sobre su procedencia supuestamente elitista y de clase bien siempre variaría. Aquella niña se juró desde bien pequeña que aquellos ricos que la miraban por encima del hombro querrían algún día vestir como pobres, como ella (con un sencillo petite robe noire, un lazo negro y una blusa blanca). Así, la ahora conocida mundialmente como Coco Chanel perpetró su venganza: en palabras de Paul Morand, inventó "la pobreza para millonarios" y se convirtió en la mayor revolucionaria de izquierdas de la historia creando el campo de cultivo perfecto para que hoy Victoria Beckham desee hacerse pasar por "very working class". Aprendes más sobre el poder práctico y real del proletariado estudiando la obra de Gabriel Chanel que empollando 'El Capital'. Porque "hay quien piensa que el lujo es lo contrario a ser pobre. No, es lo contrario a la vulgaridad". Palabra de Chanel, amén.