Opinión | EL RUIDO Y LA FURIA

La mujer

La mujer es frágil pero invencible, fuerte pero tierna, mortal pero eterna. La mujer es humana y capaz y absoluta y libre

Mujeres disfrutan en la pasada Feria de Málaga. ÁLEX ZEA

Mujeres disfrutan en la pasada Feria de Málaga. ÁLEX ZEA

La mujer es una lumbre, una luz que levanta el día, que señala el oriente, que hace risa la brisa y acompaña los pasos leves del sol y la marea. La mujer es una comunión con lo eterno, la evidencia de que el mundo tendría que ser mejor, un camino que seguir, una huella que nos lleva a la idea de paraíso. La mujer es la cumbre de lo humano, la señal indiscutible de que una vez habrá algo que salvar y que habrá también una salvación posible. La mujer es una fiesta, una alegría, una sentencia de vida. La mujer es, como dice aquella vieja letra que en este sur que habito y que me habita solemos cantar por verdiales, "una candelita en una noche de invierno cuando la luna se quita". La mujer es la vida entera, no su mitad. La mujer es la totalidad, la suma y la esencia. No es media naranja, es la naranja completa y el árbol y la tierra. La mujer es un planeta, una galaxia, el universo, todo el cómputo de lo vivo y lo creado. La mujer es el principio y el fin, el alfa y el omega, la idea y la certeza. La mujer es lo soñado y lo preciso, lo natural y lo sorprendente, lo verdadero. La mujer es la realidad de la vida, capaz de crear lo inexistente, de encontrar lo extraviado, de acercarse al concepto, a la noción, al convencimiento de que una vez, de alguna manera, el mundo será navegable. La mujer es la razón y la palabra y la voz que recorre el pensamiento. La mujer es la caridad y el perdón, la canción y el silencio, la sonrisa. La mujer es el cereal y los campos, la arboleda. La mujer es la idea, la imaginación, la fe. La mujer es la base y el sustento, la mirada y los ojos, la esperanza y el logro. La mujer es la memoria, el equilibrio, la claridad. La mujer es la fuente y el agua, el manantial y el río, la mar y el tiempo. La mujer es el corazón y la sangre, el silencio y la música, el sentido y el misterio. La mujer es frágil pero invencible, fuerte pero tierna, mortal pero eterna. La mujer es humana y capaz y absoluta y libre.

Y si no lo has entendido, si no te has dado cuenta, si no has sido capaz de llegar por ti mismo a comprender que no eres quien para robar un beso, para dar tu opinión no pedida, para acercarte si no te han llamado, para acosar y agredir, ya va siendo hora de que lo aprendas, seas Agamenón o su porquero.