Opinión | EN CLAVE EUROPEA

El BCE ahoga la economía europea

El BCE reconoce que las anteriores subidas de tipos ya han deteriorado la economía de la eurozona, debilitando la inversión, la actividad industrial y el consumo

La presidenta del BCE, Christine Lagarde.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde.

El Banco Central Europeo (BCE) ha vuelto a subir los tipos de interés hasta situarlos en el 4,25% para luchar contra una inflación, pese a que ya se ha reducido a la mitad en pocos meses y de que la eurozona roza la recesión, con la excepción destacada de España. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la zona euro crecerá un 0,9% de media en 2023, mientras que Alemania, el principal motor europeo, sufrirá una contracción del 0,3%. La primera vez que el BCE llevó los tipos al 4,25% en junio de 2000, la zona euro crecía al 3,9%. La segunda vez, en julio de 2008, crecía al 1,8%. La primera vez, esa subida contribuyó hundir el crecimiento hasta el 0,9% en 2002 y la segunda vez agravó la recesión de la crisis financiera. En ambos casos, el BCE tuvo que reducir después los tipos de forma precipitada.  

El BCE reconoce que las anteriores subidas de tipos ya han deteriorado la economía de la eurozona, debilitando la inversión, la actividad industrial y el consumo, y anticipa que frenarán la creación de empleo. La nueva subida de tipos del BCE castiga aún más a las familias, ya empobrecidas por la pérdida de poder adquisitivo por los aumentos salariales inferiores a la inflación. El alza de tipos del BCE ha encarecido sustancialmente la cuota mensual de las hipotecas y los costes financieros de las empresas, incrementando las quiebras, especialmente de las pequeñas y medianas empresas. En Francia, las quiebras han crecido el 35% en el segundo trimestre de 2023.

La inflación de la eurozona ya ha bajado del 10,6% en octubre de 2022 al 5,5% en junio. Pero eso no ha frenado al BCE, que tampoco ha querido esperar a ver el impacto de sus anteriores subidas en la inflación, pese a que la teoría económica afirma que las subidas de tipos tardan de 18 a 24 meses en dejar sentir su impacto en la inflación y en la economía.

Precios de mayoristas eléctricos

La rebaja de la inflación desde su pico de octubre se ha debido fundamentalmente a la desaparición del principal factor que desencadenó su rápida alza: el disparo de los precios de la electricidad, el gas y el petróleo, agravada por un sistema disfuncional de fijación de los precios mayoristas eléctricos en la UE y por unas sanciones energéticas contra Rusia mal concebidas. El disparo del precio de la luz repercutió de inmediato en todos los productos y sectores mucho antes del inicio de la guerra en Ucrania y las empresas aprovecharon la coyuntura para ampliar márgenes, como muestra el alza espectacular de beneficios y como ha reconocido la presidenta del BCE, Christine Lagarde.

La reforma del sistema de precios eléctricos y del mercado gasista aún está en discusión en la UE dos años después de desencadenar la escalada inflacionista. A pesar del descenso del coste de la luz y el gas en Europa, su precio sigue siendo cuatro y cinco veces superior al de EEUU. España tiene uno de los porcentajes más bajos de inflación de la UE (1,6% en junio en el índice armonizado europeo) gracias a que logró arrancar con fórceps a la Comisión Europea y los otros estados la denominada excepción Ibérica. Esto le permitió imponer un tope al precio del gas que se utilizaba para producir electricidad y contener el coste de la luz.

El BCE no debe tomar como referencia la resistencia de la economía norteamericana ante las subidas de la Reserva Federal, porque la economía de EEUU no se ha visto gravemente dañada como la europea por la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia. Por el contrario, se ha visto beneficiada: la UE es ahora el principal mercado exterior para el gas norteamericano, la industria militar de EEUU ha reforzado su actividad gracias a los más de 40.000 millones de euros de armamento enviados a Ucrania y los más 400.000 millones de subvenciones de EEUU a sus industrias para la transición energética y el desarrollo tecnológico son otro estímulo que agrava la desventaja europea.

La subida de tipos del BCE ha encarecido sustancialmente el coste de las inversiones públicas y empresariales en un momento en que la UE se enfrenta a retos existenciales que exigen inversiones masivas. La Comisión Europea estima que la transición energética en la UE requiere una inversión adicional anual de 620.000 millones y que para recuperar el retraso digital europeo hacen falta otros 125.000 millones adicionales cada año. La mejora de la defensa europea implica otro gasto adicional de 75.000 millones a corto plazo y los efectos actuales del cambio climático (sequías, inundaciones, incendios… etc.) costarán más de 20.000 millones anuales a la UE.