Opinión | POLÍTICA Y MODA

Mira los carteles

No han pasado ni dos meses desde el 28M y ya tenemos encima una nueva campaña, la de las generales

Los carteles electorales del 23J, a examen.

Los carteles electorales del 23J, a examen.

Tengo la sensación que fue ayer cuando analizaba los carteles electorales del 28M… Y así es: no han pasado ni dos meses y ya tenemos encima una nueva campaña, la de las generales. Sorprendentemente, la premura (el poco tiempo que han tenido los partidos para preparar la estrategia comunicativa de cara al 23J) ha dado como resultado carteles directos que son de agradecer.

PSOE. “Adelante”, anuncia el cartel de los socialistas. Ese progreso al que animan lo percibimos en la flechita y también en su candidato que mira a su izquierda (futuro) con la cabeza y barbilla ligeramente levantadas (esperanza). Sin embargo, pronto se da cuenta una que más que al mañana, Sánchez alarga el brazo para tomarse una selfie (yo). Y aunque el retrato incluya a cuatro mujeres jóvenes (pretendiendo introducir así también un discurso visual feminista e incluir el voto joven), el aún presidente está más pendiente de la cámara que del votante y su hombro y brazo excluyen a quien lo contemple. Ya ven, Narciso ante el reflejo del agua. Con su camisa denim preferida (tejido resistente asociado a la clase obrera) y la manga remangada (de señor activo sofisticado porque si hubiera querido incidir en la clase trabajadora la hubiera arremangado por encima del codo); Sánchez sonríe. Pero insisto, el gesto optimista es hacia la lente del teléfono móvil que lo captura; no al futuro.

PP. A diferencia de en los carteles de la última campaña electoral a las generales, los principales candidatos han prescindido de la corbata. Con lo pesadita que se puso la derecha en su día con la obligatoriedad de cumplir con un supuesto decoro estilístico masculino; cuando se trata de pedir el voto y resultar cercanos se les quitan rápido las manías. Quizá, incluso, sea excesiva la relajación de las formas indumentarias. Porque una cosa es posar con una sencilla y sofisticada camisa blanca y otra, desabrocharse más de un botón del cuello como si estuviéramos en el chiringuito de la playa… Alberto Núñez Feijóo mira sereno con sus lentes al frente (presente), el problema es que a su presunto socio de gobierno le excita volverse hacia el pasado. El fondo es borroso (la gente parece que quedó muy lejos) y sólo se destacan los colores de dos rojigualdas. ¡España, coño!

Vox. Verde corporativo de fondo y como único reclamo visual su líder: Santiago Abascal. No sólo su mirada, también su barba ya algo canosa parece apuntar a su derecha (el pasado). Y no sonríe, desafía. Camisa blanca bajo la cazadora azul mahón. José Antonio Primo de Rivera fue explícito en cómo debería vestir la Falange: camisa azul añil (color de los monos y batas obreras) arremangada hasta el codo y cuello abierto (como hacían los trabajadores). A posteriori, lo de añadir la boina roja carlista fue cosa de Franco que una tarde se puso “creativo”… El eslogan puede antojarse básico, pero es tan sencillo como directo y efectivo: “vota Vox”. Siempre les ha funcionado, ¿para qué cambiarlo? Pero por si no es del todo convincente añaden: "lo que importa". Si es que parecemos tontos...

Sumar. Es la única candidata mujer con posibilidades reales de entrar en el gobierno de Moncloa y es de agradecer que arriesgue y no recurra al posado clásico de todos los hombres políticos. He leído a un par de analistas comentar que enseña la mano porque es un símbolo obrero… Bueno, eso sería la mano abierta o el puño y, en todo caso, mostraría el derecho (el de los comunistas). Lo que hace con la mano en la barbilla es un gesto de reflexión o evaluación. Aunque su cuerpo esté dispuesto al frente (presente), alza la vista (que los árboles no te impidan ver el bosque) con su característica sonrisa en los ojos (ilusión, optimismo…). El fondo, también desenfocado, parece un exterior repleto de naturaleza (calma y mensaje subliminal en defensa del medioambiente ). La melena mechada rubia (angelical) perfectamente revuelta (libre) con un vestido blanco (transparencia) con brocados y volantito en el pecho (ternura o infantilismo, lo que prefieran) y que cierra en los hombros con dos lazos (feminidad, inocencia, vulnerabilidad, fragilidad… ). Sencillos pendientes, anillo y pulsera dorados (clásico). Y así Yolanda Díaz, a diferencia de Pablo Iglesias o Irene Montero, puede decir dulcemente que es roja sin que usted se asuste.