Opinión | EL LÁPIZ DE LA LUNA

Vamos a jugar a imaginar

Es importante que este 23 de julio lo tengamos en cuenta: importamos las mujeres, el colectivo LGTBI, los inmigrantes, la agenda 2030, en general, las personas y la libertad. No se equivoquen de papeleta, por favor

El debate a 7 de RTVE lidera frente a la caída de 'Vaya vacaciones' y el débil regreso de 'ACI'.

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Imagínate que eres mujer y que tienes treinta años, un chorro de formación, pero un trabajo precario al que le echas más horas que un reloj. Imagínate que el sueldo te da para pagar el alquiler –aún no puedes aspirar a una hipoteca–, la compra (que ya no sabes si te sale más caro tener cobijo o hambre), la luz, el agua y la gasolina. Una vez que tienes esas necesidades básicas cubiertas te pasas el mes privándote de lujos tan intrascendentes como cenar una noche fuera. Luego, si pecas de manirrota, solo te queda rezar para que no surja ningún imprevisto: una avería en el coche, en la lavadora o una enfermedad. Imagínate que, por un desliz –eso sucede, por eso se llama desliz– te quedas embarazada y vives en un país, supuestamente desarrollado, que prohíbe el aborto y debes tener un hijo al que no sabes cómo vas a sacar adelante porque ya sales adelante tú a duras penas. Piensa también que tienes una relación de pareja y tu novio barra marido barra amigo especial tiene la mano ligera y de vez en cuando te da una hostia, porque puede, porque no sería violencia de género sino "violencia intrafamiliar", pues al cambiarle el apellido, además de invisibilizar a las víctimas, ya no se estaría hablando de una violencia ejercida sobre la mujer por el simple hecho de serlo, sería entonces violencia ejercida contra cualquier miembro de la familia por los motivos que sean (la violencia nunca debería estar justificada). Esto lo recoge el Convenio de Estambul como "violencia doméstica"; sin embargo, hay partidos políticos que se han sacado de la manga ese nuevo término para no reconocer que hay hombres que matan a sus parejas. Punto. Seguimos, imagínate que eres un hombre al que le gustan los hombres o una mujer a la que le gustan las mujeres o una persona a la que le gustan las personas independientemente de su sexo. Es más, échale un poco más de imaginación y suponte que eres alguien que nació con un sexo biológico con el que no se siente identificado y quiere expresarlo libremente. Sin embargo, vives en un país, supuestamente desarrollado, que prohíbe relaciones del mismo sexo, ya ni hablemos de personas transgénero. ¡Uy, se me olvidaba!, imagínate que eres inmigrante, lo que algunos llaman negro o moro y que después de jugarte la vida para salir de la miseria de tu país, llegas a otro en el que te van a encerrar en un centro en el que malvivirás, porque eres negro o moro, y, en el peor de los casos –o dadas las circunstancias no sé si en el mejor–, te devuelven a tu patria. Quizá no haya que elucubrar tanto, sino irnos a la dictadura española de hace apenas cincuenta años y a su Ley de Vagos y maleantes. ¡Espérate!, que tampoco tienes que viajar medio siglo en el tiempo, que ahora, en este siglo (recuerdo que estamos en el siglo XXI, para los que creen que aún vivimos en la Edad Media) ya hay partidos políticos salivando como hienas para hacer realidad todo esto que hemos estado imaginando. Lamento haberte hecho creer al principio de este artículo que todo esto podría ser un sueño. Más bien, se está convirtiendo en una pesadilla y no solo por el retroceso social que supone, sino porque empiezo a presenciar cómo estas ideologías extremas y retrógradas están friccionando amistades: "Divide y vencerás". Sinceramente, sin ánimo de ser alarmista, yo empiezo a estar un pelín asustada barra preocupada barra pensando a qué continente me puedo mudar si lo que intuyo se nos viene encima. Solo un ejemplo: si un partido que aún no está gobernando cuelga una lona en la Gran Vía en la que bajo el lema "Tú decides lo que importa" se ve una mano masculina, imagínate que fuera femenina ¡qué locura!, tirando a una papelera el símbolo del feminismo, la bandera LGTBI o los objetivos de la agenda 2030, ¿qué no harán cuando estén en el poder? Sí, es cierto, nosotros decidimos lo que importa, por eso es importante que este 23 de julio lo tengamos en cuenta: importamos las mujeres, el colectivo LGTBI, los inmigrantes, la agenda 2030, en general, las personas y la libertad. No se equivoquen de papeleta, por favor.