Opinión | PERSONALIDADES ITALIANAS

Dioses y demonios

Las muertes de Silvio Berlusconi y Nuccio Ordine son útiles para contrastar dos maneras muy distintas de entender la vida

El funeral de Estado de Berlusconi reúne en Milán a autoridades nacionales y europeas

El funeral de Estado de Berlusconi reúne en Milán a autoridades nacionales y europeas / MOURAD BALTI TOUATI / EFE / EPA

Si no fuera porque mi ateísmo es a prueba de bombas, alguna vez podría flaquear. Por ejemplo, cuesta creer que la coincidencia en las muertes de Silvio Berlusconi y Nuccio Ordine sea, simplemente, casualidad. Lo que sí resulta es útil para contrastar dos maneras muy distintas de entender la vida.

Puede parecer una comparación desigual, porque la repercusión -incluidos el luto oficial y los honores de Estado- por el fallecimiento de “Il Cavaliere”, supera por goleada a las muestras de consternación que también ha generado la desaparición del escritor.

Pero, a veces, el tamaño no importa. Así que vayamos al ejercicio. Pragmatismo frente a utopía podría ser una primera aproximación, pero se queda corta. Berlusconi elevó a la enésima potencia la frase, falsamente atribuida a Maquiavelo, de que “el fin justifica los medios”. Su dilatada trayectoria política y empresarial aparece salpicada de escándalos, sospechas, denuncias y alguna condena.

Todas las religiones dividen entre buenos y malos, dioses y demonios, y encima nos atosigan con la lista de pecados

Homófobo y machista hasta la náusea, son legión los italianos que quieren parecerse a él, porque encarna el retrato del triunfador: rico, poderoso…y listo, al que nunca acabaron de pillar. O sea, una precuela de Trump.

Negocios y conocimiento

Ordine fue un enamorado del Renacimiento, un experto en Giordano Bruno y, a caballo de esa militancia artística, vivió otro tipo de reconocimiento. Tituló su libro de mayor éxito 'La utilidad de lo inútil', una carta de amor a las humanidades y una declaración de guerra a la educación exclusivamente mercantil. Berlusconi, negocios; Ordine, conocimiento. Será que los orígenes familiares también pesan.

Porque el abuelo de Ordine vendía tebeos en un kiosko y ese fue el asidero para que él se enamorara de los libros. El padre de Berlusconi trabajaba en un banco que limpiaba dinero de la Mafia; y, de hecho, uno de sus capos vivió varios años en la mansión de las fiestas “bunga- bunga”.

Resumiendo, que todas las religiones dividen entre buenos y malos, dioses y demonios, y encima nos atosigan con la lista de pecados. Yo no aspiro a tanto, pero la pregunta me parece pertinente: ¿con quién voy? ¿Con Silvio o con Nuccio?