Opinión | POLÍTICAS MEDIOAMBIENTALES

Clima: mal momento para bajar la guardia

Bruselas parece echar el freno al Pacto Verde precisamente cuando se agrava el cambio climático

Daños provocados por una tormenta reciente de granizo en Los Palacios (Sevilla).

Daños provocados por una tormenta reciente de granizo en Los Palacios (Sevilla). / EUROPA PRESS

En diciembre de 2019, a unas semanas del estallido del covid-19, la Comisión Europea publicaba el Pacto Verde Europeo, que marcaba una ruta exigente y rigurosa hacia la descarbonización, la lucha contra el cambio climático en general y la rápida sustitución de fuentes de energía contaminantes por otras de energías renovables. Bruselas, además, dio cuenta de la importancia que para Europa tenía el cumplimiento de este acuerdo al vincular parcialmente el compromiso de los estados miembros con las políticas medioambientales a la recepción de los fondos Next Generation.

La propuesta ha seguido su curso, pero últimamente se han alzado algunos inquietantes obstáculos al camino emprendido. A presiones de diversos países miembros, la Comisión Europea incluyó el gas natural y la energía atómica entre las energías verdes de transición. Alemania, el mayor fabricante de automóviles de toda Europa, ha conseguido que se permita la utilización de motores de combustión interna con combustibles sintéticos hasta 2035. El Partido Popular Europeo, también a instancias de varios estados, Polonia y Hungría especialmente, ha pedido una moratoria de dos años en la restricción de pesticidas y restauración de espacios naturales… Y sorprendentemente, Macron ha reclamado una pausa regulatoria en la aplicación del pacto. El presidente francés trata de recuperar popularidad y, como él, muchos líderes políticos se preparan para las elecciones europeas de junio de 2024.

El portavoz de la Aemet, Rubén del Campo, declaraba este domingo en EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que el verano pasado fue lo nunca visto, con unos 5.000 muertos por las sucesivas olas de calor, y que este volverá a encadenar episodios similares. Estos pronósticos deberían estimular la rápida aplicación de las medidas contra el cambio climático, y no al contrario. Máxime cuando los expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaban de advertir que El Niño, un fenómeno natural que se origina en el océano Pacífico y determina el clima en todo el globo, tiene un 60% de probabilidades de aparecer en la segunda mitad de 2023 (un 80% de que comience entre julio y septiembre), lo que puede llevar a un aumento global de las temperaturas y a cambiar los patrones de vientos y precipitaciones de diferentes puntos del planeta.

Los meteorólogos indican asimismo que, a falta de mediciones definitivas, la subida global de las temperaturas en el planeta podría haber alcanzado ya niveles cercanos a los máximos previstos para 2050, que se consideraron el límite infranqueable en el Acuerdo de París de 2016, lo que de ser cierto constituiría una tragedia, ya que a partir de ciertas variaciones, los daños ambientales se volverían irreversibles.

Resulta difícil de entender que, cuando estamos asistiendo a fenómenos cada vez más alarmantes, la sociedad global no reaccione"

Resulta difícil de entender que, cuando estamos asistiendo a fenómenos cada vez más alarmantes -desaparición de los glaciares, descongelación del polo norte, subidas del nivel del mar, sequías desoladoras, fenómenos meteorológicos cada vez más abundantes y violentos, etc.-, la sociedad global no reaccione, como si fuera indiferente a la expectativa de su propia extinción. El cambio climático dejó de ser hace tiempo una hipótesis para convertirse en una constatación inquietante que habría que abordar con decisión, en el bien entendido de que los países ricos, que causaron el daño, habrán de realizar los sacrificios necesarios.