Opinión | TURQUÍA

Erdogan, a un paso de la reelección

El programa secular de la oposición y su relación con el movimiento kurdo movilizan el voto conservador

Una mujer turca ondea una bandera junto a un inmenso retrato de Erdogan.

Una mujer turca ondea una bandera junto a un inmenso retrato de Erdogan. / Europa Press

Las pocas décimas que le han faltado a Recep Tayyip Erdogan para lograr la reelección en la primera vuelta de las elecciones celebradas el domingo en Turquía, unido a la renovada mayoría absoluta del Partido de la Justicia y el Desarrollo, complican enormemente la posibilidad de que el candidato de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, logre la victoria en la segunda vuelta, el día 28.

Contra lo vaticinado por las encuestas y a la vista de los problemas que debe afrontar el país -inflación, las secuelas del terremoto, casos de corrupción en el entorno del presidente-, Erdogan ha mostrado una capacidad de resistencia a toda prueba. Le ha favorecido la movilización de votantes conservadores, alarmados con el programa secular del socialdemócrata Kiliçdaroglu y convencidos por una campaña de descrédito de manual para identificarlo con el terrorismo.

El desenlace de la primera vuelta es así una mala noticia para quienes ven en la deriva de Erdogan una erosión permanente de los usos democráticos, una mutación imparable en solo uno de los aspectos de la república fundada hace un siglo, laica pero también radicalmente hostil a las diversas identidades culturales en su seno.

El resultado es la constatación del arraigo del islamismo y la tradición en amplios sectores de la población, ajenos a la promesa de renovación sustentada por las élites de Estambul y Ankara; alejados de los ambientes donde el turismo es un fenómeno omnipresente y de los sectores económicos de última generación, que miran a Europa y consideran un lastre el vínculo cada vez mayor con Rusia y el nacionalismo nostálgico que mira a Asia central. 

A esa atmósfera favorable al presidente, más profunda de los esperado, deben añadirse los medios de que dispondrá Erdogan las dos próximas semanas para fijar voluntades. Si la campaña de la primera vuelta y el escrutinio del domingo abundó en incidentes, es de esperar que las dos próximas semanas todos los resortes de la Administración se pongan a su servicio.

A lo que se añadirá la aportación de los votantes del ultraderechista Sinan Ogan, que logró alrededor del 5% de las papeletas. Quienes tienen depositadas en Kiliçdaroglu las esperanzas para que Turquía vuelva a ser un socio fiable de la OTAN, un puente útil entre Europa y Asia y aspirante con fundamento a integrarse en la UE a largo plazo, la perspectiva de reelección de Erdogan llena el futuro de incógnitas. 

Es un hecho que Turquía ha tenido un papel fundamental para restablecer con garantías la exportación de grano procedente de Ucrania y cada día es más influyente en Oriente Próximo. Es, además, clave en la aplicación del discutible acuerdo para la contención de los flujos migratorios firmado con la UE. Aunque en toda elección es posible la sorpresa, Erdogan ha quedado demasiado cerca de la mayoría absoluta para no esperar que esta se concrete el domingo 28. 

Después de la participación registrada en la primera vuelta, es difícil imaginar una movilización mayor en la segunda que vaya solo en la dirección del candidato de la oposición. En cambio, se antoja más factible el pronóstico de algunos analistas, que temen que se confirme la conversión del presidente en un sultán electo, con todo el poder en sus manos, como ya su sucede ahora gracias a la reforma de la Constitución.