Opinión | EN CLAVE EUROPEA

La UE busca recuperar Sudamérica

Lula da Silva se reunirá el 26 de abril en Madrid con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez

Banderas de la Unión Europea en la sede de la Eurocámara en Bruselas.

Banderas de la Unión Europea en la sede de la Eurocámara en Bruselas. / REUTERS

La Unión Europea (UE) busca recuperar su pérdida influencia económica y política en Sudamérica tras haber sido desbancada durante la última década por China como segundo socio comercial más importante después de Estados Unidos. China incluso ya es el primer socio comercial de Chile y de los países de Mercosur. Las crecientes inversiones chinas en la región, la construcción de infraestructuras, los préstamos financieros y su hábil diplomacia de una generosa ayuda sanitaria durante la pandemia de covid ––en contraste con la cicatería de la UE–– han reforzado la influencia de Pekín en el continente.

La negativa de los países latinoamericanos a secundar las sanciones impulsadas por la UE y EEUU contra Rusia por la invasión de Ucrania, la buena acogida oficial en Brasil al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, y el acercamiento estratégico a China del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, son tres ejemplos del debilitamiento de la influencia europea en el continente. Al mismo tiempo, se está diluyendo en el conjunto de Latinoamérica la percepción de la UE como una potencia mundial independiente por su automático alineamiento con las posiciones de EEUU. El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió hace dos semanas del peligro de que los países de la UE se conviertan en “vasallos” de EEUU, lo que desató una airada crítica de los países del Este, mostrando la división europea y confirmando la insuficiente voluntad política de los Veintisiete de ser una potencia estratégicamente autónoma.

Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE tienen previsto debatir en su reunión del 24 de abril cómo mejorar la influencia económica y política europea en Sudamérica para contrarrestar la influencia china y rusa. Para ello, se considera crucial avanzar hacia la firma y ratificación del acuerdo comercial de la UE con los cuatro miembros fundadores de Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, señala un documento de trabajo preparatorio. El acuerdo con Mercosur facilitaría a la UE un mayor acceso a minerales y materiales cruciales para la transición verde, abriría nuevos mercados y reduciría su dependencia de China.

Acuerdos políticos

Las negociaciones con Mercosur comenzaron el año 2000 y sólo en junio de 2019 se logró un acuerdo político sobre el contenido del tratado comercial: reducción de aranceles, respeto de las normas europeas fitosanitarias, de seguridad alimentaria y denominaciones de origen, liberación de servicios y contratos públicos, eliminación de barreras técnicas y reforzamiento de la propiedad intelectual. Pero desde entonces la concreción de una serie de detalles técnicos y la etapa de Jair Bolsonaro al frente de Brasil con su política de desforestación amazónica paralizaron el tratado.

El negociador en jefe europeo Rupert Schlegelmilch se ha desplazado esta semana a Buenos Aires para acercar posturas sobre las adendas que los países de la UE quieren añadir al tratado para precisar detalles y compromisos sobre agricultura y desarrollo sostenible, estándares medioambientales, protección de la biodiversidad y lucha contra el cambio climático. Los miembros de Mercosur, por su parte, quieren evitar que los añadidos puedan restringir en la práctica sus exportaciones agrarias a la UE y su capacidad de reindustrialización y desarrollo económico, indispensables para reducir las enormes desigualdades sociales existentes en sus países. Lula da Silva también se reunirá el 26 de abril en Madrid con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, para desencallar el acuerdo comercial, aprovechando que España asumirá el 1 de julio la presidencia semestral rotatoria de la UE y que uno de sus objetivos es estrechar las relaciones entre Europa y Latinoamérica.

El Tratado comercial con Mercosur, pese al acuerdo político de 2019 suscrito por la Comisión Europea, choca con una fuerte resistencia entre los Veintisiete por el temor a una llegada masiva al mercado europeo de productos agrarios sudamericanos a un coste mucho menor. En el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE del pasado 20 de marzo, más de una decena de estados, encabezados por Austria y Francia, se opusieron a concluir el tratado a menos que se incluyan disposiciones estrictas que impidan importaciones de Mercosur producidas con estándares agrarios, climáticos y medioambientales inferiores a los europeos. Desde 2019, Francia condiciona el acuerdo a que Mercosur respete las normas de la UE sobre cambio climático, desforestación y protección medioambiental.