Opinión | TENSIÓN EN LA IZQUIERDA
Sumar es difícil sin Podemos
La ausencia de los líderes morados en el acto en el que Yolanda Díaz lanzó su candidatura indica que al proyecto de la vicepresidenta no le salen las cuentas
Hace dos años, Pablo Iglesias designó a dedo a Yolanda Díaz como su sucesora al frente de Unidas Podemos (UP). El pasado domingo, Iglesias y los líderes oficiales de Podemos no asistieron al primer acto de Díaz como candidata a la presidencia del Gobierno. Y ésta consideró que su presencia era prescindible. La secuencia ejemplifica lo que ha ocurrido en este tiempo entre Podemos y la vicepresidenta segunda del Gobierno. Díaz presentó su nuevo partido, Sumar, y su candidatura a las elecciones generales acompañada por más de una decena de formaciones y con la flagrante ausencia de Podemos. Entre los asistentes estaban los dirigentes de En Comú Podem, con Ada Colau; los de Más Madrid y Más País, con Mónica García e Íñigo Errejón; Joan Ribó, por Compromís, y antiguos fundadores de Podemos que se habían alejado del partido. Pero faltaban Iglesias, Ione Belarra e Irene Montero. Ni la pompa escenográfica que rodeó el evento pudo disimular la distancia que va del nombre elegido, Sumar, a la realidad de que a la operación no le salen las cuentas.
La ambición de Díaz no basta para que la potencial suma de las izquierdas impidan el paso al PP y eventualmente a Vox. Que Díaz encabece esa futura coalición como presidenta no basta. El primer paso tendría que haber sido una foto con todos los que debían estar, pero no lo consiguió. Peor sería, para las expectativas de futuro de las izquierdas, no considerar esas ausencias como un fracaso. Presentes y ausentes tienen argumentos para defender la posición propia y criticar la ajena. El de Podemos es que Díaz se ha negado a firmar un pacto para celebrar elecciones primarias abiertas a la ciudadanía. Pero Díaz niega que esa sea la razón verdadera porque dice ser favorable a las primarias. Corresponda a quien corresponda una mayor cuota de responsabilidad, lo cierto es que el desacuerdo va más allá de la fórmula de composición de las futuras candidaturas. Podemos lamenta la poca predisposición de Díaz a compartir el liderazgo con sus dirigentes y la impulsora de Sumar afirmaba durante el acto del pasado domingo estar «cansada de tutelas», expresión inequívoca de rechazo a que sea Podemos quien dicte las condiciones y al tono aleccionador de Iglesias.
Díaz defiende un proyecto autónomo, con más «diálogo» que «ruido», que recupere e intente ampliar la transversalidad del primer Podemos y que defienda políticas sociales alejándose del populismo de la formación morada. Pero no parece haber destacado por su capacidad de diálogo ni por haber evitado el ruido. El resultado de las fuerzas congregadas en torno a Sumar en las próximas municipales y autonómicas de mayo dará más pistas sobre la viabilidad de la operación. Pero en el horizonte de las generales, todas las encuestas aseguran que si la izquierda del PSOE se presenta dividida, aumentan las posibilidades de que gobiernen el PP y Vox. Que Díaz sostenga que puede triunfar incluso sin Podemos, y que Iglesias califique a los asistentes al acto de Sumar como «la vieja izquierda», resulta temerario. Y en todo caso, muy alejado de esa unidad que tanto dicen unos y otros pretender.
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