Opinión | REINO UNIDO

Isabel II y la unidad del reino

La muerte de la reina de Inglaterra se produce cuando el país atraviesa uno de los momentos más difíciles desde la caída del Imperio británico

Isabel II.

Isabel II. / EFE

El fallecimiento de Isabel II, reina de Inglaterra, constituye por muchos motivos, un acontecimiento histórico. Lo es por la longevidad de quien ha vivido casi un siglo y ha reinado durante casi setenta años. También, contemplando el presente y el futuro del Reino Unido, porque Isabel II desaparece cuando el reino vive uno de los momentos más difíciles de su historia reciente desde la caída del Imperio británico.

Además de ser el paradigma de las monarquías constitucionales, Isabel II ejerció plenamente su papel de mantener la neutralidad política. Ahora existe una lógica preocupación sobre si su sucesor, el rey Carlos III, será capaz de mantener estas virtudes en las que tanto destacó su madre. Isabel II fue coronada cuando su país y la propia corona vivían momentos de zozobra, con un Reino Unido zarandeado por la pérdida del Imperio. Sin embargo, los británicos estaban profundamente unidos por su destacado papel en la guerra contra la Alemania nazi y el país empezaba una prometedora andadura, con un lugar destacado entre las naciones europeas y un puesto en el Consejo de Seguridad. 

Carlos de Inglaterra será en cambio coronado en circunstancias muy diferentes. El Reino Unido está profundamente dividido y vive una grave crisis económica y social tras su salida de la Unión Europea. La construcción de la figura simbólica del monarca deberá empezar desde cero. El nuevo rey deberá tener en cuenta que su madre, manteniendo siempre una exquisita ecuanimidad, supo proporcionar a los británicos la confianza y el sentido de pertenencia que todo pueblo necesita, sobre todo, en momentos de adversidad.

La última imagen de la reina, recibiendo, en estado de extrema fragilidad, a Liz Truss en el palacio de Balmoral, refleja la complejidad del momento en el que la monarquía británica aborda la transición. De los dieciséis candidatos a la jefatura del Gobierno recibidos por la reina durante su mandato, Truss es probablemente la más débil políticamente, con un Partido Conservador dividido y un país en puertas de la recesión. A Isabel II nunca le gustó el referéndum sobre el Brexit. No porque tuviera ideas más o menos favorables a la permanencia en la Unión Europea sino porque percibió que iba a partir el país por la mitad. 

En el balance de las fortalezas de Isabel II destaca su determinación en la defensa del país, antes incluso de su coronación, durante la segunda guerra mundial, que quedó para siempre en la retina de los británicos y fue decisiva para hacer olvidar las vacilaciones de otros miembros de la familia real. Entre sus errores, cómo ha gestionado las tensiones dinásticas que vivió la propia familia real. El desdén que mostró inicialmente al morir Lady Di creó un foso con parte de la opinión pública conmovida por la trágica muerte de la llamada princesa del pueblo. Por encima de estas circunstancias ha estado siempre la categoría y la dignidad con la que ha ejercido el cargo. Sin que se le puedan achacar actuaciones impropias del cargo que manchen su larguísimo mandato.