Opinión | EDUCACIÓN

Valorar la FP, una baza para crecer

Apostar intensamente por potenciar esta modalidad formativa, con el consenso de administraciones y empresas, es clave para el desarrollo

Una joven estudiante de FP.

Una joven estudiante de FP. / EP

Terminan ya las pruebas de acceso a los estudios superiores para miles de estudiantes españoles y con ellas el final de la educación secundaria que, después de la ESO, obligatoria, prepara a los alumnos para entrar en la universidad. Los llamados estudios terciarios, sin embargo, no se limitan a una posibilidad aún hoy percibida erróneamente como la vía con más prestigio para desarrollar una carrera profesional. Hace años que está sobre la mesa el debate sobre los ciclos formativos de grado superior, conocidos como formación profesional (FP), opción que cada día gana más adeptos y que ha dejado de ser una alternativa de menor rango.

Muchos datos avalan el auge de la FP y, en especial, la necesidad de llevar a cabo una política de asesoramiento entre el alumnado no solo en el bachillerato sino durante la ESO. Las matriculaciones en FP han aumentado un 43% en los últimos cinco años por causas diversas pero contundentes. La FP es muy exigente y es un recurso educativo que los expertos valoran porque la integración en el mercado laboral es rápida: dos años después del bachillerato, a diferencia de los cuatro de un grado universitario. También por la adecuación de los recursos docentes a las vocaciones y habilidades de los alumnos. 

Los datos avalan que la madurez intelectual y profesional no es exclusiva de la formación universitaria

Ambas formaciones son diferentes, por supuesto. En el caso de la universitaria, se requiere el grado para ejercer determinadas profesiones liberales, con el añadido de un máster obligatorio. En el de la FP, la adaptación a los cambios permite una mayor flexibilidad, con la mirada puesta en una clara orientación al aprendizaje práctico. El prestigio que van adquiriendo los ciclos formativos -desde la informática a la sanidad, pasando por el comercio internacional o los estudios de imagen y sonido- lo avalan las estadísticas del Ministerio de Educación. Mientras el paro juvenil es de casi un 40% entre los titulados universitarios, en FP es del 7%. Son igualmente significativas las cifras de estudiantes que abandonan la universidad o cambian de grado -33%- y las de mayores de 30 años -17%- que cursan FP. Todo indica que es necesaria una adecuada orientación profesional y que deberían incrementarse pasarelas y convalidaciones entre FP y universidad. 

La vía de la FP no es solo para la inserción laboral, sino para la continuidad académica de unos estudios que pueden desembocar en la profesionalización o en otras alternativas de enseñanza superior. Resulta pues esencial una interrelación fluida con el tejido productivo que permita dar una respuesta anticipada a lo que necesitan las empresas. Solo en esta década, el mercado laboral español necesitará cubrir 10 millones de empleos, la mayoría con titulados en formación profesional. Apostar intensamente por potenciar esta modalidad, sobre un consenso social entre administraciones y empresas, es clave para el desarrollo y la sostenibilidad.