Opinión | POLÉMICA

Uno de los dos Garzón no quiere comer carne

El ministro de Consumo, Alberto Garzón.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón. / EP

Hemos de ser comprensivos con el ministro Garzón, que cuando asegura a la prensa británica que España exporta carne de mala calidad, no lo hace como ministro, sino a título particular. Es decir -ya he empezado mal- con quien hay que ser comprensivo es con el ciudadano Garzón, que el ministro no tiene culpa alguna, el pobre. Eso es por lo menos lo que dice el Gobierno, que ha remarcado la diferencia entre cuando Alberto Garzón habla como ministro y cuando habla como un señor que pasaba por ahí. Lo más seguro es que el ministro Garzón no comparta en absoluto las opiniones del ciudadano Garzón, de hecho, hay quien dice que no se soportan, que a veces incluso se pegan. Ya que quien habló fue el Garzón vecino del cuarto, habría que preguntarle al Garzón ministro en la próxima rueda de prensa qué opina él de la carne, eso sí, habría que preguntárselo después de preguntarle si quien está allí es el ministro o el otro.

-Pues como ministro opino que la carne española es muy buena, dónde va usted a parar. Hoy mismo me voy a zampar un chuletón, y que se joda el otro Garzón, que seguro que es vegetariano.

Antes a los bipolares se los trataba, a algunos incluso se los encerraba, ahora pueden llegar a ministro, lo cual no sé si habla muy bien de la sanidad o muy mal de nuestra clase política. Lo que es seguro es que el resto de miembros del Gobierno conocen de la patología que afecta al ministro, por eso se han apresurado a salir en su defensa. Y no solo saben qué mal padece, sino que -gracias a tantos consejos de ministros compartidos- son capaces de distinguir cuál de los Garzón está hablando.

-No hablaba como ministro sino como particular- han dicho, sabedores de lo difícil que es para quienes no conocemos a Garzón (aunque quizás debería decir para quienes no conocemos a los Garzón) discernir si estamos ante el ministro o ante el ciudadano de a pie. O ante cualquier otro, a saber si hay media docena de Garzón conviviendo bajo la misma apariencia de chaval con barba. Lo de coger a un niño y pegarle una barba para que así parezca adulto suele dar resultados penosos, en Catalunya también tenemos uno, en este caso haciendo de 'president', y no ganamos para disgustos. Con lo bien que estarían en el colegio. Los niños son muy tercos, si no quieren comer carne no la van a comer por más que insistamos, y encima van a ir pregonando que está mala.

-Quiero pizza para cenar. Si me pones carne diré que está mala, ea, ea y ea -dice Albertito cruzándose de brazos.

Un ministro debe jurar que la carne de su país es de primera calidad, así salgan de ella gusanos gruesos como maromas, y si es necesario -bien se bañó Fraga en Palomares- demostrarlo comiéndose un bistec ante la prensa, que para eso es ministro. No es el caso de Garzón, a quien la pregunta le pilló ejerciendo de don nadie. Aunque cobrando como ministro, eso sí.

Gracias a Garzón, uno es más benevolente con los políticos acusados de cometer delitos, puesto que seguramente lo hacen a título personal. Jordi Pujol o Juan Carlos, sin ir más lejos, ocultaban dinero en el extranjero, no como 'president' o como rey, sino como particulares. Ya es hora de devolverles el honor perdido.

Por lo menos ahora podemos afirmar sin temor a equivocarnos que hay un Alberto Garzón tonto. Aunque no sepamos cuál de los dos.