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Los riesgos al deshojar la margarita

A los grandes grupos españoles, cuyo negocio depende más de los aconteceres internacionales, aquello que ocurra en el perímetro peninsular les afecta relativamente poco

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Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. / EP

En tiempos de deshojar margaritas en La Moncloa -me voy, no me voy-, la bolsa española ha vuelto a encadenar varios días al alza, recuperando lo perdido por culpa de nuevas amenazas inflacionistas, la posibilidad de que los tipos de interés bajen menos de lo esperado y la geopolítica mundial. Se mantienen vivas las expectativas de crecimiento de las grandes empresas españolas, que no defraudan a los inversores a medida que presentan sus resultados del primer trimestre del año. Solo un grave imprevisto internacional podría afectar a las expectativas para todo 2024, donde se esperan nuevos récords de beneficios en todos los frentes. Desde Inditex hasta la gran banca, las empresas energéticas y las constructoras. Esa empresa y estos tres sectores son los que mueven el Ibex 35, índice bursátil más seguido.

A los grandes grupos españoles, cuyo negocio depende más de los aconteceres internacionales, aquello que ocurra en el perímetro peninsular les afecta relativamente poco. Y si, como ocurrió en el caso de Ferrovial, les da una pataleta, cambian de sede y se convierten en holandeses excusándose en que a través de ese país tienen más facilidades de financiación.

Respecto a la inversión extranjera en España, salvo un cataclismo político o una revolución, se mueve siempre acorde a los ciclos económicos y a las oportunidades que generan industrias determinadas. En 2023, la inversión extranjera sumó, según la Secretaría de Estado de Comercio, 28.214 millones, ligeramente por encima de la media. Desde 2010, inversión extranjera media anual ha sido de 26.891 millones. En estos periodos ha habido un mínimo de 12.621 millones en 2010, en el pico de la crisis, y un máximo de 55.571 millones en 2018. Paradójicamente, este fue un año de convulsión política en España tras los hechos de octubre de 2017 en Catalunya y la moción de censura a Mariano Rajoy por el escándalo Gurtel que aupó al poder a Pedro Sánchez gracias al apoyo final del PNV.

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Si este lunes, la margarita que deshojan Sánchez y su esposa les invita a abandonar la Moncloa, no ocurrirá absolutamente nada a medio plazo en las perspectivas de los inversores internacionales. Ni de aquellas ya anunciadas o a las que están en estudio. Si a Sánchez le acaba sustituyendo, tras trámite parlamentario, María Jesús Montero -vicepresidenta primera- u otra de sus candidatas favoritas, como la ministra portavoz Pilar de Alegría, el continuismo está asegurado. No preocupa tanto quien ocupe La Moncloa, sino la capacidad de este o el próximo Gobierno de poder definir unos presupuestos, aunque sean malos y poco apropiados, para el próximo año.

En España hay un 'sottogoverno' -expresión italiana para definir como aquel país sobrevivía a los líos políticos- que funciona a pesar de excesos burocráticos. El único peligro a largo plazo es que la inseguridad política se eternice. Entonces sí vendrán los problemas. Con o sin Pedro Sánchez. Que siga reflexionando.