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Alberto Garzón, el chuletón y una alcachofa

Lo que dice el ministro de Consumo es acorde a lo que vienen diciendo la OMS y la comunidad de expertos en materia nutricional y medioambiental

El ministro de Consumo, Alberto Garzón

El ministro de Consumo, Alberto Garzón / Jordi Cotrina

Hasta hace no mucho podía oírse aquello de si te va más la carne o el pescado en alusión a la orientación sexual de una persona, concretamente en función de los genitales deseados. Sin duda debemos felicitarnos por haber dejado atrás dicha expresión, pero lo cierto es que explicaba varios rasgos arcanos de nuestra cultura, uno de las cuales es que la carne no es solo un alimento y que si un tipo en mitad de la noche te dice que le gusta un buen chuletón al punto está justificado agarrarte el sombrero y salir por piernas. Por mucho que el tipo en cuestión sea tan guapo como Pedro Sánchez o Armie Hammer, ese chuletón trae hueso, te lo digo yo.

"Si pudiéramos reprocharle algo Garzón, parece que sería, en todo caso, el no haber dicho nada nuevo"

Pero antes de entrar en el simbolismo de la carne, aclaremos la literalidad del asunto. ¿Qué ha dicho hasta la fecha exactamente Alberto Garzón? Que hay que comer menos carne, por nuestra salud y la del planeta. Y que las macrogranjas ofrecen carnes de peor calidad y son altamente perjudiciales para el entorno. Todo acorde con lo que vienen diciendo la OMS y la comunidad de expertos en materia nutricional y medioambiental. Si pudiéramos reprocharle algo Garzón, parece que sería, en todo caso, el no haber dicho nada nuevo. Pero no es así. Los presidentes autonómicos Mañueco y Lambán han pedido su dimisión y las ministras Alegría y Rodríguez han aclarado que Garzón no hablaba en nombre del Gobierno, sino a título personal. Eso es curioso por dos motivos.

Uno, porque olvida Lambán que, aunque a nivel local, el PSOE de varios municipios ya ha alzado antes la voz contra las macrogranjas. Y dos, porque oyendo a las ministras, pareciera que Garzón es un prodigioso sintetizador de voces; de lo contrario, ¿cómo hace este hombre para expresar la opinión de la OMS y la comunidad científica solo a título personal? Dado que sus palabras no contenían propuestas, sino una constatación de hechos demostrados, ¿de qué se desmarca el Gobierno?, ¿de la ciencia? No parece este el mejor momento para dejarla sola.

"Como tantas veces en política, Garzón intenta librar por fuera la batalla que no tiene fuerza para ganar por dentro"

Si hay algún reproche político que hacerle a Garzón puede ser justamente el de que, a sabiendas de las pasiones que excita el tema, si va a volver a la carga, debería hacerlo con propuestas, y no solo con la crítica. Para eso es él político y no un experto. Pero a nadie se le escapa que las medidas de calado no dependerían de su mini ministerio, sino que requieren una acción conjunta que en el PSOE hoy por hoy no suscita ningún interés. Así que como tantas veces en política, Garzón intenta librar por fuera la batalla que no tiene fuerza para ganar por dentro. Es una práctica razonable cuando tienes un cargo en el bando minoritario de un Gobierno bicolor. El problema es que en el camino dejes de tener el cargo.

El principal pecado de Garzón en su video sobre la carne fue esa puesta en escena a lo Gary Cooper en Solo ante el peligro. En su siguiente empresa, la de acabar con el sexismo en los juguetes, perfeccionó la forma: el Ministerio lanzó un ingenioso spot en stop motion protagonizado por juguetes, como parte de una campaña que también daba voz a reputadas asociaciones de literatura infantil, autores, artistas, colectivos de madres… Llegados a este punto, para conservar la posición y avanzar en la materia, al ministro de Consumo no le vale con el apoyo del resto de ministras de Unidas Podemos, tampoco con el que le han brindado tantos expertos en redes y tribunas.

Frente al resto del Gobierno, la oposición y la ciudadanía, Garzón necesita escenificar de forma lo más coral posible que sus postulados son en realidad los dominantes y los que garantizan un futuro. ¿O puede alguien creerse que todos los cargos del Partido Popular que se fotografiaron comiendo chuletones, no cuidan la dieta de sus familiares con problemas cardiovasculares? Y cuando compran carne para los suyos, ¿no buscan la que se ha criado en las mejores granjas?

Aunque por arropado que pueda aparecer el ministro, la batalla será muy dura. Por un lado se enfrenta al lobby de la industria alimentaria y, por otro, al axioma que mencionábamos de que la carne es mucho más que carne y sobre todo si es la carne roja. Si un día, un olvidado micro abierto registrara a Garzón diciendo que las alcachofas de Tudela le provocan náuseas, ¿veríamos a la plana mayor de la derecha haciéndose selfis devorando salteados verdes o bañándose en la popular fuente del Retiro que corona esta verdura? ¿Y se imaginan que Sánchez hubiera salido el día aquel diciendo que a él le encanta el solomillo de pavo o las alitas de pollo? Vuelvan al video y verán la manera en la que el presidente se acaricia el pecho, sonríe con tímida lascivia y el marrón de sus ojos pasa de miel a cuero antes de decir la palabra mágica: chuletón. No, definitivamente Garzón, y los que estamos de acuerdo con él, no nos enfrentamos solo a la industria alimentaria. Nos enfrentamos a toda la genitalia ibérica.