Opinión

¿Por qué sube Vox?

El líder de Vox, Santiago Abascal.

El líder de Vox, Santiago Abascal.

Vox sube y es el único partido en ascenso en la encuesta quincenal del IMOP para El Confidencial. Los datos de la del jueves son explosivos. Mientras el PSOE baja en los últimos 15 días de 107 a 104 diputados (tuvo 120 en noviembre de 2021) y el PP lo hace de 113 a 105 (tuvo 89 en las últimas elecciones, pero llegó hasta 120 en el IMOP de hace un mes), Vox se dispara desde los 52 de noviembre de 2019 a 57 hace 15 días y a 64 en la encuesta del jueves. 

En porcentaje de voto sigue ganando el PP (25,8%), seguido del PSOE (25,7%), Vox (18,2%) y luego más lejos Podemos, que con un 11,6% baja respecto a las elecciones, pero se recupera algo en los sondeos por el 'fenómeno Yolanda Díaz'. El total de la derecha suma más que la izquierda, pero se queda en 172 escaños y la investidura de Pablo Casado sería un infierno pues el apoyo de Vox sería tan imprescindible como excluyente. Parece imposible, por ejemplo, que el PNV se sume a esa mayoría como sí logró Rajoy con Cs. Aunque las dificultades de Pedro Sánchez para una nueva investidura serían aún mayores.

Pero el fenómeno político de los últimos años es Vox, que desde abril de 2019 ha saltado de los 24 escaños con los que hizo su entrada, como quinta fuerza, en el parlamento a más que doblar sus escaños (52) en noviembre de ese mismo año y a consolidarse como tercera fuerza y 64 diputados en la encuesta citada. Y no llega al 20% de los votos en toda España (tiene el 33% en Murcia, el 28% en Castilla y León y el 25% en Andalucía) por su escasa presencia en Cataluña, País Vasco y la Galicia de Nuñez Feijóo, donde no llega al 10%. 

Pero su relevancia dentro del bloque de la derecha (si la derecha debe verse como un bloque) saltaría de la cuarta parte de los votos y el 16% de los escaños en abril del 19% al 40% del voto y el 37% de diputados. Es mucho. 

¿Por qué sube tanto Vox? Primero, porque capitaliza la protesta inflamada contra la larga crisis de 2008 y el grave conflicto con Cataluña de 2017. Y quedó como única expresión electoral del malestar (contra Rajoy y contra Sánchez) cuando Pablo Iglesias entró en el Gobierno. Y también encarna el ‘cabreo’ con el sistema político porque desde el 2018 el PP y el PSOE, los dos grandes partidos, no han pactado absolutamente nada. Ni la renovación del Consejo General del Poder Judicial, ni la lucha contra la pandemia. Y la extraña sentencia del Constitucional sobre el estado de alarma (por recurso de Vox) todavía ha aturdido más. 

Vox come de las heridas de la crisis, del conflicto catalán y del mal funcionamiento del sistema político que exige acuerdos mínimos entre los dos grandes partidos. Aunque la última estirada se debe, sin duda, al conflicto interno en el PP entre Casado y Ayuso

Pero en el fondo quizás esté el hecho de que mucha derecha mediática y política aplaude la suma del PP y Vox si es para derrotar al PSOE. Es todo lo contrario de lo practicado en Alemania, donde la CDU de Merkel ha prohibido, incluso a nivel regional, cualquier pacto con la extrema derecha. E incluso en Francia, donde la victoria de Macron en 2017 se debió, en gran parte, a que fue el voto refugio contra Marine Le Pen. 

En el fondo de la guerra entre Casado y Ayuso late la incomodidad, o la falta de complejos, respecto a los pactos con Vox. Si la única estrategia es la de aliarse con Vox (con guantes o a la brava), es difícil que bastantes electores conservadores discriminen entre los dos partidos. O que no crean que votar Abascal es lo más seguro para echar a Pedro Sánchez.