LOS OTROS MUNDIALISTAS (V). SUIZA 1954

Hohberg, el delantero uruguayo que murió sobre el césped, ‘resucitó’ y siguió jugando

En el Uruguay-Hungría, el jugador ‘charrúa’ se desplomó en el campo tras sufrir un paro cardíaco y estuvo 15 segundos sin respirar, pero acabó recuperándose y disputando la prórroga

Hohberg, el delantero uruguayo que murió sobre el césped, ‘resucitó’ y siguió jugando.

Hohberg, el delantero uruguayo que murió sobre el césped, ‘resucitó’ y siguió jugando.

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

La épica del fútbol incluye historias y relatos que pueden resultar hoy inverosímiles y cercanos a la mitología o a la veneración de determinadas leyendas que, de añejas, resultan difícilmente contrastables, bien porque no quedan testigos con vida que puedan arrojar luz sobre ellas, bien porque la herencia mediática de entonces no permite verificarlas.

Entre las historias más sorprendentes se encuentra la del futbolista uruguayo Juan Eduardo Hohberg (Alejo Ledesma, Córdoba, Argentina, 1927-Lima, Perú, 1996). En la semifinal del Mundial de Suiza de 1954, que enfrentaba a Uruguay con Hungría, este aguerrido delantero, de gran poderío físico, estuvo, según certificaron las personas que lo atendieron, muerto durante 15 segundos sobre el terreno de juego. Lo que sucedió a continuación entra, precisamente, en el terreno de la épica.

Hohberg comenzó jugando en su Argentina natal como portero en las categorías inferiores del Córdoba Central hasta que, en cierta ocasión, ante la falta de efectivos, su entrenador se vio en la necesidad de ubicarlo en la delantera. Aquel día marcó dos goles y se olvidó para siempre del arco. Del propio, claro. En 1949 fichó por el Peñarol de Montevideo, con el que conquistó siete campeonatos, siendo máximo goleador de la liga uruguaya en dos ocasiones.

Las autoridades deportivas de Uruguay le ofrecieron nacionalizarse, y Hohberg no lo dudo. Eso le daba la oportunidad de acudir al Mundial de Suiza (1954). La titularidad, sin embargo, era un reto casi inalcanzable para él. No jugó ni un solo minuto antes de las semifinales, pero en esa ocasión, y ante la potente selección húngara de Puskas (aquel día en el banquillo), Czibor y Kocsis, tuvo su oportunidad en el once. Y no la desaprovechó. Aunque el envite pudo costarle la vida.

Los magiares se habían puesto dos a cero en el marcador, y entonces apareció Juan Eduardo Hohberg, que acortó distancias en el minuto 75, y once más tarde aprovechó un pase de Schiaffino para marcar el gol del empate. Los uruguayos se abrazaban para celebrar el tanto y, de repente, Hohberg cayó desplomado al césped.

El kinesiólogo del equipo, Carlos Abate, entró raudo al terreno de juego y comprobó que el delantero ‘charrúa’ no respiraba. Había sufrido un paro cardiaco. Abate sacó como pudo a Hohberg del terreno de juego y con constantes esfuerzos, que incluyeron masajes en el pecho, el boca a boca, y finalmente la administración de coramina -un estimulador de las vías respiratorias- revivió, literalmente, al futbolista. Se estimó entonces que Hohberg había estado 15 segundos sin respirar. “15 segundos muerto”, dijeron los cronistas de la época, y esta tesis, la de la ‘resurrección’ se mantiene en la memoria del fútbol uruguayo en la actualidad.

Transcurridos unos instantes, el delantero con el número 8 a la espalda estaba de nuevo de pie, disputando la prórroga de aquel encuentro que finalmente se saldó con victoria húngara por cuatro a dos. Hohberg volvería a marcar en el partido ante Austria por el tercer y cuarto puesto que se saldó con victoria de los europeos.

El futbolista del ‘milagro’ siguió jugando al fútbol y se retiró en el Cúcuta Deportivo de Colombia. Después continuó su carrera futbolística como entrenador en varios equipos, incluido el Panathinaikos griego. Fue seleccionador uruguayo en el mundial de México (1970) y en una segunda etapa en 1978. Se trasladó con su familia a vivir a Lima (Perú). Allí, el corazón de Hohberg se volvió a detener por segunda y última vez el 30 de abril de 1996.