Los países ricos acuerdan no pasar de 1,5º C de calentamiento
Redacción
La cumbre de Glasgow arrancará desayunándose con el acuerdo alcanzado este mismo domingo por los países del G-20 en Roma. Allí han decidido comprometerse a no ir más allá de 1,5º C de aumento de la temperatura para final de siglo, lo que supone apostar por el margen más exigente de la horquilla aprobada en el Acuerdo de París, que iba de los 1,5º C a los 2º C. Esta última posibilidad ya es vista como totalmente indeseable para el futuro del planeta, a la luz de los más recientes informes científicos.
El hecho de comprometerse a no pasar de un grado y medio de calentamiento añadido para final de siglo constituye una cierta victoria que fue anunciada con satisfacción por los líderes del G-20. De hecho, este acuerdo no pudo alcanzarse en la reunión previa de ministros de Medio Ambiente que se celebró hace unos meses en Nápoles.
Se trata, según todos los analistas, de un acuerdo de mínimos que permite inaugurar hoy la cumbre de Glasgow con cierta esperanza, aunque teñida de un inequívoco desencanto, pues la situación del planeta exige actuaciones más efectivas. Así lo declaraba ayer mismo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Guterres señaló: “Aunque doy la bienvenida al compromiso del G-20 para soluciones globales, me voy de Roma con mis esperanzas insatisfechas, pero al menos no enterradas”.
Hay motivos que avalan el escepticismo del secretario general de la ONU. Y es que para conseguir que algunos países firmaran el compromiso alcanzado, el resto tuvo que aceptar un matiz relevante, que consiste en que se objetivo de 1,5º C queda supeditado a “las diferentes responsabilidades y respectivas capacidades, a la luz de las distintas circunstancias nacionales”.
Ese margen de maniobra había sido exigido por China y Rusia, alegando este último la situación de emergencia sanitaria en que se halla su país. Ambos países, además, se suman al objetivo de emisiones cero para mediados de siglo, pero no para 2050, como querían los demás, sino para 2060.
Igualmente, se hace constar la necesidad de cumplir con el compromiso alcanzado en anteriores cumbres de destinar 100.000 millones de dólares cada año a los países en vías de desarrollo para que puedan adaptarse al cambio climático y adoptar medidas contra el calentamiento.
A partir de hoy, los países volverán a verse las caras en Glasgow, y deberán concretar estas posturas, si bien el peso que tienen las naciones del G20 por su potencia económica (y contaminante) hace que el acuerdo de Roma ya suponga gran parte de lo que saldrá de Glasgow.
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