RINCONEANDO MADRID

La azarosa vida del monumento al 11M de Atocha, una "pieza única" abandonada por las instituciones y rechazada por las víctimas

Pese a ganar por unanimidad un concurso internacional, la instalación ha vivido 17 años de choque institucional, problemas estructurales y críticas de las víctimas

A la espera del nuevo monumento exterior, la Comunidad de Madrid inaugurará este domingo el nuevo memorial dentro de la estación de Atocha

Cibeles repartirá los ladrillos del monumento del 11M entre ciudadanos y víctimas

Imagen del monumento cilíndrico en recuerdo de las víctimas del 11M en la estación de Atocha de Madrid.

Imagen del monumento cilíndrico en recuerdo de las víctimas del 11M en la estación de Atocha de Madrid. / Ayuntamiento de Madrid

Héctor González

Héctor González

Este domingo 10 de marzo, víspera del 20º aniversario del atentado más brutal de la historia de España y de Europa, la Comunidad de Madrid inaugurará un nuevo "espacio de homenaje" a las víctimas del 11M dentro de la estación de Atocha, justo debajo del lugar donde se situaba el anterior monumento conmemorativo. En el exterior, donde aún no se sabe qué va a sustituir a la construcción cilíndrica recién desmantelada, el Gobierno regional proyectará al cielo un haz de luz azul visible desde la tarde del domingo hasta el lunes para recordar a los 193 fallecidos y 2.000 heridos en la masacre yihadista del 11 de marzo de 2004.

Hasta hace poco, en esa rotonda frente a la estación de Atocha, en la que tuvo lugar uno de los ataques, se erigía un monumento cilíndrico de color blanco en honor a las víctimas de la tragedia. Fue inaugurado el 11 de marzo de 2007, en el tercer aniversario de los atentados, en un acto solemne presidido por los entonces reyes Juan Carlos I y Sofía, en el que estuvieron presentes diversas personalidades, como los príncipes de Asturias; el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, o la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez.

Obra del estudio de arquitectura FAM, el proyecto fue el ganador indiscutible del concurso internacional organizado a tal efecto. Los cinco arquitectos firmantes, Esaú Acosta, Raquel Buj, Pedro Colón, Mauro Gil-Fournier y Miguel Jaenicke, lograron imponerse por unanimidad a las más de 280 propuestas presentadas con su idea: un cilindro de vidrio de 11 metros de altura y 160 toneladas forrado por dentro por una membrana flotante de plástico, que se mantiene en su sitio gracias a un sistema de aire a presión, en la que están impresos mensajes de solidaridad con las víctimas. Debajo de la estructura, en el interior de la estación, se encuentra una sala diáfana de 440 metros cuadrados con las paredes de azul cobalto.

Choque institucional, fallos estructurales y rechazo de las víctimas

A pesar de la rotunda victoria en el concurso, el monumento no tardó en convertirse en una constante fuente de quebraderos de cabeza y desavenencias entre las dos administraciones responsables, el Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de Fomento. El diseño original, que planteaba que los nombres de los fallecidos grabados en la cúpula se proyectarían sobre los muros de la sala inferior al ser atravesados por la luz, tuvo que ser modificado por su excesiva complejidad. Un cambio que, no obstante, no impidió que la construcción se saldase con un sobrecoste del 40% sobre el presupuesto inicial, hasta los 6,6 millones de euros.

Tras su instalación, ambas administraciones firmaron un convenio para su mantenimiento y conservación, según el cual el Consistorio madrileño se encargaba del exterior (50%) y Fomento, a través de Adif y Renfe, del interior (25% cada una). Sin embargo, el Gobierno municipal dejó de pagar su parte entre 2008 y 2013, acumulando una deuda cercana a los 190.000 euros y desatando continuos choques con su socio institucional que se prolongaron hasta 2016. Con el paso del tiempo, el monumento fue acumulando signos de deterioro cada vez más evidentes y diversos fallos estructurales, entre ellos sucesivos desplomes de la cúpula de plástico por el mal funcionamiento de los compresores de aire, goteras y grietas en la estructura. Tanto es así que, en 2018 y tras varios cierres a lo largo de los últimos años, ambas administraciones se vieron obligadas a suscribir un nuevo convenio para la reforma del problemático monumento, que tuvo un coste de cerca de 300.000 euros para las arcas madrileñas.

En paralelo a los problemas estructurales y el choque institucional, el monumento de Atocha ha despertado siempre una reacción muy fría entre las víctimas de la masacre del 11M, quienes desde los inicios han criticado el abandono, la poca implicación de las administraciones y la ausencia de una identificación directa del monumento con los hechos que conmemora. Como resumen paradigmático, Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, ha reiterado en diversas ocasiones que las víctimas nunca han sentido como suyo este monumento, sino el de la estación de El Pozo, donde murieron 68 de las 193 personas asesinadas aquel día.

Adiós al azaroso monumento y expectación ante la nueva instalación

Cuando el pasado verano se supo de la intención del Gobierno regional de desmontar la instalación para poder llevar a cabo las obras de ampliación de la línea 11 de Metro, una voz se alzó para protestar: la de Mauro Gil-Fournier, uno de los arquitectos responsables del proyecto, escribió una carta abierta al rey Felipe VI, a la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, y al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, lamentado la destrucción de una pieza única y pidiéndoles una reflexión conjunta para impedirlo.

Sea como fuere, el monumento ya no existe. Tras un largo proceso de desmontaje que empezó el pasado mes de octubre y que ha culminado recientemente, el Ayuntamiento de la capital va a repartir los ladrillos de vidrio del enorme cilindro entre las asociaciones de víctimas y los ciudadanos que así lo deseen. "Estamos convencidos de que esta es una buena forma de continuar recordando y honrando a las víctimas y de preservar la memoria de lo ocurrido aquel 11 de marzo”, explicó la delegada de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, en el Pleno municipal de febrero.

Recreación del nuevo memorial del 11M en la estación de Atocha.

Recreación del nuevo memorial del 11M en la estación de Atocha. / Comunidad de Madrid

Ahora queda por ver qué se va a hacer para sustituir la instalación exterior. Por lo pronto, el próximo domingo ya se podrá visitar el nuevo memorial, ubicado en el vestíbulo de la estación de Atocha, cuyo diseño ha contado - esta vez sí- con la opinión de las víctimas. Con una superficie total de 2.000 metros cuadrados, cuadruplica el espacio anterior, aunque en el día de su apertura solo serán visitables 1.200 metros cuadrados. Las paredes del mismo están pintadas también de color azul cobalto, el elegido por las asociaciones de víctimas, y llevan grabados los nombres de los fallecidos en el atentado, así como algunas de las frases que se podían leer en el antiguo monumento.

Además, se han instalado 193 puntos de iluminación en el techo que representan a cada una de las personas que perdieron la vida en el atentado, las 192 que murieron en las explosiones y al GEO Francisco Javier Torrenteras, fallecido a causa de las heridas sufridas cuando siete autores de los atentados se suicidaron con bombas el 3 de abril de 2004 en Leganés.