LA VIDA CONTIGO

Qué fue de… Jaime de Marichalar, el ex de la infanta Elena que tiene buenos y numerosos contactos en el mundo de la moda

El aristócrata pamplonés se divorció de la hermana mayor de Felipe VI en 2009, y desde hace tiempo ejerce de consejero del grupo LVMH

Jaime de Marichalar, en una corrida de la Feria de San Isidro en 2012.

Jaime de Marichalar, en una corrida de la Feria de San Isidro en 2012. / EFE (ARCHIVO)

Una noticia bomba revolucionó la prensa del corazón en España en 1994: la infanta Elena tenía novio y, aunque no era ni mucho menos el primero que se le conocía, en esta ocasión la cosa parecía ir muy en serio. Fue la revista Diez Minutos la que en enero de ese año publicó en exclusiva las fotos que daban fe de su idilio con Jaime de Marichalar, quien era natural de Pamplona, tenía 30 años y pertenecía a una familia de la aristocracia española. Su abuelo paterno, Luis de Marichalar y Monreal, vizconde de Eza, había sido ministro y diputado durante el reinado de Alfonso XIII, además de alcalde de Madrid —abandonó la política a la llegada de la dictadura de Primo de Rivera—. 

Jaime era el cuarto de los seis hijos que tuvieron Amalio de Marichalar, conde de Ripalda, y Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla, cuñada del teniente coronel Prieto, jefe de la Policía Foral de Navarra y víctima mortal de ETA. Tras estudiar en el colegio de los Jesuitas de Burgos, el pamplonés pasó un tiempo en San Estanislao de Kostka de Madrid y se formó en el campo de la gestión de empresas y mercadotecnia. Ya en esa época tenía un carácter serio y reservado, y vivía alejado de fiestas y salidas nocturnas. En 1986 se instaló en París, donde consiguió trabajo en el sector de la banda. No en vano, estaba colocado en la sucursal del Crédit Suisse en la capital francesa cuando en 1987 conoció a la hija mayor de los entonces reyes Juan Carlos I y Sofía, que estudiaba allí un curso de posgrado.

Jaime de Marichalar y la infanta Elena en el Club Náutico de Barcelona en 1997.

Jaime de Marichalar y la infanta Elena en el Club Náutico de Barcelona en 1997. / DANNY CAMINAL (ARCHIVO)

Según Basilio Rogado en su libro Negocios del corazón, ambos "trabaron amistad y compartieron muchas jornadas con conocidos comunes, pero su relación no empezó a ir más en serio hasta entrados los noventa. Durante esos años los jóvenes se vieron asiduamente no solo en Francia, sino también en España. En Madrid solían citarse en el restaurante Horcher y en el hotel Santo Mauro, así como en un edificio de la calle Ortega y Gasset en el que se veían a horas intempestivas para evitar la presencia de los fotógrafos". 

Boda en la catedral de Sevilla

La pareja anunció su compromiso en noviembre de 1994, y en marzo del año siguiente celebró su boda en la catedral de Sevilla. Pero la convivencia entre ambos se hizo pronto difícil debido a la enorme diferencia de caracteres. En su libro Elena, la infanta castiza, la periodista Núria Tiburcio relata que "el fuerte carácter de la infanta no gustaba a Jaime, que rehuía cualquier tipo de enfrentamiento centrándose en el trabajo. Sabía del pronto de su mujer, pero esos choques tan constantes lo agotaban. Por su parte, la infanta se refugiaba en sus amigos. Viajaba con asiduidad a Madrid [empezaron residiendo en París], se distraía acudiendo a clases de cocina".

Cuando se cansó de la aburrida vida que llevaba en París, la infanta le suplicó a su marido regresar a Madrid. Una vez allí, todo pareció ser de color de rosa durante una temporada. En julio de 1998, el matrimonio dio la bienvenida a su primer hijo, Felipe Juan Froilán, que vino al mundo en la clínica Ruber Internacional, y en mayo de 2003 tuvo a Victoria Federica, la primera nieta de los Reyes. Ahora bien, entre un alumbramiento y otro los duques de Lugo se enfrentaron a un momento especialmente complicado: a finales de 2001, Jaime tuvo que ingresar en el hospital Gregorio Marañón al sufrir un ictus cuando hacía deporte en el gimnasio al que acudía regularmente. Quienes estuvieron cerca de ambos en esa época comentan que la enfermedad cambió al pamplonés, y que el desgaste en la convivencia desencadenó la ruptura de su relación sentimental. 

Jaime de Marichalar y la infanta Elena con su primogénito, Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, en el año 2000.

Jaime de Marichalar y la infanta Elena con su primogénito, Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, en el año 2000. / EFE (ARCHIVO)

Fue en noviembre de 2007 cuando un comunicado de la Casa Real anunció "el cese temporal de la convivencia" entre Elena y su marido, que dos años después iniciaron los trámites de divorcio de mutuo y común acuerdo. "No fueron momentos fáciles para ninguno de los dos", escribió Tiburcio. "El tema de la custodia creó una gran discusión, el ya exduque la quería compartida. Al final, el convenio regulador quedó establecido de la siguiente forma: Elena tenía a los niños entre semana y un fin de semana, mientras que Jaime los podía ver un fin de semana alterno y medio mes en agosto. Fue Elena la que abandonó el domicilio conyugal, en Núñez de Balboa, donde Jaime sigue viviendo en la actualidad, y lo cambió por un chalecito en la colonia Fuente del Berro".

Relación tensa tras el divorcio

Además, explica la biógrafa, la relación de Elena y Jaime fue bastante tensa tras su divorcio, lo que, unido a la presión mediática, favoreció que Felipe Juan Froilán y Victoria Federica lo pasaran regular tirando a mal durante su niñez: “[Elena y Jaime] Solo se veían cuando les tocaba dejar o recoger a los niños, y apenas hablaban. No tenían nada que decirse. Si había algún problema con sus hijos se llamaban por teléfono, pero las conversaciones eran cortas y frías. No había imaginado la infanta que su final con Jaime iba a ser así. Pero ambos se guardaban rencor, cada uno culpaba al otro del fracaso del matrimonio, y ese sentimiento tardaría en desaparecer”.

Tras quedar excluido de los actos oficiales de la familia real española, Jaime pasó a ser un rostro habitual en los desfiles de las grandes marcas de moda, un mundo donde tiene buenos y numerosos contactos. Desde hace tiempo ejerce de consejero en el grupo francés LVMH y, según apuntan algunos, apoya a su hija Victoria Federica en su intento por abrirse paso en la industria de las influencers. En 2018 concedió una entrevista para hablar de B Corner, la empresa de sastrería tradicional que había creado junto a dos socios. “Te prometo que jamás imaginé que iba a tener mi empresa”, confesó al respecto. "Pero bueno, llevo muchos años en esto y es una forma de aprovecharlos. Es una oportunidad de poner en práctica todo lo que sé".