Entrevista |

Qué fue de… Susana Estrada, la primera artista de España que realizó un desnudo integral sobre un escenario

La actriz asturiana, a quien llegaron a abrirle catorce procesos judiciales por escándalo público, lleva unos años residiendo en Benidorm

Susana Estrada

Susana Estrada / ARCHIVO

Durante los primeros años de la transición hacia la democracia, todo el mundo quería que Susana Estrada abriera las piernas. Los empresarios que la contrataban, para ganar dinero. La prensa que hablaba de ella, para venderla mejor. El público que la seguía, para entretenerse y sentirse menos reprimido. A diferencia de otras actrices de la época, la asturiana siempre tuvo las ideas claras y nunca intentó justificarse. En sus propias palabras, desvestirse en el trabajo no era más que "una forma de provocación para reivindicar que la libertad sexual para una mujer pasa por no renunciar al placer, y por tener experiencias sexuales más seguras y libres, sin discriminación ni violencia. Porque no puede existir la verdadera libertad sin libertad sexual". Sin embargo, nada de eso evitó que las feministas y los medios la despreciaran, o que le abrieran catorce procesos judiciales por escándalo público.

Nacida en Gijón en 1949, Susana Estrada estudió de pequeña en un colegio de monjas ursulinas. Contaba 16 años cuando se casó con un señor para poder irse de casa, donde estaba hasta el moño de su autoritario y controlador padre, y a los 18 ya era una mujer separada y tenía dos niños a los que sacó adelante sola. Empezó de bibliotecaria en el Ateneo Jovellanos de Gijón, donde los usuarios le pedían los libros de estantes altos para que ella se tuviera que subir en la escalera para cogerlos y así poder ver qué había debajo de esas minifaldas que solía vestir. Después hizo sus pinitos como modelo, hasta que unas fotografías suyas cayeron en las manos de José Luis Merino, que la llamó para interpretar un papel en El Zorro de Monterrey (1971). 

Pasaron varios años hasta que Estrada recibió una oferta para protagonizar el espectáculo Historias de striptease, donde en uno de los números se parodiaba aquella famosa escena de la película Gilda en la que una sensual Rita Hayworth se quitaba un guante —la española se desprendía de todo menos de los guantes y los tacones—. A raíz de protagonizar este desnudo integral, el primero sobre un escenario patrio, la asturiana se granjeó la aversión y la admiración de seguidores y detractores. De hecho, en esa época recibió tanto dinero como insultos y amenazas de muerte, hasta el punto de que su productor le puso guardaespaldas. 

Críticas

“Cuando hice Historias de striptease, las mal llamadas compañeras de profesión decían de mí que una mujer que se desnuda ni es actriz ni nada”, contó al respecto. “Que es flor de un día, decían [...] Ellas fueron mis primeras detractoras. Yo pensaba: ‘Si todas pasáis por las camas de los productores, qué me vais a decir a mí’. Al final todas acabaron desnudándose también. Entonces pensé: ‘No debe de haber actrices en España, porque todas se desnudan’”. Su boom mediático le permitió protagonizar películas como El maravilloso mundo del sexo (1978), grabar canciones de título sugerente como Gózame ya —que rezaba “si me vas a follar, mi amor, fóllame ya, fóllame ya, mi vida”—, y ponerse al frente de un consultorio sexual, publicado en la revista Play Lady, donde la gente escribía contando sus problemas, frustraciones y complejos. 

La picante sección fue objeto de una persecución implacable que la asturiana jamás comprendió. “No sabía que autorizáis a publicar las cosas, pero mantenéis vigentes antiguas y feroces leyes por las que se procesa a autores, directores y fotógrafos por el delito de escándalo público”, escribió en una carta abierta dirigida al entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. “Nada tengo que decir de los jueces, a los que respeto y acato y creo que es la justicia lo único sólido que hay en el país. Y además no me condenan ellos, sino vuestras leyes, que ellos tienen que aplicar, aunque contradigan tu supuesto cambio y tu Constitución de papel mojado. Reconozco que es una manera muy astuta de actuar la de la Administración: deja hacer y se gana votos de la gente liberal: luego nos empaqueta y la gente conservadora se tranquiliza. Maravilloso, pero muy feo, de Maquiavelo propiamente”.

La picante sección fue objeto de una persecución implacable que la asturiana jamás comprendió. “No sabía que autorizáis a publicar las cosas, pero mantenéis vigentes antiguas y feroces leyes por las que se procesa a autores, directores y fotógrafos por el delito de escándalo público”, escribió en una carta abierta dirigida al entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. “Nada tengo que decir de los jueces, a los que respeto y acato y creo que es la justicia lo único sólido que hay en el país. Y además no me condenan ellos, sino vuestras leyes, que ellos tienen que aplicar, aunque contradigan tu supuesto cambio y tu Constitución de papel mojado. Reconozco que es una manera muy astuta de actuar la de la Administración: deja hacer y se gana votos de la gente liberal: luego nos empaqueta y la gente conservadora se tranquiliza. Maravilloso, pero muy feo, de Maquiavelo propiamente”.

La fotografía del pecho

Estrada también recibió críticas cuando, en febrero de 1978, durante la entrega de los premios a los populares del diario Pueblo, la fotografiaron con el pecho al aire mientras recogía un galardón de manos de Enrique Tierno Galván. Algún tiempo después, la protagonista explicó que ella nunca usaba ropa interior, que la escena de marras no estuvo preparada, y que el político madrileño se puso en aquel momento colorado y se limitó a comentarle: “Estate tranquila, hija mía, pero tápate, tápate”. Tres años después de que se tomara aquella fotografía que ha pasado a la historia, la asturiana participó en un televisado debate sobre sexo con el escritor y jesuita Luis Martín Vigil. La charla provocó tantas quejas que José Ignacio Wert terminó encargando una encuesta de opinión al CIS de Madrid para saber si los espectadores desaprobaban el contenido de aquella emisión —la mayoría consideró que el debate había sido “no informativo”, “no aburrido” y “no elegante”—.

Fotografía de Susana Estrada con Enrique Tierno Galván en los premios al Personaje Más Popular del Año (1978). Publicada en 'Pueblo'.

Fotografía de Susana Estrada con Enrique Tierno Galván en los premios al Personaje Más Popular del Año (1978). Publicada en 'Pueblo'. / ARCHIVO

La moral pacata y enormemente hipócrita de esa época llevó a que a Estrada le retiraran el pasaporte y el derecho al voto hasta 1987, fecha en que el escándalo público desapareció del Código Penal. Tras la tempestad, la actriz y cantante continuó participando en programas de televisión y radio, actuó en funciones de teatro que ella misma producía, y volvió a casarse (y también a divorciarse). Según ha contado ella misma, una de sus máximas consistió en educar en libertad a sus dos hijos, que al principio lo pasaron mal, sobre todo en el colegio, donde otros niños les decían que su madre era una puta, pero acabaron aplaudiendo la valentía de su progenitora y se convirtieron en sus mayores fans. Hasta su padre, que durante años pareció sentirse avergonzado por sus decisiones personales y sus polémicas profesionales, le acabó confesando un día que estaba muy orgulloso de su faceta de mujer liberada

Ya en la primera década del nuevo milenio, Estrada participó en el reality La Granja y regresó al cine para rodar dos películas: Los años desnudos. Clasificada S, donde encarna a una de esas típicas periodistas progres que miraban a las actrices del destape por encima del hombro, y Carne cruda, una comedia gore que satiriza la serie B ochentera. En 2017 lanzó al mercado un disco con los temas más memorables de su efímera carrera musical, y en 2021 volvió a la palestra gracias a Susana y el sexo, un documental de RTVE Playz que celebra su determinación. "Estamos viviendo en una ola de regreso al pasado. Si volviera a hacer lo que hice, me volverían a poner en la picota. A veces miro a la juventud y siento que todo mi esfuerzo y lo que he aguantado no ha servido", lamentó en una entrevista la artista, que a sus 74 años lleva una vida tranquila y feliz en Benidorm, a donde se mudó por el clima hace ya algunas décadas.