LA VIDA CONTIGO

De los huesos tallados a la inteligencia artificial: Rachel Ignotofsky ilustra la historia del ordenador, la máquina que nos cambió la vida

En Historia del ordenador, la autora e ilustradora de libros de divulgación superventas como Mujeres en la ciencia, repasa los hitos y nombres propios que hicieron posible el desarrollo de la tecnología a partir del cálculo matemático

Rachel Ignotofsky, autora e ilustradora de 'Historia del ordenador. Las personas, los inventos y la tecnología que cambiaron nuestro mundo', publicado en España por Nórdica libros y Capitan Swing.

Rachel Ignotofsky, autora e ilustradora de 'Historia del ordenador. Las personas, los inventos y la tecnología que cambiaron nuestro mundo', publicado en España por Nórdica libros y Capitan Swing. / THOMAS MASON IV (CEDIDA)

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"Dibujo en un ordenador desde que tengo siete años. Iba a la biblioteca más cercana, me sentaba en un Mac clásico, de colores, y dibujaba durante horas. Siempre ha sido mi herramienta para crear y para hacer arte y esto me hizo pensar en cómo hemos pasado de esas máquinas gigantes que se construían para estar encerradas bajo llave en laboratorios secretos a una niña de siete años dibujando en un Mac en una bilioteca pública sin tener ningún conocimimento previo ni formación técnica... Quise contar esa historia". Rachel Ignotofsky (Nueva Jersey, EEUU, 1989) se convirtió en una autora súperventas en todo el mundo gracias a su primer libro, Mujeres en la ciencia (publicado en España por Capitán Swing y Nórdica Libros en 2018). Historia del ordenador. Las personas, los inventos y la tecnología que cambiaron nuestro mundo (que publican las mismas editoriales conjuntamente) es su primer libro dedicado a las máquinas, y lo hace abarcando alrededor de 25.000 años de historia humana para contar la historia de la relación entre las personas y la tecnología.

La autora, que atiende por videoconferencia a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA desde Estados Unidos, donde reside, explica que, a pesar de ser un volumen ilustrado -por ella misma- de divulgación, no está pensado sólo para que lo lean los más pequeños. La cantidad de información que incluye, tanto técnica -cómo funciona, qué lo compone, sus aplicaciones-, como histórica, es abrumadora. "Esta herramienta me permite trabajar más rápido y de manera más inteligente y esto es asombroso si se piensa en términos históricos", reflexiona. "El camino para llegar hasta aquí ha sido extremadamente largo".

Ese recorrido incluye imágenes inusuales cuando se piensa en la historia de los ordenadores. Ignotofsky se ha ido al pasado más remoto para explicar dónde nace la necesidad de hacer cálculos a gran escala de la humanidad como la base la computación, y cómo ésta no sólo tiene que ver con cuestiones productivas, sino también reproductivas. Incluye en su recorrido los ábacos, pero además de explicar cómo eran los sumerios o romanos, Ignotofsky menciona el nepohualtzintzin, un ábaco mesoamericano en forma de brazalete (años 900 - 1000 antes de Cristo) que se usaba para controlar el ciclo del embarazo.

También menciona como fundamentales los telares de Jacquard, que transformaron la industria textil a partir de 1804 al automatizar algunos de los procesos a partir de tarjetas perforadas que permitían sistematizar los patrones de dibujos y que tejer a escala masiva. "Sobre tecnología y herramientas matemáticas hay muchísimas investigaciones y publicaciones", explica la autora. "Estaba sobrecargada de información, a diferencia de lo que me ocurrió cuando investigaba para mis libros sobre mujeres. Así que traté de contar la historia de la manera más inclusiva posible, sin dejar de mencionar contribuciones importantes".

Ilustraciones de Rachel Ignotofsky en 'La historia del ordenador' en el que resalta algunos inventos que hicieron desarrollar una máquina imprescindible hoy.

Ilustraciones de Rachel Ignotofsky en 'La historia del ordenador' en el que resalta algunos inventos que hicieron desarrollar una máquina imprescindible hoy. / NÓRDICA LIBROS / CAPITÁN SWING

El libro divide la información por periodos históricos, y en cada uno de ellos incluye los avances, la tecnología del momento y las personalidades que permitieron avanzar hacia la computación. Y en todos ellos, es posible encontrar una gran cantidad de mujeres. En los telares, pero también como científicas o, en un periodo fundamental de enlace entre el cálculo y el desarrollo de la tecnología, como calculadoras humanas, mujeres contratadas para hacer cálculos complejos en proyectos científicos o empresariales desde el inicio de la Revolución Industrial hasta los años 60 del siglo XX. "He podido comprobar de una manera muy clara que las mujeres estuvieron en la primera línea del desarrollo tecnológico desde las etapas más tempranas", explica Ignotofsky. "Fueron las primeras en usar tarjetas perforadas, pero también cuando el censo de EE UU utilizó las primeras contadoras mecánicas. También fueron las primeras programadoras informáticas".

Para la autora hay dos nombres fundamentales: Grace Hopper (1906 - 1992) y Margaret Hamilton (nacida en 1936). La primera, almirante de la Marina estadounidense, jugó un papel fundamental en el desarrollo de la programación. La segunda fue la responsable de la programación del ordenador que guió la misión Apolo a la Luna. "A lo largo de la historia la presencia de las mujeres en la primera línea ha estado vinculada a la investigación pública", reflexiona Ignotofsky. "Cuando el trabajo es impulsado por el sector privado, las mujeres comienzan a quedar cada vez más excluidas".

La científica Margaret Hamilton, en 1962, trabajando en el programa militar 'SAGE'.

La científica Margaret Hamilton, en 1962, trabajando en el programa militar 'SAGE'. / EPE

Videojuegos, carrera espacial, videollamadas

La tecnología desarrollada a partir de la computación está presente de una forma abrumadora en el día a día actual. En su Historia del ordenador, Ignotofsky menciona sus usos principales: desde el más obvio, el portátil o los móviles, a otros como los diferentes soportes para videojuegos, a partir de los primeros Commodore de 1964 (el más vendido del siglo XX), pero también la tecnología musical o la específica usada en la creación artística. ¿Y la autora, qué momento histórico prefiere? "La carrera espacial. Hay algo muy romántico para mí en la computadora de guía de la misión Apolo, que fue el primer uso del chip del ordenador, cuya memoria central era un tapiz dorado que, de hecho, abía sido tejido por señoras mayores", explica. "Y este sistema de memoria fue al espacio y llegó a la Luna".

Y añade otro. "Mi persona favorita en toda la historia de la informática es Douglas Engelbart", indica emocionada acerca del inventor del ratón y pionero de la interacción humana con los ordenadores. "Fue capaz de demostrar en tiempo real algo que nadie había si quiera llegado a soñar y es lo que hizo que podamos tener esta conversación, una videollamada que permite a personas que están en lugares remotos del mundo poder colaborar en tiempo real". Los logros de Engelbart, financiados por el gobierno estadounidense, se desarrollaron en el contexto de la Guera Fría, pero a pesar de esto, Ignotofsky resalta el interés de investigar para lograr avances colectivos. "Hay algo muy emocionante en pensar que el gobierno está financiando investigación científica generalizada, bajo el paraguas de cómo hacer que la sociedad sea colectivamente más inteligente, simplemente dejando a los científicos investigar", reflexiona.

El ordenador personal, desarrollado en los años 70, democratizaron el uso de estas máquinas que se terminaría convirtiendo en imprescindible en los hogares del mundo.

El ordenador personal, desarrollado en los años 70, democratizaron el uso de estas máquinas que se terminaría convirtiendo en imprescindible en los hogares del mundo. / FREEPIK

Su propio museo portátil

La autora de Historia del ordenador es una estrella entre los escolares. Lo comprueba cada año en la Comic-Con de San Diego, la cuarta convención anual más importante del mundo -por número de asistentes- en torno al cómic y entretenimiento. Al evento acuden cada año alrededor de 170.000 personas y en él está siempre presente Rachel Ignotofsky con un stand propio. "Llevo mi propia colección de ordenadores antiguos, como un pequeño museo", explica. "Tengo un MacBook de 1984 y un Commodore de 1947 que es como mi mascota". Ignotofsky cuenta que entre las niñas y niños que se acercan a conocer la historia y trastear con las máquinas, el año pasado se acercó un grupo que, además, hicieron un "pequeño baile" con el libro. "Estaban súper emocionados", comenta.

Ahora trabaja en una serie de libros divulgativos -de los que repite como autora e ilustradora- acerca de la naturaleza y está comenzando un proyecto específico sobre dinosuarios, pensados para niños de primaria. Sorprender ver su optimismo en relación a los avances más recientes en torno a la tecnología informática, teniendo en cuenta las noticias que se suceden cada día en relación al acceso de los menores a internet desde los dispositivos móviles, o la polarización política y social provocada, en parte, por el uso de las redes sociales. "Hay que ser críticos en el uso que le damos a los dispositivos", responde Ignotofsky. "Preguntarnos para quién trabajan, qué información amplifican, porque funcionan mejor cuando están controlados por las personas y nos sirven a los seres humanos. Esta tecnología es extremadamente poderosa, hay que pensar qué uso queremos darle, y lo mismo que votas con tu dinero cada vez que compras, puedes votar con tu ordenador o tu móvil y elegir qué vas a hacer con él".

Ignotofsky cita un ejemplo: durante la pandemia participó en una red de ordenadores que permitieron a la Universidad de Standford en EE UU ayudar a modelar el virus del Covid, una investigación que, explica, fue usada directamente para la investigación de las vacunas. "Fue como mantener vivo el espíritu de Engelbart, en lugar de estar haciendo scroll hacia abajo de manera interminable", dice. "Hay personas y organizaciones que están luchando la buena lucha. Pero cuando todo lo que haces es consumir redes sociales, es fácil comenzar a sentirte impotente, así que simplemente hay que salir de ellas. Es hipnotismo".

El libro concluye con algunos de los desafíos para el futuro: la Inteligencia Arficial, la sostenibilidad y la contaminación por unos dispositivos diseñados para quedar obsoletos rápidamente, por el almacenamiento de datos... "Hay que pelear para que sean totalmente nuestros, poder abrirlos y repararlos, que estén diseñados para durar. Y ser conscientes de que la nube es en realidad un almacén gigante en alguna parte en medio del desierto, y también contamina".