LA VIDA CONTIGO

Los profesores, agobiados, piden a las familias que confíen en ellos: "Hay demasiada sobreprotección"

Docentes explican que sienten más presión por parte de la sociedad a la hora de ejercer su trabajo

Una profesora en el Colegio Claret de Madrid.

Una profesora en el Colegio Claret de Madrid. / ALBA VIGARAY

La profesora Marisa Villa Ruiz lleva ejerciendo como maestra de Educación Infantil desde hace 25 años. Durante esta experiencia, la relación con las familias de sus estudiantes ha cambiado, como poco, bastante. El hogar y el centro educativo ya no son espacios separados con límites claros; ahora las madres y padres están mucho más involucrados en la educación de los pequeños lo que, según los docentes, puede ser positivo, pero solo hasta cierto punto.

Echamos de menos que los niños sean más autónomos. Tendemos a proteger mucho a nuestros hijos, en parte porque ahora hablamos más de temas como el acoso y el bullying. Pero claro, cuando los pequeños llegan aquí, debemos trabajar muchísimo sus rutinas y su propia autonomía. Eso antes se hacía en casa", asegura Villa Ruiz. 

Estamos en el Colegio Claret de Madrid, un centro bilingüe y concertado, donde se ha presentado este miércoles El profesorado en España, un estudio de la Fundación SM, en el que, gracias a 600 entrevistas personales a docentes de infantil, primaria y secundaria de toda España, han conseguido hacer una radiografía de los principales problemas a los que se enfrentan los profesores a la hora de ejercer su trabajo.

Los niños, la parte más fácil

Villa Ruiz reconoce que, en su caso, el trato con las familias es "la parte más complicada". "Con los niños todo es muy fácil", asegura. "Antes, los padres tenían muchísima más confianza en nosotros. Ahora, hay que aclarárselo todo muy bien", explica. Reconoce que es muy positivo que pidan más explicaciones pero, al mismo tiempo, se sienten como si estuvieran "en el punto de mira durante todo el día". "Necesitamos que estén involucrados pero que confíen en nosotros. Eso nos vendría bien", añade.

Los padres Carlos García y Marta Sancha en el Colegio Claret de Madrid.

Los padres Carlos García y Marta Sancha en el Colegio Claret de Madrid. / ALBA VIGARAY

Su compañera Avelina Martos lo confirma. "Desde el 2007 (año en el que empezó a impartir clases de Geografía e Historia) ha cambiado el alumnado, las familias y las leyes. También la estructura del colegio. Explica que, mientras que las familias antes confiaban en el profesorado al cien por cien, ahora notan que hay hasta "cierta desconfianza", lo que les provoca agobio, pues sienten que "no hace las cosas del todo bien o no satisfacen las necesidades de todos".

Su teoría es que, al hacer los padres los deberes con los hijos y mirar con ellos los futuros exámenes, las malas notas puestas por los profesores en clase se sienten como propias. "Tengo la sensación de que algunos están esperando a ver si el profesor falla en algo para poder atacarnos", indica.

Además, la comunicación directa que tienen con los padres, que tanto ayuda y tan bien funciona para muchas cosas, puede ser un problema. "Cuando lees un mal correo un domingo después de acostar a tus hijos para quitarte esa tarea el lunes, después no es fácil dar clase al día siguiente" con la misma motivación, lamenta.

Hacer de psicólogos

La sociedad, en general, nos exige más. Tanto las familias como los alumnos nos demandan más cosas. Ya no solamente se trata de que demos bien la clase, o los contenidos, sino que nos exigen emocionalmente más”, añade Avelina Martos. Precisamente, uno de los objetivos prioritarios que tiene el centro este año es el cuidado de la salud mental, tanto del alumnado como del profesorado y de las familias, tal y como explica Camino Rodríguez de Sadia, directora.

Las profesoras aseguran que echan de menos que los centros educativos en España cuenten con más psicopedagagos que les ayuden en esa tarea de acompañamiento del alumnado.

Otro problema al que se enfrentan es que, desde la pandemia, sienten más agresividad por parte de los alumnos y menos tolerancia a la frustración. La directora explica que muchas veces se manifiesta en un desacato a la autoridad y en esa forma de mostrar su descontento o disconformidad.

Carolina Novella, profesora de Biología, empezó a dar clase justo en 2019. Desde la vuelta con el fin de las restricciones por el Covid, tarda más en controlar la clase para que esté en silencio y empezar a trabajar. La parte positiva para esta profesora, que viene de una familia de docentes, es que la pandemia también ha traído cosas buenas a la educación, como la digitalización.

¿Qué buscan los padres en el colegio?

Los padres dan la razón en prácticamente todo a los profesores. Carlos García, con dos niñas de once y siete años; Marta Sancha, con una hija de 14 y un hijo de 11; y Luisa Cantú, con una hija de 14, consideran que hay "una carencia importantísima" de recursos de salud mental en la infancia, no solo a nivel educativo.

Los profesores sienten que cada vez la sociedad les exige más.

Los profesores sienten que cada vez la sociedad les exige más. / ALBA VIGARAY

"Creo que, además de ser centros de educación que preparan a los alumnos para el futuro, las circunstancias están obligando a los profesores a ejercer de psicólogos y lidiar con problemas, incluso desórdenes provocados por la edad, que requieren más recursos y, quizá, algo más de formación", apunta García. En parte, indican, por la dificultad de los propios padres y madres de conciliar.

"Hay niños que, por los horarios eternos de sus progenitores, pasan mucho tiempo sin la figura paterna o materna. También eso es importante para la salud mental", añade Cantú. Por eso ellos agradecen al colegio -al que defienden la posibilidad de poder levantar el teléfono o mandar un email para pedir una cita con el profesor sin ningún problema.

Aunque, reconocen, igual sí que sobreprotegen un poco. "Mi opinión personal es que, como padres, muchas veces nos metemos donde no nos llaman. Recuerdo que cuando éramos niños era muy distinto. En el colegio te las apañabas tú con el profesor", añade García, que resalta la importancia de que los pequeños aprendan a lidiar con los problemas y la frustración.

"Hay una tendencia a la sobreprotección. Cuanto más autónomos sean en lo que les corresponde, mejor. Lo que está claro es que nunca les puedes dejar solos, porque al final educar es un trabajo que hay que hacer y es compartido. Pasan muchas horas en el colegio. Si como madre o padre no te enteras de lo que pasa, pues a lo mejor hay cuestiones que no se resuelven. Supongo que cada progenitor hace las cosas lo mejor que puede, y lo mismo ocurre con los profesores. Tenemos que confiar en ellos", concluye Cantú.